09 jul. 2025

Proteger el origen: Salvar a los Ayoreos en aislamiento

Una de las culturas originarias más antiguas del monte chaqueño, el pueblo Ayoreo, libra una batalla por su supervivencia. Líderes y activistas indígenas denuncian que sus tierras ancestrales están siendo devoradas por la ganadería y el monocultivo de soja a gran escala.

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Imagen: Edición ÚH.

La comunidad de Ijnapui se encuentra en la primera línea de esta emergencia, soportando las constantes fumigaciones con agroquímicos y la imparable deforestación. La situación es aún más crítica para los Ayoreos no contactados, conocidos como silvícolas, quienes viven en aislamiento voluntario.

Este avance implacable los empuja a buscar refugio, acercándose peligrosamente a las comunidades ya contactadas.

Esta grave situación ha encendido las alarmas entre los líderes Ayoreo, quienes temen un genocidio sin precedentes. Carlos Diri Etacore, líder de la comunidad Ijnapui, alza su voz para denunciar la amenaza. “Mi padre era de Garaygosode y desde ahí salimos hacia el norte... ellos libremente caminan, consumen lo que encuentran”, relató Etacore, enfatizando la importancia de respetar la decisión de sus hermanos no contactados. “Sabemos bien que hay hermanos aislados todavía y es un peligro que ellos no encuentren más su comida, su medicamento natural. Cuando se destruye todo, es un peligro para nosotros. Siempre le llamamos al monte, mercado para los Ayoreos. Y ahí tienen todo, los animales, miel, diferente miel hay”.

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Según un anciano ayoreo, este dibujo corresponde a un mapa que hacen los silvícolas para ubicarse.

Gentileza

Genocidio inminente

El desmonte es una herida abierta que afecta tanto a los Ayoreos contactados como a los silvícolas. Según datos de la Iniciativa Amotocodie, Paraguay se ubicó en 2024 entre los 10 países con mayor deforestación a nivel mundial. “No quiero hacer desmonte”, afirmó Etacore, expresando su profunda preocupación. “Para nosotros es preocupante porque sabemos y escuchamos de la gente blanca que cuando uno hace desmonte destruye mucho la naturaleza”.

La comunidad de Ijnapui es una de las pocas que ha tenido cierto contacto con silvícolas. El ruido constante de la maquinaria en el monte los ha forzado a acercarse a la comunidad. “Hoy, (hubo) mucho movimiento ya otra vez. Se ve la pisada nueva y se acerca a la comunidad. Una vez en diciembre creo que era y ahí se acercó más”, compartió Etacore sobre cómo sus hermanos no contactados se acercan a ellos.

La comunicación con los Ayoreos silvícolas tiene lugar a través de una “pared” invisible de respeto y miedo mutuo. “Mucho miedo, (el) aislado tiene mucho miedo a nosotros en la comunidad. Por eso no quiere así de golpe entrar y hacer contacto”, apuntó.

Recientemente, se reportó un acercamiento de silvícolas a Ijnapui, primero dos, luego un grupo de cuatro: Una mujer, tres hombres y un niño. Estos silvícolas, considerados un patrimonio invaluable de la humanidad, según el Atlas de las Comunidades Indígenas del Paraguay, enfrentan una alarmante falta de apoyo estatal. Los líderes Ayoreo denuncian que el apoyo gubernamental es insuficiente y, en ocasiones, incluso parece favorecer a los ganaderos, buscando, según sus palabras, “que termine ya esa gente para que no nos protejan más o manifiesten más donde ellos viven”.

El año pasado, un incidente en Lagerenza’i (Chaco), donde se encontró un cadáver, generó sospechas entre los líderes Ayoreo. Aunque la Fiscalía determinó que no era un nativo silvícola, los rasgos de la persona –desnudo, sin zapatos ni “choro anatómico"– llevaron a la comunidad a creer lo contrario, lo que resalta la desconfianza y la percepción de vulnerabilidad.

La voz incansable

Otro líder que alza su voz en esta lucha es Basuy Picanerai, de la comunidad Ebetoge y un incansable activista indígena. Como miembro de organizaciones como Garaigosode y Ducodegosode, Picanerai es un vocero fundamental para su comunidad y para los Ayoreos no contactados.

Él denuncia la deforestación y defiende la autodeterminación de los silvícolas y el Tamucode como territorio ancestral. “De hecho que soy Ayoreo y siento la preocupación que viene de nuestra gente, especialmente a los adultos, los ancianos, porque existe todavía ancianos en las comunidades donde ellos manejan más o menos el ambiente natural”, expresó Picanerai. “Cuando hubo deforestaciones, ellos sienten que los pueblos Ayoreos están sufriendo, (están) amenazados”.

Subraya la importancia de que los líderes contactados eleven su voz por aquellos en aislamiento voluntario que no pueden reclamar ante la prensa o las autoridades. “Nosotros como líderes, los dirigentes de la organización, como asociación, estamos al frente para reclamar ante el derecho de ellos”, sostuvo.

La acelerada deforestación ha impactado directamente en el Tamucode, un lugar histórico conocido como Estancia Faro Moro, que solía ser rico en agua y recursos. “Era un lugar donde la zona tenía bastante aguada, a pesar de la sequía se mantiene aguada en la zona. En el territorio hay plantas, hay medicina, hay humano que es la persona no contactada”, explicó Picanerai.

El ruido de las maquinarias, día y noche, ha llevado a los Ayoreos aislados a buscar refugio en las comunidades cercanas.

La disminución del territorio afecta todos los aspectos de la vida y la cultura del Ayoreo, incluso la producción de artesanías, ya que es cada vez más difícil conseguir los materiales.

A pesar de las difíciles condiciones, Basuy Picanerai se mantiene firme en su lucha, exigiendo respeto y reconocimiento para su pueblo como parte integral de Paraguay. “En primer lugar, hay que respetar el origen del Ayoreo. Que los Ayoreos siguen siendo personas Ayoreo, vamos a decirles que el Ayoreo siempre está de pie para enfrentar alguna necesidad que viene al pueblo”.

Picanerai hace un llamado al Gobierno para que reconozca la existencia del pueblo Ayoreo y la creciente amenaza que enfrentan. Destaca el profundo respeto de los Ayoreos por la naturaleza: “Cuando los Ayoreos viven en el aislamiento voluntario, solamente ellos matan animales que consumen. Si comparamos hoy en día a los ‘coñones’ a los blancos, vimos que los blancos matan a animales silvestres y cualquier bicho en la ruta. Y, en cambio, los Ayoreos nunca hicieron eso. Ellos respetan la vida de la naturaleza, se respeta a árboles, en general, solamente cuando se consume algún animal se mata, cuando usa un árbol se corta”, expuso.

La historia del pueblo Ayoreo es un grito desgarrador desde el corazón del Chaco. Es una historia de resiliencia frente a una profunda vulnerabilidad ante un modelo de desarrollo que ignora la vida y la cultura ancestral.

La pérdida de su hábitat natural, la escasez de alimentos y el riesgo de enfermedades por la contaminación son amenazas inminentes.

La protección de los Ayoreos en aislamiento no es solo una cuestión de derechos humanos, sino también de la preservación de la diversidad cultural y ecológica del planeta. Cada árbol que cae, cada fumigación, cada hectárea de monte que se pierde es un pedazo menos de la historia viva de la humanidad.

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