Felicita vivía en el barrio Santa Librada, de la ciudad de Yaguarón, en el Departamento de Paraguarí. Proveniente de una familia pobre, recién cursaba el primer grado en la escuela María Auxiliadora, que estaba cerca de su precaria vivienda, donde residía en compañía de su madre Florencia Estigarribia y dos hermanos de 3 años y de 8 meses.
Según relatos de la madre, el 31 de mayo del 2004, en horas de la siesta, la pequeña salió de la casa con la ilusión de vender sus mandarinas, que tenía en una canasta, y nunca más volvió a su hogar. Los vecinos dijeron que la niña era considerada el pilar de la familia por ser la única que trabajaba, lo que deja entrever otro problema social que la afectaba.
Llegó la fría noche y Felicita no regresaba. Su madre, Florencia, la estaba esperando frente a su humilde vivienda, y luego, en compañía de sus vecinos, iniciaron una búsqueda por la zona. Incluso, fueron al costado del cerro Yaguarón, pero no la encontraron. Fue entonces que se constituyeron hasta la Comisaría local para realizar la denuncia de su desaparición.
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El hallazgo
El comisario en situación de retiro Eligio Ibarra, ex jefe de la Comisaría Nº 15 de Yaguarón, manifestó al SNT que el 1 de junio llegó hasta el cerro Yaguarón una persona que estaba vendiendo yuyos, y encontró a la niña en el lugar.
Inmediatamente, la Policía alertó del hallazgo a sus familiares, y es así que la primera en llegar fue una tía, quien reconoció el cadáver. Por su parte, su madre, al encontrarla, se desvaneció y tuvo que ser derivada hasta un centro asistencial.
El cuerpo de la niña fue encontrado sobre una enorme roca, junto a su canasta de mandarinas. El abuso y el crimen habrían ocurrido entre la tarde y noche del lunes 31 de mayo del 2004.
La inspección del cuerpo estuvo a cargo del médico forense César Benítez, quien certificó que la niña fue víctima de violación. La causa de muerte fue asfixia por sofocación.
En el sitio en donde fue encontrada la pequeña, se construyó un nicho en su memoria. Allí recibe visitas de varias personas de distintos puntos del país. Su madre tuvo que abandonar la ciudad debido a que recibía amenazas de muerte, que serían del autor del homicidio.
Los vecinos habían manifestado a la Policía que vieron por última vez a la niña alrededor de las 17.00 en una plaza. Estaba en compañía de Fredy Antonio Florenciano Brítez (22), principal sospechoso del hecho y quien nunca fue capturado.
Según los datos que manejaban efectivos policiales en aquel entonces, tras el crimen, el hombre volvió a su anterior vivienda, ubicada en la localidad de Juan E. O’leary, Departamento de Alto Paraná.
Días después, la Policía Nacional informó que el joven tenía medidas alternativas de prisión por un caso anterior de violación que había ocurrido en su ciudad, de donde huyó por amenazas de linchamiento.
Deambuló por distintos lugares y se encaminó hacia la zona de Yaguarón, en donde vivió por casi tres semanas.
Los familiares de Felicita manifestaron que escucharon diversas versiones de su paradero. Algunos dicen que está en Argentina, otros afirman que lo vieron por Caaguazú, incluso, se decía que lo habían asesinado.
“Este muchacho no está dentro del país, porque ya se le habrá vencido su cédula de identidad; alguna vez tenía que sacar certificado de buena conducta, en ese lapso ya se le debía aprehender. O si murió se le tenía que dar su certificado de defunción, ahí ya se iba a saber que tenía una orden de captura. Para mí que salió del país”, manifestó el comisario en situación de retiro Eligio Ibarra.
A 14 años del hecho, sus familiares siguen clamando justicia. “Yo me encomiendo a ella, le pido que nos ayude para agarrarlo, que esté donde esté nos ayude a encontrarlo. Yo digo que se le tiene que agarrar”, dijo su madre.
El lazo verde como símbolo de lucha
Tras la muerte de Felicita en el año 2004, cada 31 de mayo se conmemora el Día Nacional contra el Abuso y la Explotación Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes, a pedido de la Secretaría Nacional de la Niñez y Adolescencia (SNNA).
Desde el 2012, la SNNA utiliza el verde como símbolo de la lucha contra la violencia sexual en niños y adolescentes. Diferentes instituciones, organizaciones de la sociedad civil y actores del sistema nacional de protección lo imitaron e instalan el lazo verde como el color representativo de esta lucha.
Desde la Secretaría de la Niñez y Adolescencia informaron que solo en el 2017 se registraron 2.249 denuncias de abuso sexual infantil en el país, de los cuales 908 fueron los casos confirmados.
De los casos denunciados el año pasado, se confirmó que 1.038 víctimas son del sexo femenino, y 472 son víctimas de entre 14 y 17 años de edad.
El mismo año, 222 niñas y adolescentes quedaron embrazadas a causa de un abuso sexual, 10 niñas y 97 adolescentes dieron a luz.
En los primeros cuatro meses de este año se registraron, en total, 496 casos de abuso sexual infantil, y siguen siendo más mujeres las víctimas.