21 mar. 2025

Soñar está bien, y prosperar también

Hace casi 3 años escribí una columna reclamando que el país tenga “un gran sueño” paralelamente a las tareas inmediatas que eran, y son, requeridas para resolver las necesidades básicas. Por definición, un sueño es algo que puede llevar tiempo, puede no lograrse debido a múltiples variables y puede ser muy difícil. Sin embargo, en el camino uno puede lograr mucho. Mi propuesta estaba orientada a algo que nos una a todos, y nos beneficie también a todos. Sigo pensando que sería muy conveniente. En ese momento cité ejemplos, como tener los mejores índices de nutrición infantil, y otros similares. Hoy en día, tanto ese como cualquier otro que apunte a mejorar la salud es apropiado. Paraguay tiene todo para ser un paraíso en todo sentido y es lo mínimo que le debemos a los miles que han derramado su sangre para que sigamos existiendo.

Hace muchos años, en mi adolescencia, construir la represa hidroeléctrica más grande del mundo era motivante, o que nuestra música sea escuchada y apreciada en muchos lugares lejanos, y particularmente, que la guarania sea reconocida como una creación paraguaya de belleza multicultural. Por sobre el impulso o el entusiasmo que hitos así puedan generar, debemos tener algún sueño que se vaya conquistando de a poco y que cada paso beneficie a alguien. Sostengo que debe estar vinculado a la salud. Es genial que seamos parte de un mundial de fútbol, o de otros importantes eventos internacionales, aunque paralelamente debemos conseguir soluciones que impacten en suavizar carencias.

La prosperidad, el avanzar sostenida y positivamente en la dirección correcta requiere de animarse a dar los primeros pasos, y a repetirlos cuando se complican, cuestan o se demoran. Tanto una mejor y más abierta negociación del anexo C como que los mejores profesionales de la salud, medicamentos y tratamientos estén disponibles y accesibles son objetivos cotidianos, debemos insistir todos los días. Muchas cosas merecen fuegos artificiales, grandes titulares, o una placa recordatoria, y también hay muchas cosas que cada uno puede lograr en sus actividades personales o emprendimientos y que también contribuyen a un mejor país: Hacer fila, esperar turno, respetar, rendir cuentas, ser transparentes, pagar impuestos, precios justos, ahorrar, conciliar, renunciar y cualquier otro acto que sume al bien común. Aprovechemos esta época de oración y reflexión para elegir cuál será nuestra ofrenda o nuestro desapego. Vamos a animarnos a “navegar mar adentro”, a “volver a lanzar las redes”, a llevar nuestras almas más arriba y más lejos, y sigamos buscando buenos líderes y grandes sueños y confiemos en que el Espíritu Santo nos ayude a perseguirlos con fe, perseverancia y coraje.

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