29 mar. 2024

País precario

Días atrás asistíamos con una mezcla de espanto e incredulidad a un espectáculo lamentable: Un tramo de la ruta 3, poco después del casco urbano de la ciudad de Santaní, se vino abajo y literalmente “se tragó” a un colectivo de pasajeros de la empresa Canindeyú. Algo inexplicable, llamémosle fortuna, intervención divina, obra del Gauchito Gil o lo que sea, hizo que el chofer advierta que se abría un enorme boquete en el camino y alertó a los pasajeros, quienes lograron huir a tiempo. No hubo heridos, mucho menos muertos. Otra hubiera sido la historia si el conductor no reaccionaba. En fin...

Al ver la noticia recordé que había ocurrido algo similar a altura de Azotey –zona donde el narcotráfico y el EPP hacen de las suyas– y que en aquella oportunidad el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones ya había advertido que la ruta General Elizardo Aquino presentaba varios puntos vulnerables.

Desastres provocados por la madre natura los hay en todas partes, pero en cualquier país mínimamente serio se hubiera visto a las máquinas trabajando y a los hombres planificando, algo que no pasó y por lo visto no seguirá pasando... Me tomo el atrevimiento de preguntar a las autoridades. ¿Es este el país que van a mostrar a los inversionistas extranjeros? ¿Esta es la imagen de país que van a “vender” para potenciar el turismo?

Lo que pasó en la ruta 3 no es cuestión de azar, los raudales que colapsan la capital apenas llueve no son coincidencia, los cortes de luz prolongados ante cualquier ventarrón o por sobrecarga en un país que posee la represa más grande del mundo no son mera casualidad, los derrumbes de los techos de las escuelas tampoco son casuales, los incendios en los mercados municipales no son “de onda”. Algo estamos haciendo mal y no es simple plagueo al aire o pesimismo al santo cohete. Nos estamos yendo al carajo, lo sabemos bien y no hacemos nada al respecto.

Hablemos con la verdad: La informalidad es la moneda corriente del Paraguay y por cómo va la mano, falta mucho para que cambie esta dolorosa realidad. Si no nos despabilamos de una vez, siento mucho informar que seguiremos siendo tragados por rutas precarias, seguiremos siendo víctimas de cortes de energía de sistemas eléctricos precarios, seguiremos nadando en raudales que son producto de ciudades precarias y a nuestros chicos se les seguirán derrumbando techos precarios de escuelas precarias.

Si no nos apresuramos en cambiar radicalmente este sistema precario que vomita autoridades precarias es muy probable que terminemos todos como ese colectivo de la empresa Canindeyú.

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