11 sept. 2025

Murakami reivindica la pausa y la tranquilidad necesarias para leer

Haruki Murakami recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023. Traducido a más de cuarenta idiomas es, según los especialistas, un escritor inquietante, con una prosa en la que se aprecian influencias de autores como Dostoievski, Dickens o Capote.

Haruki Murakami Haruki Murakami Haruki Murakami_43579682.jpg

suHaruki Murakami es premio Princesa de Asturias 2023.

EFE

El escritor japonés Haruki Murakami, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2023, reivindica la pausa y la tranquilidad necesarias para leer ya que “hay cosas y pensamientos que se pueden transmitir solamente cuando se toman con calma y despacio”.

Este fue uno de los mensajes que el escritor transmitió en un encuentro con estudiantes en la localidad de Avilés (norte de España), un día antes de recibir el galardón en una ceremonia presidida por los reyes de España.

“Es muy importante creer en la fuerza de las novelas o los relatos”, dijo el autor de Tokio Blues ante la joven audiencia, tan vinculada a los móviles y a las pantallas y a quienes quiso animar a leer, poniendo en valor la lentitud que ello requiere frente a la rapidez de esas tecnologías.

En otro encuentro, con miembros de 92 clubes de lectores de cuatro comunidades autónomas del norte de España, celebrado en el Teatro Jovellanos de Gijón ante un auditorio con 1.000 personas, Murakami ha dicho que no busca las historias que escribe, sino que se sienta a esperar que le caigan “del cielo”.

El autor japonés más leído en el mundo ha reconocido que la novela Rojo y Negro, de Stendhal, que leyó a los 12 años porque el libro estaba en su casa, fue una de las mayores influencias que lo impulsaron a dedicarse a la literatura con un estilo que busca diferenciarse del resto de escritores contemporáneos.

El escritor, nacido en Kioto en 1949, ha rechazado la opinión de algunos críticos literarios que lo consideran “el padre del realismo mágico japonés”, al afirmar que huye de todos los “ismos” y que en cualquier caso su estilo es el “murakaismo”.

Además, ha expresado su desacuerdo con las críticas que se le han hecho en su país por considerar que sus novelas no son japonesas, al afirmar que es japonés, escribe en japonés y come comida japonesa.

También ha admitido que en su juventud se sintió atraído por los clásicos rusos como Dostoievski y Tolstói, y que siendo adulto descubrió la literatura norteamericana, que traducía al japonés.

A este respecto, ha explicado que su inclinación por una narrativa un tanto más occidental puede haber tenido su origen en que sus padres eran profesores de literatura japonesa y quiso estar “lo más lejos posible” de eso.

Cuando escribe, Murakami se levanta muy temprano, a las 04:30, hace y bebe café y al mismo tiempo piensa cómo va a continuar la historia, pero nunca se inspira corriendo, una actividad que le permite tener la “fortaleza física” que necesita para crear.

Autor de una numerosa bibliografía, Murakami ha dicho que tiene 74 años y no sabe cuántas novelas más puede escribir “antes de marchar de la vida”, ni cuáles pueden ser las historias que vaya a contar porque cuando no escribe simplemente espera encontrar alguna que le “caiga del cielo”.

Murakami ha expresado además su convicción de que “la tarea de un escritor es crear algo”, para lo cual tiene que “bajar hasta el segundo subsuelo de la conciencia” y asumir distintos roles para ponerse en el lugar de los posibles lectores.

El escritor japonés afirmó que las historias que nutren sus obras le “caen del cielo” y solo tiene que buscar la forma y el ritmo del relato para encajarlas en su “estilo particular”, alejado de cualquier tipo de encasillamiento y que ha definido como “murakaismo”.

Redes sociales

La desconfianza de Murakami hacia la Inteligencia Artificial la hace extensiva a las redes sociales, pese a haber puesto en marcha iniciativas como la de un consultorio con sus lectores a través de una página web, una experiencia que reflejó en uno de sus libros.

“He probado un poco las redes sociales, pero llegué a la conclusión de que no me sirven, así que no las uso ahora”, reflexiona Murakami tras lamentar que, en un primer momento, podrían ayudar a crear una democracia “de alguna forma nueva” y haber terminado “decepcionado”.

La influencia de las redes sociales y del proceso de digitalización puede hacer que a una gran mayoría de usuarios de internet el ritmo de las novelas les parezca “muy lento”, señala el escritor japonés más leído del mundo, aunque a la vez se mostró convencido de que las obras literarias “perduran más”.

“Por eso tengo fe en el poder de las novelas y de las historias. A lo mejor hay muy poca población en el mundo que acepta una información más tardía o lenta. Aunque sea el diez o incluso el cinco por ciento, confío mucho en la fuerza de esas personas”, subrayó.

Más contenido de esta sección
En un acto realizado en la Biblioteca del Centro Cultural de España, recreada como un espacio evocador del tiempo y la memoria, la penumbra resaltaba una obra del artista Gustavo Benítez (Asunción, 1959). Bajo el objeto de grandes dimensiones, hecho de celulosa y fibras vegetales, el artista y el crítico que escribe esta reseña subrayaron circunstancias del desarrollo visual de nuestra escena.

El 16 de agosto, en Paraguay, se celebra el Día del Niño. Pero, ¿realmente celebramos la infancia o nos rendimos a una narrativa nacionalista que manipula un trágico suceso para consolidar un discurso político? Esta entrega explora cómo el populismo paraguayo transformó una tragedia en un símbolo de victimismo, distorsionando la historia y el propósito original de la conmemoración.
El cineasta francés Dominique Dubosc (Pekín, China, 1941), cuyas primeras películas documentales fueron realizadas en Paraguay en la década del 60 (las clásicas Kuarahy Ohecha y Manohara) es autor de una pieza de videoarte intensa y poética que describimos en esta reseña. Se trata de Una ilusión óptica, obra que captura una escena auténtica filmada en Palestina, y que fuera mostrada en Asunción hace apenas un año.
El nuevo libro fotográfico del artista Javier Medina Verdolini busca arrojar la luz necesaria para contar historias sobre un lugar tanto imaginario como real ubicado en el Chaco.
Hace 160 años, el 26 de junio de 1865, un choque menor en los esteros del Mbutu’y –entre una columna paraguaya de apenas cuatrocientos hombres al mando del entonces capitán José del Rosario López y una brigada imperial brasileña que la superaba casi diez a uno– se transformó, con la ayuda de la pluma y la imprenta, en una de las gestas más citadas del panteón lopista.
Cuando entré al taller del artista Enrique Collar, una mezcla de atmósfera añeja y contemporánea, europea y sudamericana, me hizo comprender el ilusionismo noble y empático del Paraguay que recorre y vive en su imaginación.