SAN PEDRO
El Día del Niño, que tuvo sus orígenes en un triste acontecimiento marcado por la muerte de miles de niños en Acosta Ñu, se ha convertido y es hoy un día para celebrar la inocencia de los mas pequeños.
Si bien, no todos los padres tienen la oportunidad de ofrecerles un día de pura alegría a sus retoños, hay personas solidarias que aportan su granito de arena para propiciar una jornada especial y agasajarlos en su día, como es el caso de la familia Pappalardo, que desde hace más de dos décadas, dedica tiempo y recursos para que los pequeños vivan una jornada inolvidable.
Su ayuda, desde hace 22 años, llega a los más necesitados y esta vez fueron beneficiadas dos instituciones educativas de la localidad de Santa Rosa del Aguaray, Departamento de San Pedro.
La sonrisa de miles de niños iluminó el miércoles último las aulas y patios de dos instituciones educativas del distrito, que celebraron a lo grande el Día del Niño.
En la Escuela Básica N° 3393 “Eulogia Ugarriza Vda. de Zaldívar”, ubicada en la compañía Loma Pucú, 900 alumnos disfrutaron de 1.500 panchos, 10 packs de gaseosas y exquisitas tortas, todo acompañado de juegos, risas y muestras de cariño. La institución lleva el nombre de la abuela de José Pappalardo, familia que no solo ha sido artífice de gran parte de la infraestructura escolar de la casa de estudios, sino que ahora se comprometió a culminar la construcción de un aula que quedó inconclusa, así que aparte de la alegría de celebrar su día, los chicos pronto podrán dar clases más cómodamente, con la habilitación del aula.
MÁs sonrisas. El festejo también llegó a los estudiantes de la Escuela Don Bosco, de la compañía Kamba Ykua, de Santa Rosa, donde 800 niños recibieron 1.200 panchos, 10 packs de gaseosas y tortas; y disfrutaron de una mañana inolvidable en conmemoración de su día.
Entre aplausos y palabras de gratitud, padres y docentes destacaron la constancia de la familia Pappalardo, que año tras año renueva su compromiso con la educación y la felicidad de la infancia.
“Esto lo hacemos con amor desde hace más de dos décadas, porque creemos que cada niño merece un día especial”, expresó José Pappalardo, emocionado al ver la alegría de los pequeños.
El gesto solidario, que ya es tradición en la zona, no solo llenó de sonrisas a los niños, sino que fortaleció el vínculo comunitario, recordando que cuando hay compromiso y corazón, las buenas obras perduran en el tiempo.