Los continuos episodios de incendios forestales ya arrasaron con miles de hectáreas de áreas boscosas que albergan una vasta biodiversidad, como el caso de las áreas silvestres protegidas.
Para la ingeniera agrónoma y docente investigadora de la UNA, Lidia Pérez de Molas, el peligro para la flora se da sobre todo en el caso de las especies de bosques que no están adaptadas a las quemas periódicas, a diferencia de las que son de áreas de Ecorregión del Cerrado. “Lo que ocurre es que muchos de estos árboles se mueren. Sobre todo si la quema ha sido muy intensa y recurrente, dos veces en un año o en cada año. Antes también sucedían las quemas en masas boscosas, pero en lapsos más prolongados”, destaca.
Varias de estas especies nativas, que no están adaptadas al fuego, se encuentran además en la lista de amenazas o de peligro de extinción. (Ver infografía).
Estas plantas se pueden regenerar por brotación, no obstante, –explica– se necesitan muchos años para llegar a la adultez. Luego están los bancos de semillas que se tienen en el suelo, pero muchas de ellas necesitan un ambiente propicio para germinar y desarrollarse.
Sin embargo, para este proceso de regeneración los episodios de fuego descontrolados que llegan a las áreas boscosas y son cada vez más frecuentes no colaboran.
Resiliencia. Una formación que cada año se quema, ya sea de manera controlada o espontánea, es el cerrado, indica la ingeniera. Agrega que se trata de una especie de sabana, de formación vegetal que se caracteriza por un tapiz herbáceo continuo y formado por árboles aislados.
“Ese tipo de formaciones son propensas a los incendios porque el estrato herbáceo, donde están los pastos, y otras especies de hojas anchas pierden sus hojas y van formando un colchón de material que puede prender fácilmente”, relata.
Pero asegura que estas formaciones tienen miles de años de evolución y adaptación. “Suceden los eventos como el fuego y las especies se van adaptando, desarrollando estructuras que protegen los brotes o los órganos reproductores, flor, frutos, etcétera. Es decir, esas yemas que están allí son afectadas por el fuego, pero tienen la capacidad de adaptarse”, comenta.
Entre las especies que tienen la capacidad de resiliencia citó como ejemplo: paratodo, morosyvo, palo vino.
La investigadora comenta que está científicamente documentado que muchos frutos y semillas inclusive necesitan de cierta temperatura para poder germinar. “En México está muy bien estudiada una especie de pinos que si no se producen los incendios no germinan”.
No obstante, el escenario ante las condiciones meteorológicas de la época no es favorable ya que pueden descontrolarse las quemas prescriptas y afectar a otras áreas. Estas quemas además repercuten en la mala calidad de aire.
Parque. Entre las áreas protegidas el Parque Nacional Cerro Corá es uno de los más afectados. Durante siete días se tuvo combate contra el fuego en el sitio y ocho días en el área de amortiguamientos. La pérdida es cerca del 70% de su biodiversidad. Este parque, en Amambay, cuenta con 5.538 hectáreas.
200 focos de calor se estima que se podrían alcanzar este año en el país ante anuncio de que sequía continuará.
70% aproximadamente es el área afectada en el Parque Nacional Cerro Corá por incendio, que cuenta con 5.538 ha.
Pedido de declaración de emergencia nacional
El cambio climático favorece los incendios forestales y, al mismo tiempo, estos emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que incrementan el problema, comentó Óscar Rodas, director de Cambio Climático y Políticas de WWF-Paraguay.
Son estos círculos viciosos, agrega, los que generan un gran impacto negativo en el ambiente, algunos ya irreversibles, como el caso del aumento del nivel del mar.
Por este motivo, comenta que la coalición Por Los Bosques solicita la declaración de emergencia nacional para cortar este ciclo de degradación.
Desde la coalición solicitan enfocar la atención de los gobiernos en el fortalecimiento de la gestión de riesgos en áreas protegidas. Lo que exige una gestión de brigadas de bomberos forestales y unidades de soporte multidisciplinario, con prácticas en sistemas de respuesta ante desastres.
Prohibir la transformación definitiva de las áreas afectadas por los incendios y actuar para la recuperación de estas zonas quemadas.
También coordinar la instalación de una “mesa de gestión de contingencia de incendios y desastres” nacional y a nivel de los municipios y gobernaciones entre otros aspectos.
