06 oct. 2024

Resistencia

La democracia se jalona de batallas continuas en una guerra contra la ignorancia, la brutalidad y el dolor. Ella requiere permanente atención porque carga en su organismo los gérmenes que quieren acabar con ella.

En ciertos momentos, la democracia parece eterna, pero en otros cae al límite de pretender terminar con todo porque no nos merecemos o porque hartos acabamos con elegir a nuestros verdugos. A falta de conciencia democrática y amor hacia los mandantes, ella puede tener episodios que llevan a los nostálgicos autoritarios a concluir que no nos da el cuero para vivir en democracia.

En términos fácticos se construye esta democracia absolutamente exótica en nuestra historia con los cascotes de la dictadura. Los escombros sirven de cimiento para una estructura donde ni la Constitución desconocida ni las leyes aplicadas por igual pueden enviar mensajes de consolidación del sistema democrático. Es tan grande la confusión que los seguidores de Paraguayo Cubas en el Congreso afirman que no se unirán a nadie “porque están en contra del sistema”. Si lo estuvieran en realidad deberían haberse manifestado para que liberen a su líder y renunciar a los cargos para los que fueron electos. Ellos son el sistema. Hacen parte de la misma cadena de producción que ha generado millones de pobres en un país de cínicos, mentirosos e incoherentes que se sienten ganadores por sobre un pueblo que no logra distinguir lo bueno de lo malo ni de la condición de verdugos o salvadores. Hay una profunda confusión que consolida la debilidad de la democracia. El partido ganador es oficialismo y oposición sin ningún costo político. Han representado esta obra teatral con tanto éxito que pasó de pukarã a tragedia en un mismo acto. Y se mantiene mientras el pueblo gime y llora frente a los responsables.

Los que ganaron saben cómo lograr el poder, pero no tienen la mínima intención de mejorar el sistema sanitario, educativo, económico o el de seguridad. En esto último es tan grande la confusión que eligieron a Riera como futuro ministro del Interior. El mismo sabe que no está preparado para el cargo, por lo cual espera jurar primero de senador antes que hacerlo de ministro. Cuando lo echen se volverá opositor para repetir el círculo vicioso de una política que de tan previsible ha perdido capacidad de sorprendernos. Otros escogidos para cargos electivos harán lo mismo. Traicionan la voluntad de sus mandantes que le dieron su voto para un cargo y cuando lo alcanzan se mofan de ellos. La trampa es celebrada y el tramposo proclamado como modelo político. Están todos reunidos en una camaradería decadente, los mentirosos, ladrones, incoherentes, tránsfugas y asesinos. Un cambalache donde cada día “lloran la Biblia junto al calefón” como dijo Discépolo cuando la Argentina comenzaba su declive.

En medio de todo este cuadro, Cartes está empeñado en mostrarse a la gente y frente a Peña como el verdadero presidente. Despacha con dos ministros de Abdo un proyecto de inversión en la zona del peligroso barrio San Francisco. No le importan las acusaciones de EEUU cuyo, Departamento de Justicia le ha perdido la pista mientras se concentra en acusar a Trump. Se vienen tiempos complicados con escenas repetidas en otros gobiernos. La salud de la gente seguirá enferma, la ignorancia será chequeada con detectores de metales y mochilas transparentes mientras la inseguridad campea y para los que pueden solo les queda la puerta de salida de las fronteras o el aeropuerto.

El pueblo seguirá resistiendo. Aislado y asistiendo a un espectáculo que él mismo ayudó a montar. Desconfiando de todo. De sus autoridades y de sus líderes. De las urnas e instituciones y aguantando como pueda una realidad que no logra transformarla en esperanza. Resiliencia y resistencia porque no queda de otra, aunque el desarrollo de la comedia acabe en tragedia.

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A continuación, una columna de opinión del hoy director de Última Hora, Arnaldo Alegre, publicada el lunes 2 de agosto de 2004, el día siguiente al incendio del Ycuá Bolaños en el que fallecieron 400 personas en el barrio Trinidad de Asunción.