De la misma manera que Santiago Peña cada tanto suele pintar a Paraguay como un país de las maravillas, una vez calificó a los congresistas cartistas como la “aplanadora del bien común”. Lo hizo cuando dio su segundo informe de gestión presidencial para agradecer que siempre aprueben sus proyectos.
Pero esa clase política a la que se refirió, lo que menos tiene es empatía hacia otros. Lo que menos les interesa es buscar condiciones que beneficien a todo un país. Lo que menos piensan es en el bienestar de los paraguayos.
No sé a cuál aplanadora se refería el presidente de la República. Desde luego, una que no existe porque la que conocemos claramente es otra. No mira el bien común y aplasta a todo aquel que se interponga en su camino. ¿Qué les pasó a Kattya González y Miguel Prieto?
A ellos solo les basta ser mayoría –con aliados incluido– en ambas cámaras, Diputados y Senadores, para imponer su propia voluntad, pasando por alto el debate y las recomendaciones oficiales, atropellando los procesos correspondientes. A veces utilizan al fin las reglas, pero de fachada, para llegar a su objetivo.
El último ejemplo fehaciente del abuso que hizo la aplanadora con su fuerza política es el caso de Prieto, a quien posiblemente lo ven con potencial de superar ampliamente al Partido Colorado en las presidenciales del 2028. ¿Tendrán miedo de que después de Fernando Lugo, con él vuelva la alternancia en el país?
Algún sentido tiene que tener la forma apresurada con la que llevaron adelante su destitución.
Nadie salió a anunciar el cierre de la intervención a la Municipalidad de Ciudad del Este, pero de un día para otro ya se habían entregado los informes finales al Ministerio del Interior y luego a la Cámara de Diputados, donde una comisión especial estudió los documentos y arribó a la rápida conclusión de la destitución del jefe comunal.
Habiendo un veredicto, sin perder el tiempo, se convocó a una sesión extraordinaria en el día más inmediato y se dio por resultado lo que se veía venir, pese a que los principales referentes cartistas negaron que esa fuese la línea instruida desde el interior del movimiento Honor Colorado de la ANR.
Operó una vez más la aplanadora cartista para sacar del medio al opositor que ya había anunciado su candidatura para ser presidente de la República en las elecciones del 2028.
Acto seguido, a Prieto se le van cerrando todos los caminos para entrar en carrera y volver a un cargo de mando. Ya lo dijo la Justicia electoral: su movimiento, Yo Creo, no puede postular a ningún candidato suyo para ser el próximo intendente de Ciudad del Este. Coincidentemente, en el mismo día de la destitución se logró destrabar en la Justicia la primera causa penal contra el político esteño, que ya tiene imputación y acusación. Solamente falta llevarlo a los tribunales para un juicio.
El tinte autoritario de la aplanadora se ha visto reflejado también en otros casos: en la expulsión de la senadora encuentrista Kattya González, en los intentos de sanción a los parlamentarios Celeste Amarilla, Raúl Benítez y Miguel Martínez por ser críticos al oficialismo.
Así también en los proyectos aprobados a tambor batiente, que convienen más a las autoridades del gobierno de Santiago Peña y que van en detrimento de la ciudadanía, la cual tiene necesidades verdaderamente urgentes, como una reforma integral del sistema del transporte público, un salario mínimo digno para llegar a fin de mes, un sistema de salud pública de calidad y recuperar la seguridad en las calles.
El cartismo y su mayoría cada tanto impone su voluntad en el Poder Legislativo, yendo más allá de su misión de crear y aprobar leyes. Por tanto, no es un error pensar que actúa de manera opresiva y abusiva.
¿A cuál “bien común” entonces se refería Santiago Peña? Me remito a los hechos y no a las palabras.