21 may. 2024

No da más

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Dicen que el hartazgo es el límite de las ilusiones y de las esperanzas. Agregaría que es además la antesala del cambio y el renacer de las más altas aspiraciones. Nuestra democracia –asemejada a una niña no querida y abandonada en la puerta de nuestra casa– ha probado en aciertos y errores ser el mejor mecanismo para alcanzar la libertad y la justicia.

El medio, no el fin. Pero cuando vemos que por descarte hemos escogido a los menos malos que podíamos y nunca a los mejores, nos embarga una frustración que requiere repensar y volver a plantearnos el camino por desandar. Antes de que sea demasiado tarde y lo lamentemos, esta democracia hoy es solo un rótulo y un acto sacramental sin liturgia cívica.

Los tres poderes del Estado muestran profundas grietas. El electorado es cautivo de la supervivencia y el engaño cotidiano. Hay un escaso apego al cumplimiento de los mandatos de la Constitución y las leyes, nulo interés en fortalecer las instituciones y una reiterada muestra de egoísmo que encuentra en la corrupción y en la insolencia de los mandatarios sus manifestaciones más viles. Incoherentes, mendaces, atorrantes y ladrones se pasean con una impunidad que insulta y rebela internamente. En vez de asustarse por la metáfora de la quema del Congreso o el asesinato de un joven en un local partidario, los administradores del poder inventan y fabulan sobre la realidad, porque están convencidos de que esto da para más y que “así nomás han sido las cosas en Paraguay”.

Están equivocados. Estos son tiempos absolutamente distintos y lo que hacen es prolongar la agonía de un sistema incapaz de hacer frente a un periodo de transformaciones profundas. Se resisten a creer que vivimos tiempos nuevos. Con ciudadanos distintos, con una realidad económica que no es medible por los mismos estándares de siempre y es por eso que el país crece, pero no se desarrolla, por eso nuestros números positivos de crecimiento anual de la economía son mayores que los europeos, pero somos superados solo en pobreza por los bolivianos.

Hemos hecho del cinismo toda una forma de relacionamiento social que encubre torpemente las cosas que están mal y que no se quieren cambiar. Tenemos un sector público egoísta lleno de privilegios, al que se han sumado “nuevos gerentes” que lo han colonizado para continuar medrando a costa de un país rico en potencialidades, pero pobre en educación y oportunidades.

Ellos, que han convertido “la matriz salarial” en un esquema lleno de privilegios, bonificaciones, sobresueldos, presentismos y vacaciones, encuentran absolutamente lógico que el candidato presidencial sea uno que no conoce lo que es ganarse el pan trabajando duro, medido cada día en función de resultados y no de claudicaciones éticas y debilidades de carácter que se presentan como virtudes de hojalata con el que hace ruido para confundir y medrar... como siempre. Están provocando la ira y la furia, y no se dan cuenta del calado que puede tener esa circunstancia para todos.

El primer país que conocí en mi vida fue Venezuela, en 1978, y escribí sobre eso. Sobre esta realidad que hoy nos toca. Mis amigos caribeños se rieron y afirmaron que “la fiesta nunca acabaría”. Ahora cuentan cadáveres, suman exiliados y han quebrado uno de los países más ricos del planeta.

La realidad nos grita que esto no da más. Por eso decidí escribir un libro que deseo fervientemente no sea jamás la hoja de ruta del fracaso, sino la advertencia de lo que habría que corregir con urgencia porque esto sinceramente: no da más.

Más contenido de esta sección
Demasiados episodios grotescos en una semana como para no dedicarles unas líneas.
Tras las impactantes revelaciones que se obtuvieron con la operación Dakovo, que logró exponer tan explícitamente los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas, sobrevino una situación por de más escandalosa: la implicación de altos militares en actividades criminales. Esta fue sin dudas una dolorosa comprobación del elevado nivel de infiltración del poder mafioso dentro de las instituciones del Estado paraguayo. Además de ser profundamente vergonzoso, esto implica un ataque a la democracia.
El Congreso Nacional rompió récord esta semana con el proyecto de la ley de superintendencia; los senadores tardaron 15 minutos para aprobar; los diputados 11 minutos. En una convulsionada jornada, los diputados también aprobaron ley que suaviza penas para corruptos y los senadores salvaron al cartista Hernán Rivas, acusado de tener un título falso de abogado. Y como les quedó tiempo, también mutilaron la ley de puerta giratoria. Este es el espantoso combo navideño que el Parlamento le ofrece al pueblo paraguayo.
Los impactantes resultados de la operación Dakovo lograron exponer en forma explícita los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas. En nuestro país, logró la detención de más de una decena de personas involucradas en un esquema de tráfico internacional de armas y una nota gravísima, entre los detenidos están un militar de alto rango así como ex funcionarios de la Dimabel. Es muy preocupante la manera en que la mafia y el crimen organizado están socavando nuestra soberanía y nuestra democracia.
No fabricamos armas, pero las comercializamos en cantidad industrial. No producimos cocaína, pero el país es depósito, ruta y puerto de embarque de cantidades industriales que llegan a los principales mercados del mundo.
Eduardo Nakayama abandona el PLRA. Solo y apresuradamente, dicen. Quién sabe. Explica que no ve ninguna posibilidad de que su partido pueda desprenderse de la infiltración cartista. Desde adentro ya no hay nada que hacer, sostiene.