En la misma semana en que un tribunal condenaba a dos policías gatillo fácil, por disparar y dejar parapléjico a un joven, se produjo otro incidente. Esta vez fueron dos efectivos quienes ya están imputados por tentativa de homicidio doloso y lesión grave, luego de un dudoso procedimiento policial ocurrido en Areguá, en el que fueron heridas de bala dos niñas.
El caso de Richard Pereira sucedió el 13 de agosto del 2016, cuando el suboficial Jhonie Orihuela y el comisario Jorge Zárate persiguieron al joven y lo atraparon en un callejón sin salida. Un video mostró después cuando el joven descendió con las manos arriba de su vehículo, siendo apuntado con un arma por el suboficial, quien lo redujo contra el rodado y luego lo obligó a arrodillarse. Posteriormente le disparó a la altura del cuello, y como consecuencia quedó parapléjico.
Después del disparo, los agentes lo subieron a la patrullera, y en dicha escena de la grabación se ve el momento exacto en que los uniformados plantan como evidencias un arma calibre 22 y tres tocos de marihuana. El video demuestra asimismo que el joven no iba armado. Finalmente, el suboficial labró el acta en donde figura que la víctima atacó con disparos a la patrullera y que hallaron droga en su vehículo.
Tres años después, los policías que en un procedimiento irregular dejaron parapléjico al joven Richard Pereira fueron condenados a 20 y 11 años de cárcel.
El nuevo caso que conmociona a la ciudadanía se produjo en la ciudad de Areguá, cuando alrededor de las 18.30 del lunes, en el barrio Caacupemí de la ciudad de Areguá, agentes, que según sus jefes se encontraban de día libre, persiguieron a una camioneta que transportaba a niños que volvían de la escuela. Los agentes supuestamente estaban investigando un caso de robo de vehículo, dispararon (unos 50 tiros) e hirieron a dos de sus ocupantes. La más afectada fue una niña de 8 años que recibió tres balazos: en ambas rodillas y en la muñeca. Los policías involucrados pertenecen al Departamento de Investigación de Delitos del Área Central.
Los paraguayos no nos merecemos vivir en un país en el que tener miedo de la Policía es una constante. Es deber de esta institución brindar seguridad a las personas así como resguardar sus bienes; y es absolutamente reprochable el uso excesivo de la fuerza.
La Policía Nacional se mantiene con los impuestos que paga el pueblo paraguayo y debe garantizar la seguridad ciudadana. Por esto resulta indignante que la institución mantenga dentro del cuerpo a delincuentes disfrazados de policías.
Solamente una Justicia pronta que sea capaz de otorgar condenas ejemplares a los gatillo fácil hará posible que se pueda comenzar el cambio. Al mismo tiempo, nuestra Policía Nacional debe depurar sus cuadros y extirpar del cuerpo a estos delincuentes de uniforme. La corrupción y el uso desmedido de la fuerza deben ser desterrados de esta institución.