Susana Oviedo
soviedo@uhora.com.py
“Una fe protestante y evangélica es una fe revolucionaria y comprometida con los derechos”, opina Nilza Valeria Zacarías, periodista, pastora y feminista, coordinadora del Frente Evangélico por el Estado de Derecho, movimiento contrario a las posiciones bolsonaristas, que durante la última campaña presidencial en Brasil apoyó abiertamente la candidatura de Luiz Inácio Lula Da Silva. Ella también forma parte de la Red de Mujeres Negras Evangélicas. Estuvo en Asunción como expositora del Seminario Internacional Fe y Derechos Humanos, que tuvo lugar a principio de semana.
-Nos resulta un tanto complicado comprender que haya evangélicos de izquierda. ¿Puede explicarnos cómo es esto en Brasil?
-Desde los años 60 tenemos evangélicos de izquierda en el Brasil. No es una novedad. Mi abuelo era un sindicalista, estaba involucrado en las huelgas. Entonces, la decisión personal de ser de izquierda o de derecha no interfería en las relaciones de fe.
Con la aparición de Bolsonaro, las cosas cambiaron. Comenzó una demonización de la izquierda, como si esta fuese responsable de pautas que podrían atentar contra la moralidad, el orden y la decencia. Se genera un conflicto muy fuerte en la Iglesia con ese discurso de que ser de la izquierda es no defender la familia brasileña.
-¿Ya no estaban divididos antes?
-Es necesario contextualizar: los evangélicos se dividieron antes de Bolsonaro, cuando a Dilma Rouseff le impiden mantenerse en la presidencia. Había un presidente de la Cámara de Diputados que era de la Asamblea de Dios, que tenía un discurso moral muy fuerte. Como él muchos pastores decían que Dilma era una representación de lo malo y querían que saliera de la presidencia.
El Frente Evangélico por el Estado de Derecho, del que hago parte, surgió en el marco del proceso del impeachtmen a Dilma Rousseff. Hecho que para nosotros fue un golpe de Estado. No había argumentos que justificaran su destitución. Fue un golpe que permitió la ascensión del bolsonarismo, que no es solamente Jair Bolsonaro, sino un movimiento mucho mayor que envuelve la conciencia de las personas que creen en sus visiones de una distopía. Entonces, esas personas convivían con nosotros.
-¿Cómo marcan distancia de esa forma de pensar?
-Hay una herencia que viene de la esclavitud, que es el dominio sobre el cuerpo de otro. Para nosotros la élite brasileña es esclavócrata. Una élite que no se siente cómoda de estar en el mismo espacio que yo (por ser negra).
Ese es un escenario que posibilita todo el movimiento político en el país que tenemos con los gobiernos populares, y sin hacer una defensa acrítica de las administraciones de Dilma y Lula, consideramos que delante de lo que vivimos con Bolsonaro y antes de este, con Michel Temer, no había otra opción más que elegir a Lula.
Bolsonaro no podía seguir siendo presidente. Hubo 700 mil personas que perdieron la vida durante la pandemia de Covid-19. Para nosotros esto fue un gran impacto.
-¿Qué responde a la posición de que la Iglesia no debe meterse en política?
-La Iglesia tiene que meterse en la política, porque política es la vida cotidiana. Es lo que hacemos todo el tiempo. Si usted escoge comprar en una panadería y no en otra, es una decisión política respecto a dónde va a gastar su dinero. Lo que debe asegurarse es la separación Iglesia-Estado.
El Estado no puede legislar según una confesión religiosa, por lo que tampoco una iglesia puede interferir sobre las decisiones del Estado.
-¿Cómo entraron a la campaña a favor de Lula en las últimas elecciones?
-Bueno, no fueron todas las iglesias evangélicas. Había unas que estaban comprometidas con Bolsonaro. Los evangélicos estábamos fracturados. Tenemos imágenes tristes de pastores bolsonaristas haciendo símbolos del arma, promoviendo el uso de armas por parte de todos los ciudadanos para la autodefensa. Hay uno que está siendo procesado por enseñar a la gente diversos modelos de armas y explicar cómo usarlas. El Frente Evangélico por el Estado de Derecho es el mayor movimiento de resistencia al golpe en Brasil. Entonces, cuando se polarizó la campaña electoral por la presidencia y había dudas de quién podría ganar, dijimos: Tenemos que hacer llegar una comunicación segmentada para los evangélicos, e iniciamos un diálogo y conseguimos una carta de Lula dirigida a los evangélicos. Esta fue fundamental, porque todos estaban convencidos de que si ganaba él cerraría las iglesias. Era el mensaje que habían instalado los bolsonaristas mediante una fuerte campaña de fake news sobre esa supuesta pretensión. En esa carta Lula asume compromisos tipo: “No voy a cerrar las iglesias”, y desmintiendo otros temas que instalaron mediante noticias falsas. Fue clave para rebatir informaciones que circulaban en grupos de WhatsApp y que causaron muchos estragos.
-¿Qué lograron?
-Conseguimos captar 2 millones de votos de los evangélicos que iban a votar por Bolsonaro. Recuperamos esos votos. Una parte de la campaña que impulsamos fue un video que dejaba como mensaje: “Votar por Lula no es pecado”, porque había un discurso instalado por los bolsonaristas de que la izquierda es pecaminosa.
Aunque el triunfo fue para Lula, tengo que resaltar que aún no hemos vencido al bolsonarismo en el Brasil. Por eso es necesario el diálogo para que no haya posibilidad de que surja otra figura como Bolsonaro.
-¿Cómo llevan la relación con Lula presidente?
-Ahora tenemos otra conversación con el Gobierno, para que entienda la importancia de mantener el diálogo con los evangélicos. No está fácil.
--¿Por qué?
-Hay un resentimiento de Lula con los líderes evangélicos que estuvieron con él durante los gobiernos anteriores y que después fueron para el lado de Bolsonaro. Entonces la propuesta es abrir un canal de comunicaciones con las personas de fe, no con los líderes Tenemos un programa de radio con 500.000 oyentes. Y desde enero tendremos otro espacio en la radio pública, donde otros credos también lo tienen, con lo que creemos que aumentaremos nuestra llegada a 1 millón de personas.
-¿Cómo transcurre hoy el diálogo con el Gobierno?
-El Frente Evangélico por el Estado de Derecho es un movimiento social, no una iglesia, por lo que hoy hace parte de los Consejos de Participación
Social de la Presidencia de la República. Los movimientos sociales forman parte de estos consejos. El nuestro tiene presencia en todo el Brasil. Estamos muy involucrados en la vida pública. Otros numerosos movimientos sociales también están en los diversos consejos.
-¿Cuántos evangélicos hay en Brasil?
-Unos 80 millones de personas, según el censo.
Presentes en el Consejo de Participación Social
Nilza Valeria Zacarías es periodista, especializada en Comunicación para el Desarrollo Comunitario. Como fundadora y coordinadora del Frente de Evangélicos por el Estado de Derecho, integra el Consejo de Participación Social creado por el Gobierno. Junto con dirigentes de otros movimientos, recientemente le tocó entregar al presidente Lula los documentos de participación social que recogen cómo quieren los brasileños que se utilice el dinero público en los proyectos sociales. Ella cuenta que la ministra del Ambiente, Marina Silva, y el procurador general, Jorge Messias, son evangélicos. “Ellos no ocupan esos espacios por ser tales, sino porque tienen una capacidad técnica sorprendente”, dice .