01 dic. 2024

Deberíamos estar preocupados por los efectos de la deuda

Paraguay ha llegado al umbral máximo de deuda/PIB establecido por reportes que utilizan el instrumento del Análisis de la Sostenibilidad de la Deuda (ASD). Este umbral, según algunos informes, está en el 40%, ratio al que ya se llegó. Deberíamos estar preocupados, dados sus efectos en el presupuesto de salud, educación, protección social e inversión física. Mantener ese ratio obligará a reducir recursos, lo que afectará a la acumulación del capital humano y la productividad de quienes deberán pagar la deuda más adelante.

Es preocupante haber llegado a este nivel de deuda, ya que este instrumento, de hecho, tiene numerosas críticas porque subvalora variables que son centrales para el manejo de la deuda a largo plazo. La crítica más importante es que asume que, para que la deuda sea sostenible, es posible reducir el gasto sin considerar sus efectos a corto o largo plazo.
Si se consideraran estos aspectos, el umbral de deuda/PIB debería ser menor en un país como Paraguay, que tiene importantes deudas sociales y una baja presión tributaria

El Análisis de Sostenibilidad de la Deuda busca medir la capacidad de pago de los compromisos de la deuda de un país. Por lo tanto, mientras exista gasto social que recortar para pagar la deuda, esta será sostenible. En la crisis de la deuda de los años ochenta se implementaron medidas llamadas “políticas de ajuste estructural” y, en la actualidad, se denominan “políticas de austeridad”, tratando de darle una connotación positiva.

El umbral de la deuda, que según los informes está en el 40%, debe ser motivo de preocupación dados sus efectos en el presupuesto de salud, educación, protección social e inversión física. Se debe entender que, para mantener ese ratio o disminuirlo, se deberán reducir recursos en las áreas mencionadas, lo que terminará afectando la acumulación de capital humano y la productividad de quienes deberán pagar la deuda más adelante.

El ratio deuda/PIB se puede mantener estable o reducir por dos vías: Se reduce la deuda (pagando) o aumenta el PIB. En el primer caso, la reducción de la deuda, si se mantienen los ingresos tributarios sin cambios, solo es posible reduciendo la inversión social o la inversión en infraestructura.

En el segundo caso, es necesario aumentar el PIB. Actualmente, los históricos motores del crecimiento económico están estancados, por lo que es difícil suponer que habrá un crecimiento suficiente y sostenido.

La situación se agrava si se consideran los efectos del cambio climático y el enorme costo que tienen, lo que impulsará un aumento de la deuda para financiar programas de mitigación y adaptación. Es decir, la crisis climática no solo reduce el PIB, sino que además nos obliga a endeudarnos más.

Por estas razones, hay un importante debate a nivel internacional sobre los instrumentos con que cuentan los países para gestionar la deuda. Una de las críticas más importantes al análisis de sostenibilidad de la deuda es la ausencia de consideraciones ambientales, sociales y económicas.

El enfoque tradicional basado en métricas cuantitativas como la relación deuda/PIB es insuficiente, por lo que actualmente se busca ampliar para incluir otros indicadores, como el servicio de la deuda/ingresos tributarios o el servicio de la deuda/gasto en salud o educación. Estos indicadores adicionales muestran cómo está afectando el pago de la deuda a recursos que son fundamentales para la calidad de vida de las personas y las oportunidades futuras. La austeridad en la educación y salud no solo afecta a la calidad de vida de la niñez y adolescencia, sino que impide la acumulación del capital humano para que a largo plazo la deuda sea sostenible.

¿Por qué son importantes estos indicadores? Porque la gestión de la deuda debe incorporar un análisis de largo plazo, ya que las posibilidades de garantizar el repago de esta depende de la acumulación de capital humano capaz de elevar los niveles de producción y productividad.

Un país que paga su deuda presente y no invierte en aumentar el capital humano y por esa vía la productividad reducirá la calidad de vida y la posibilidad de garantizar la sostenibilidad de la deuda en el futuro.

Más contenido de esta sección
El Presupuesto Público que está en proceso de aprobación muestra que el discurso de la calidad del gasto y el interés por la ciudadanía es solo eso: Un discurso. La ciudadanía está sufriendo por la ausencia de un sistema de salud, la baja calidad de la educación por un torturante transporte público, los cortes de energía eléctrica, entre otras necesidades básicas no solo para una vida digna, sino también la producción y productividad y garantizar trabajos que redunden en ingresos y seguridad social.
El microclima de la calle no está tan errado cuando expresa su preocupación ante los cortes de energía eléctrica y agua, cuando todavía no se han iniciado oficialmente las olas de calor propias de la temporada de verano. Las autoridades deben priorizar la atención a los reclamos y las demandas ciudadanas, pues el acceso al agua potable y la provisión de energía son derechos básicos que, sin lugar a dudas, impactan en la calidad de vida de la población. Resulta inaceptable que miles de familias paraguayas padezcan estas precarias condiciones.
Los líderes de las veinte mayores economías del mundo, el G20, se reunieron en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. La agenda incluyó temas fundamentales para la región, especialmente relevantes para países como Paraguay. Nuestro país debe considerar una prioridad contar con propuestas y estrategias teniendo en cuenta que sufre las consecuencias de las decisiones que se tomen en estos foros y enfrenta desafíos en torno a los temas tratados, como la pobreza y el hambre, la inequidad tributaria y los efectos del cambio climático.