La audiencia pública se realiza ante la presidenta del órgano, Nancy Hernández, y los jueces Ricardo Pérez Manrique, Alberto Bordea Odría, Verónica Gómez y Diego Moreno Rodríguez. No participa el vicepresidente Rodrigo Mudrovitsch, por ser enjuiciado su país.
Según la Comisión Interamericana, se sostiene la presunta responsabilidad del Estado brasileño por las presuntas violaciones ocurridas dentro del marco de las investigaciones por la muerte de 96 bebés entre junio de 1996 y marzo de 1997.
Los hechos, según la acusación de la CIDH, fueron como consecuencia de la alegada negligencia médica de los empleados de la Clínica Pediátrica da Região dos Lagos (CLIPEL), situada en la ciudad de Cabo Frío, en el estado de Río de Janeiro, Brasil.
En la audiencia pública primeramente declaró la testigo Eliana Goncalves Dos Santos, una oriunda de Cabo Frío, de 44 años, quien relató que los hechos ocurrieron en diciembre de 1996, cuando tuvo que ingresar a la unidad pediátrica de la clínica para tener a su bebé.
Contó que tuvo una semana de sufrimiento, que luego de nacer su hija no la dejaron verla, que la llevaron a la unidad neonatal, y que, antes del parto, no tuvo la asistencia médica debida, solo en el momento en el que nació Paloma, como llamó a su pequeña hija.
La testigo remarcó que como no podía ver a su hija, que se sacaba la leche para amamantar a la niña, y que siempre que preguntaba le decían que estaba bien y que pronto iría a su casa. Sin embargo, luego de nueve días se enteró de que había muerto.
Relató como le entregaron el cuerpo, que su madre la había vestido, que parecía un ángel. La historia, bastante fuerte, fue rememorada entre lágrimas de la testigo. Dijo que fueron muchos los bebés que habían fallecido en ese lugar.
Indicó que, ante la cantidad de hechos similares por las muertes de los recién nacidos, varios padres comenzaron a indagar, y supieron que fue a raíz de una infección hospitalaria, y que fueron atacados por una bacteria.
Goncalves Dos Santos aclaró que luego tuvo otros tres hijos y que ninguno tuvo problemas. Habló también de que varios de los que estaban en la clínica eran discriminados. Se quejó también de la falta de investigación del Estado para esclarecer los hechos.
Durante las preguntas ampliatorias de los jueces, consultaron los magistrados Diego Moreno, Alberto Odría, Verónica Gómez y Ricardo Pérez Manrique.
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Entre las consultas estaban sobre qué esperaban de la Corte IDH. Refirió que esperaba justicia, que el Estado brasileño mejorara el tratamiento en los hospitales para que no ocurrieran más casos de esta naturaleza.
Explicó que la causa de la muerte había sido una infección hospitalaria, que lo supo de la investigación que hicieron otros padres, que habían sufrido lo mismo en la clínica.
Aseguró que como morían muchos bebés en aquel periodo, comenzó cada uno a investigar y a tener acceso al prontuario, las pruebas laboratoriales, y así vieron que fueron atacados por una bacteria, una infección hospitalaria y que se les estaba tratando con antibióticos. Otras tres víctimas que estaban en la sala también se pararon.
Otro testigo
Después, declaró César Alejandro Nicolas Evoli, un ingeniero civil formado en la facultad de Buenos Aires, Argentina, acerca de lo que paso junto con su esposa Marcela Beatriz Garcela Evoli, como la acompañó durante su embarazado y nacimiento de su hijo en 1996.
Indicó que el embarazo de su esposa estaba previsto, planeado y con grandes espectativas para su primer hijo. “Prácticamente convivíamos con él, con el crecimiento. Esas cosas maravillosas que tiene el nacimiento. Mi esposa fue a una consulta de rutina con la obstetra, tuvo una ecografía de urgencia, que dio como resultado sufrimiento fetal”.
Comentó que tuvo cesárea al día siguiente, que su hijo nació en perfectas condiciones. Sin embargo, dijo que fue internada en la unidad neonatal. Al día siguiente, alegaron que debía seguir. Al quinto día quiso trasladar a su hijo, porque escuchó a los médicos hablar de una infección gravísima. Pero no le dijeron nada, hasta que, al sexto día, su hijo falleció.
Explicó que fueron a la funeraria y ahí uno de ellos le contó que eran varios los bebés que estaban muriendo en ese hospital. Relató que en el prontuario estaba escrito que la causa de la muerte fue una infección intrauterina, pero eso era totalmente descartable, lo que les dio elementos para pensar.
Comentó que pasaron cinco días, y que les llamaron para informarles que había sido atacado por una bacteria, que había habido síntomas de que eran atacados por una bacteria y que los antibióticos que les administraban no eran aptos para la bacteria. Incluso, algunos médicos habían comentado que había que parar las muertes.
Afirmó que luego de tres meses, con un grupo de familias, denunciaron el hecho por infección hospitalaria virulenta, pero que luego nunca más fueron atendidos. Con ello, luego fueron a la Fiscalía para denunciar por negligencia médica.
El testigo sostuvo que, pese a que sabían que había una infección hospitalaria, no pararon las internaciones para desinfectar el lugar, por lo que continuaron muriendo. Habló de la supuesta negligencia en la investigación.
Lo que buscaba el testigo era la verdad, según respondió a una consulta del juez Diego Moreno. Por la tarde seguirán las audiencias públicas con los testigos ante la Corte IDH.