Tras la guerra comercial librada con Pekín en su primer mandato, Trump cumplió esta semana con su amenaza de imponer aranceles adicionales a China bajo el pretexto de que está fomentando el tráfico de fentanilo hacia EEUU.
Desde el pasado martes, todas las importaciones de China al país norteamericano están tasadas con un gravamen adicional del 10%.
La potencia asiática respondió inmediatamente a la medida, anunciando aranceles del 15% para el carbón y el gas natural licuado de Estados Unidos, y del 10% sobre el crudo, la maquinaria agrícola, los vehículos de gran cilindrada y las camionetas.
Pekín también anunció el martes una investigación contra Google por vulnerar las leyes antimonopolio y la inclusión en una lista de “entidades no fiables” de dos empresas estadounidenses, entre ellas la propietaria de marcas de moda como Tommy Hilfiger y Calvin Klein.
“Las medidas tomadas por China son necesarias para salvaguardar sus derechos legítimos e intereses”, dijo Lin.
Pero “no hay ganadores en una guerra comercial o arancelaria”, agregó.
El portavoz del ministerio también arremetió contra el Servicio Postal de Estados Unidos por suspender la entrada de paquetes procedentes de China decidida en la víspera.
En este sentido, instó a Estados Unidos “a dejar de politizar las cuestiones económicas y comerciales y usarlas como herramientas, y a abandonar la represión irrazonable de las compañías chinas”.
Inicialmente, el dirigente republicano también había anunciado aranceles del 25% contra México y Canadá, alegando que no hacían lo suficiente para frenar la inmigración ilegal y el narcotráfico.
La cancillería china comentó también ayer la cuestión de las drogas, rechazando la acusación de Trump de estar alimentando el tráfico de fentanilo. “China tiene una de las políticas antidrogas más duras del mundo”, aseveró el portavoz Lin Jian. “El fentanilo es una cuestión de Estados Unidos, y sus causas están dentro de Estados Unidos”, expuso.