06 dic. 2025

Tránsfugas

¿Qué se podría esperar de gente que mintió a sus electores, traicionó a sus mandantes y se pasó al bando de quienes ellos habían cuestionado severamente? Nada, contestarían muchos y con razón. Agrego: Siempre lo peor. Pero sin embargo los tránsfugas de la política criolla no dejan de asombrarnos con sus grabaciones que nos revelan el modus operandi y las razones que los movieron a traicionar. El audio, cada vez menos supuesto, de los senadores Chaqueñito y Yamy Nal es una revelación clara de cómo operan estos delincuentes de la voluntad popular. Se enojan porque las porciones del reparto de la torta son menores a la lealtad perruna que demuestran y que sus peticiones delincuenciales no encuentran respuestas inmediatas.
La grabación nos ha servido para conocer quiénes son los que se quedan con las porciones mayores de la torta y para saber cómo se dilapida la donación taiwanesa que con estos datos tendrá profunda repercusión interna en un país que tiene a la Contraloría como un cuarto poder capaz de ventilar todo hecho de corrupción, aunque sea la de la viuda de Chiang Kai-shek. Están enojados sus colegas colorados nombrados. Bachi Núñez, Lizarella, Beto Ovelar y Galaverna, entre ellos quienes chutaron la pelota para el costado dejando que sea la Justicia la que dilucide. Chaqueñito ya habló diciendo que no es su voz primeramente para luego concluir que quizás habló bebido con su colega Yamy Nal. Hay que recordar que in vino veritas, con el vino la verdad, lo que confirmaría el tenor de la conversación corrupta que mantuvieron. En un país serio, la Fiscalía hubiera tomado los recaudos, pero con el fiscal general que tenemos ni Mandrake tendría ganas de resolver este entuerto.

Arreglar los ascensores cuesta por supuesto mucho menos que los 8 millones de dólares de regalo taiwanés. Puede valer menos de 200 mil de la moneda americana con lo que el vuelto es enorme y despertó la codicia del par de tránsfugas. Dijeron que su voto cuesta 20 mil dólares y que están cansados de ser leales y no ser gratificados apropiadamente. Los afectados amenazan con una reunión de bancada para apartar estas voces discordantes que afectan su negocio y los de la oposición en presentar cargos penales y pedir que dejen sus cargos. El edificio del Congreso, regalado de Taiwán a comienzos de este siglo, costó 21 millones de dólares bien inflados. Y ahora con los USD 8 millones de regalo se frotan las manos todos los que cortan el bacalao de las licitaciones. Es un cachetazo al donante y una evidencia de que la mayoría construida con los tránsfugas se hizo pesando los votos en dinero. Los liberales como López, Amarilla, Noelia y Hermelinda quizás pidieron más por el partido del que provenían.

Penner y Kemper es probable que reclamaran menos por su origen partidario y patrimonio personal aunque eso nunca se sabe. Los que más tienen son a veces los que más quieren. Y los de Payo Cubas que venían de una larga hambruna se abalanzaron por los zoquetes con una impudicia que aparece graficada en la conversación de dos de sus miembros. Itaipú se muestra en la grabación como una generosa caja de provisión de recursos contratando personas y camiones que nunca requerirán aparecer en la práctica.

Un hecho bochornoso más en un Congreso degradado a lo más ruin. Sin revocatoria de mandato constitucional, los tránsfugas no reciben castigos por sus actos y hay que aguantarlos hasta el fin del mandato. Con sus aportes pueden incluso jubilarse como tales y lamentablemente el desprecio ciudadano llegará muy tarde cuando el daño acumulado haya sido enorme para la democracia.

No alcanza con decir que ka’ure gua ndoikei (con tragos no sirve). El tránsfuga gate, el nuevo escándalo de los trashumantes, se suma a los muchos protagonizados por esa docena de delincuentes electorales que mintieron para llegar, traicionaron los mandatos y no temen asumir abiertamente su corrupción. Además, sus socios de correrías y tropelías no son diferentes a ellos inventando título de abogado que no poseen.

Una nueva mancha para el Senado de la República y un aumento del desprecio ciudadano que lo padece.

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