20 ene. 2025

Cardenal apunta que corrupción condena a la ciudadanía a una vida desmejorada e indigna

Durante la misa en el octavo día de Novenario a la Virgen de Caacupé, el cardenal Adalberto Martínez condenó a aquellos que roban los recursos públicos condenando a cientos de miles a una vida desmejorada e indigna. También abordó la problemática “de nuestra oprimida y devastada” tierra, dañada “por el uso irresponsable y la codicia de unos pocos”.

El cardenal Adalberto Martínez en Caacupé.jpg

El octavo día del Novenario estuvo presidido por el cardenal Adalberto Martínez.

Foto: Archivo

El primer cardenal paraguayo Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción, presidió este jueves la misa del octavo día de Novenario en honor a la Virgen de los Milagros de Caacupé.

En la celebración eucarística, realizada ante la presencia sorpresiva del presidente Santiago Peña y su comitiva, en la explanada de la Basílica Santuario, Martínez reflexionó sobre la necesidad de escuchar el clamor de los pobres para su liberación, asistencia y su promoción humana integral, ya que no escucharlos “nos sitúa fuera de la voluntad del Padre y de su proyecto”, dijo.

El cardenal mencionó que el magisterio social de la Iglesia también dice que entre los pobres más abandonados y maltratados está nuestra oprimida y devastada tierra, nuestra casa común, que “clama por el daño que le provocamos a causa de su uso irresponsable, por la codicia de unos pocos”.

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“El maltrato y el abuso de los bienes de la naturaleza y sus efectos como las sequías o las inundaciones profundizan el sufrimiento de los más pobres en el presente y proyecta un futuro incierto para las próximas generaciones”, prosiguió.

Siguió en su homilía señalando que Dios se identifica con los pequeños, los jóvenes, los niños, las personas con discapacidad, con los necesitados, con el que pasa hambre, con el que no tiene techo ni trabajo, con el que está enfermo y no puede acceder al costo de un tratamiento o de los medicamentos, con el que está hacinado y olvidado en la cárcel.

“Muchos lo buscan en otros países o fuera del terruño. Dios tiene predilección por los pobres, pero no quiere que permanezcan en esa condición, excluidos y descartados de una vida digna y plena”, afirmó.

Acotó que “es por eso que el amor a Dios debe concretarse en la caridad, no como limosna, sino como derecho a una vida digna, a su promoción humana integral”.

A su criterio, esto solo será posible en una sociedad más justa y equitativa, con oportunidades de acceso a los servicios básicos fundamentales como la salud y la educación de calidad, empleo y vivienda digna, desarrollo de sus capacidades para aportar al desarrollo de su familia y del país.

Una sociedad que respeta a los indígenas

El cardenal no dejó pasar las necesidades de los pueblos indígenas que son excluidos de sus tierras ancestrales. Tampoco dejó pasar la situación de las familias campesinas y pequeños productores.

“Una sociedad que no excluye ni margina a los indígenas, sino que los respeta y los apoya en sus tradiciones y que puedan vivir seguros en sus territorios ancestrales; una sociedad que contribuye a que las familias campesinas, los pequeños productores, accedan a la propiedad de la tierra, con políticas públicas para el arraigo en sus comunidades”, se explayó.

Muchas necesidades y recursos escasos

Igualmente, puso bajo la lupa a aquellos que administran el Estado y los recursos públicos, “ya que las necesidades son muchas y los recursos son escasos”.

“Esta realidad exige de quienes administran el Estado que sean buenos y celosos administradores de los recursos públicos para su inversión en políticas públicas y programas sociales para mejorar la vida digna de los ciudadanos”, aseveró.

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Por todo esto, dijo que la corrupción pública y privada es inadmisible y “se constituye en un grave pecado personal y social”.

“No se puede decir ‘Señor, Señor’ y robar los recursos públicos, que condena a cientos de miles a una vida desmejorada e indigna de su condición humana”, sentenció.

Recuperar valores morales

Siguiendo con las reflexiones, habló sobre la necesidad de recuperar los valores morales “que siempre han caracterizado a nuestro pueblo y el sentido de la ética en nuestro comportamiento ciudadano”.

“Necesitamos organizar la esperanza para superar o achicar las situaciones de profunda inequidad social; para ello, será necesario proponernos seriamente trabajar con perseverancia, en todos los ámbitos y niveles de la sociedad paraguaya, para rehacer el tejido social y moral de la Nación”, dijo.

También se dirigió a los integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.

Los alentó a enfrentar su misión con integridad y alto sentido de patria, honrando la memoria de los camaradas que entregaron su vida en el cumplimiento de su misión.

“Sabemos de su capacidad de sacrificio, de disciplina, de lealtad y de honor. En ustedes ciframos una gran esperanza, pues tienen como misión la seguridad, el bienestar y la paz en nuestro país. Vivimos tiempos y situaciones difíciles. Oramos por los caídos en servicio, por ustedes y por sus familias”, finalizó.

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