Desde hace demasiado tiempo, y gobierno tras gobierno, la educación sigue siendo la gran tarea pendiente. Lamentablemente, no logramos superar las promesas electorales, ya que una vez en el Gobierno, la situación no cambia, y por eso el panorama sigue siendo el mismo: Escuelas en mal estado, la baja calidad de la formación de los maestros y la preocupante baja evaluación de los estudiantes. Si como país aspiramos a alcanzar mejores niveles de desarrollo y calidad de vida para la población, debe haber una gran transformación de la educación.
Este no es un buen periodo para la educación paraguaya, si consideramos los sucesos que acontecieron alrededor de la formación de los docentes que se suman a la situación casi normalizada de falta de infraestructura de las instituciones públicas y el rendimiento de los estudiantes.
El año pasado, el 62% de los 10.252 docentes que se habían presentado al concurso público de oposición reprobaron el examen durante el tercer operativo que se había realizado en los departamentos del Norte del país: Concepción, San Pedro, Amambay y Canindeyú. Sobre esto se decía que se confirmaba el alto índice de maestros que dieron un rendimiento bajo para conformar el Banco de Datos de Educadores Elegibles (BDEE), y recordemos que en el primer operativo hubo el 50% de aplazos.
Posteriormente, en abril de este año, el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) había detectado una serie de irregularidades en el examen de admisión para la formación docente, realizado en 22 centros públicos y privados, por lo cual más de 2.000 postulantes volvieron a rendir la prueba. Las irregularidades fueron descubiertas con la corrección electrónica, la que permitió la identificación de patrones de aciertos y errores en un número importante de centros de aplicación.
En agosto el MEC abrió un sumario administrativo tras detectarse supuestas irregularidades en el segundo operativo de pruebas escritas para el concurso de oposición para conformar el Banco de Datos de Educadores Elegibles.
El ministro de Educación, Luis Ramírez, había confirmado la continuidad de los procesos, y señaló que “los concursos son la piedra angular de todo nuestro desarrollo”, había afirmado. Sin embargo, anunció al mismo tiempo que el MEC implementaría cambios para reforzar la seguridad de los concursos.
Pero estos no son los únicos obstáculos que encuentra la educación paraguaya para poder despegar. Los conocidos problemas de infraestructura en las instituciones es uno de ello.
Escuelas con grietas y fisuras estructurales significativas, desmoronamiento en el techo, aulas de madera con kupi’i y riesgo de derrumbe, y en varias escuelas es sabido que hay niños que dan clases bajo los árboles, también hay instituciones sin acceso a agua potable. En este sucinto resumen se debe agregar la falta de energía eléctrica, sin mencionar la falta de baños, laboratorios y bibliotecas.
En otro nivel, se pueden mencionar datos del Censo Nacional 2022 que revelaron que en 187.700 hogares paraguayos (10,6%) hay al menos una niña, niño o adolescente de 6 a 14 años que no asiste a la escuela y que casi la mitad de los estudiantes no logran egresar de la educación media en el tiempo esperado: De cada 100 estudiantes que iniciaron el primer grado en 2012, solo 54 lograron culminar el 3° año de la Educación Media en 2023, y los departamentos de Boquerón, Presidente Hayes y Alto Paraguay registran las tasas de egreso más bajas.
Y, en cuanto al aprendizaje, los resultados del informe del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes para el 2022 o “Informe PISA 2022”, hablan por sí mismos: 9 de cada 10 estudiantes no alcanza el puntaje mínimo en matemáticas y en el ámbito lectura, 7 de cada 10 estudiantes no alcanzan a comprender lo que leen, los resultados no cambian desde 2017.
Se debe asumir la crítica realidad de la educación, pues urge una gran transformación si como país aspiramos a alcanzar un mejor nivel de desarrollo. Si no logramos eso, el Paraguay seguirá estancado en la pobreza y el subdesarrollado, mirando al resto del mundo desde la periferia, y condenado por la mediocridad y la politiquería.