14 may. 2025

El bus, su padrino y su madrina

El diputado Jatar Oso Fernández puso en marcha un servicio nocturno de transporte gratuito con un trayecto que conecta varios hospitales públicos del Departamento Central. Se trata de un solo ómnibus que recorrerá algunas ciudades entre las diez de la noche y las cuatro de la mañana. La iniciativa, loable a primera vista, presenta, sin embargo, tantas contradicciones que termina siendo un reflejo imbatible de nuestro subdesarrollo.
Jatar, al presentar su proyecto, hizo, sin proponérselo, todo un diagnóstico del estado de nuestra salud pública: “Si llegás a un hospital y no hay nada, el colectivo te lleva gratis a otro”. La iniciativa exhala populismo por todos lados. De hecho, la unidad presentada exhibe un enorme rótulo que dice Oso Bus y no parece estar en perfecto estado, pues no cuenta con limpiaparabrisas, tiene los señaleros rotos y ostentaba una chapa denunciada como robada.

El diputado explicó que ese bus fue comprado gracias a un préstamo personal y que el combustible será solventado por los legisladores de Central. La dudosa utilidad y la improbable sustentabilidad del proyecto obligan a preguntarse cómo es posible que un vehículo no supervisado por el Viceministerio del Transporte, sin itinerarios autorizados, sin seguro a pasajeros, traslade a seres humanos en horas de la noche.

El Oso Bus es mero proselitismo personal. Es sacar provecho de la necesidad de la gente. Habilita a cualquier particular a operar por su cuenta un servicio público que debe ser regulado por el Estado. Es, en definitiva, un símbolo de nuestro modo kachiãi de hacer política.

El bus chatarra exhibía en su carrocería, sorprendentemente, una gran publicidad de Cañas del Paraguay (Capasa). Lo que faltaba, el auspicio de una empresa estatal que sigue funcionando sin que se entienda por qué y que el año pasado duplicó sus pérdidas, que alcanzan más de 5.500 millones de guaraníes y acumula un increíble déficit histórico de casi 70.000 millones. Su titular, José Ocampos, aquel que fuera cesado como funcionario de la Cámara de Diputados por planillerismo, negó ser el padrino de la idea y sostuvo que Jatar colocó de motu proprio la promoción de Capasa.

El Oso Bus generó polémica en la Cámara Baja. El diputado Raúl Benítez presentó un pedido de informe a la Dirección Nacional de Transporte para saber si contaba o no con habilitación para funcionar.

Durante la discusión de este tema, la diputada cartista Cristina Villalba empezó a gritar a una funcionaria que, supuestamente, la había filmado mientras transcurría la sesión, lo que la habría molestado profundamente. Fuera de sí, reaccionó con desenfrenada prepotencia y, a los gritos, exigió que la misma abandonara el recinto. Ante la protesta del diputado Raúl Benítez, a cuyo cargo estaba la funcionaria, la diputada dejó para la posteridad una frase inolvidable: “Este chiquilín no me va a hacer tambalear los talones”. Un descontrol tan exuberante hizo que el Sindicato de Empleados del Poder Legislativo expresara su más “enérgico repudio” a la actuación de Villalba.

Este episodio no hizo más que traer a la memoria el motivo por el cual ella es conocida como la “madrina del Norte” y revivir sus conversaciones con Vilmar Neneco Acosta, un día después del asesinato del periodista Pablo Medina. Quizás como evidencia de su sórdido poder, el presidente del citado sindicato, Jorge Cabrera, no tardó en desmentir el comunicado de repudio y lo calificó como simple borrador. Afirmó, incluso, que, si la funcionaria había filmado a la legisladora, la reacción era correcta. Menos mal que es un sindicalista.

Ya lo ve, el Oso Bus no va a durar ni va arreglar el problema del transporte metropolitano. Es una propuesta populista e irresponsable. Se presenta como si fuera un favor a una ciudadanía que merece un transporte público eficiente, y no esta payasada. Si de algo sirvió este proyecto tan decadente es para demostrarnos la ausencia de políticas de Estado y lo patéticos que son su padrino y su madrina.

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