Reducto era una fiesta. Aquella mañana del sábado 11 de julio del 2015, una multitud estaba congregada a lo largo de la avenida de La Victoria. Todos aguardaban la llegada del papa Francisco, que visitaba ese día el Hospital Pediátrico Acosta Ñu.
“Yo tuve que caminar 1.200 metros porque no podía pasar de la gente”, contó una de las funcionarias del hospital que vivió ese momento.
“Cuando eso el hospital era chiquito. Hubo gente que acampó acá en el patio del hospital”, recordó la joven sobre aquella mañana.
Cuando el Sumo Pontífice llegó, una gran cantidad de personas lo esperaban tras las vallas. Sin embargo, ello no impidió que tres niños, pacientes del hospital, llegaran hasta él.
Luego de saludar a los feligreses que lo recibieron con entusiasmo, el Papa inició su recorrido por las instalaciones del centro asistencial pediátrico.
Fue en ese momento en que el doctor Marcos Melgarejo, jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca Pediátrica, vivió el momento que recordará por el resto de sus días.
“Estábamos con los niños que ya habíamos trasplantado del corazón. Y él se acercó. Cuando se acercó, yo me adelanté, le expliqué quién era, qué hacía en el hospital. Y él, por decirlo de alguna manera, me interrumpió un poco y me dijo: “Mira, antes que me sigas diciendo nada, permíteme bendecirte las manos por todo el trabajo que estás haciendo”, recordó.
Para el profesional de la salud resulta difícil de describir con palabras lo que vivió en ese momento. Lo define como extremadamente emotivo y de alguna manera impactante.
“Lo que me transmitió en ese momento, si puedo definir en una palabra, es paz. Transmitía una paz interior, con su forma pausada de hablar, bendiciendo. Entonces, lo que me transmitió realmente en ese momento es paz. Mucha fuerza para seguir haciendo lo que hacemos diariamente”.
Cuando supo del fallecimiento del Papa, lo primero que recordó fue aquel momento de la visita al hospital. Y agradeció a Dios por haber tenido esa oportunidad.
Considera que uno de los grandes legados de Francisco fue demostrar la apertura de la Iglesia Católica hacia todas las personas. “Vino a cambiar la forma de como se veía”, dijo.