Una joven asistente, quien la miraba con profunda admiración, la acompaña en todo momento. “La hermana ya está lista para atenderles”, anunció al equipo de Última Hora.
Con el paso de los años reflejados en su andar y su sonrisa llena de alegría, Anacleta, acostumbrada ya a ser avasallada por los medios de prensa durante el novenario de la mayor celebración católica del país, nos recibió con amabilidad.
Mientras su pupila subía a buscar una de las capas que utiliza la imagen peregrina este año, Anacleta compartía parte de la historia con sus visitantes y en entre sus recuerdos siempre está presente Victoria de Añasco, a quien –dijo– le debe mucho.
Fue la señora Victoria quien un día, hace más de 40 años, llegó desde Asunción y le pidió su ayuda. La mujer prometió a la Virgencita Azul vestirla cada año en agradecimiento a un pedido espiritual muy grande.
“Cada año me buscaba y juntas vestíamos a la Virgen, para ponerle su mejor gala para la fiesta del 8 de diciembre”, recordó.
¿Cómo te sentís con esta misión?, le preguntamos. "¡Dios mío! No merezco esto, Dios Santo, que me elija a mí para vestirla, cuidarla, ocuparme de todo. Me siento tan bendecida por la Santísima Virgen María, sin merecer”, expresó.
Cuando la joven asistente llegó, le pidió que la ayude a extender sobre una mesa el manto azul con detalles dorados y grandes flores de lirios en cuerina. Contó que esa capa fue un obsequio de las hermanas Carmelitas.
Añasco falleció en el 2003 y desde ese año Anacleta asumió la misión de vestir a la patrona de los paraguayos para que reciba a sus hijos durante su festividad.
¿Vas a seguir a cargo de esta tarea? “Hay más personas que merecen esto, pero si ella me eligió voy a seguir como la señora De Añasco, hasta que Dios diga basta”, manifestó.
Comentó que su tarea es vestir a las cuatro imágenes marianas, la de Tupãsy Ykua, el oratorio de la Basílica, la Virgen Peregrina y la imagen auténtica.
Explicó que es a la peregrina a quien tienen que cambiar por lo menos una vez por día y a veces hasta dos, ya que como recorre varias cuadras, las prendas se ensucian con más facilidad. A la auténtica solo se la cambia dos veces al año.
Anacleta no se encarga de la confección de los vestidos, solo de recibirlos, mandarlos lavar y cambiar a la imagen. Las hermanas del Cristo Rey también se encargan de peinar a la Virgen. La donación de cabello natural es una costumbre mariana muy arraigada.
La mayoría de las prendas y los mechones de pelo son donados por parte de personas que pagan alguna promesa. Recordó que en una ocasión recibió una capa azul completamente bordada desde Perú.
Las mismas son consideradas ofrendas y pueden entregarse en la secretaría del Colegio Cristo Rey de Caacupé, en la Secretaría de la Basílica, en la Secretaría del Obispado, aunque muchos depositan sus ofrendas directamente en el altar.
Después de mostrarnos la cantidad de cabello donado este año y cuál es el proceso, la religiosa despidió al equipo con vasos de limonada fresca, para intentar aplacar el calor, preparada posiblemente para recibir a otros medios, pero siempre con la misma serenidad y sonrisa.