Los partes oficiales del Brasil describieron la acción como un triunfo sin consecuencias estratégicas, mientras que los memoriosos paraguayos –desde el cronista Centurión hasta el general Resquín– la elevaron a epopeya, atribuyendo al enemigo hasta un millar de bajas y celebrando once cargas rechazadas “con lanzas y trabucos”. Esta distancia entre los números y la narrativa ilustra cómo la Guerra de la Triple Alianza no solo se libró en los campos de Itaquí, sino también en la construcción de la memoria colectiva. Hoy, cuando el aniversario redondo invita a volver sobre el expediente, vale la pena preguntar: ¿Qué ocurrió realmente en aquella colina semiboscosa y por qué la versión heroica resultó tan útil para el régimen del Mariscal Francisco Solano López?
Los relatos brasileños y paraguayos difieren en todos los detalles importantes de la resultante batalla de Mbutu’y, incluyendo el lugar específico en que se libró. Mientras las fuentes convencionales del Brasil lo ubican a cincuenta kilómetros al sur del río Mbutuí, los paraguayos mantienen que ocurrió cerca del río mismo.
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La columna paraguaya –que estaba al mando del capitán José del Rosario López– estaba compuesta de 400 hombres de la Caballería e Infantería, incluía varios voluntarios correntinos y uruguayos. Uno de estos, Justiniano Salvañach, había servido al ex gobierno blanco como mayor del ejército y ahora actuaba como adjunto de López para guiar las fuerzas del mariscal a través de Rio Grande do Sul y Uruguay. Este cuerpo estaba encargado principalmente de confiscar ganados, caballos y convoyes de los alrededores a medida que avanzaba con la División principal de Estigarribia después de dejar São Borja, se dirigió a Itaquí.
Una brigada brasilera al mando del coronel Antonio de Fernandes Lima y su brigada de tres mil quinientos hombres que había fracasado en evitar la ocupación de São Borja por parte de Estigarribia y sabiendo ahora que la fuerza del capitán López estaba muy por detrás de la fuerza principal paraguaya, resolvió llevar adelante una terrible venganza.
López, al verse sorprendido por las fuerzas brasileras que lo superaban ampliamente, ordenó a sus tropas desmontar y establecer una posición defensiva en la cima de una colina semiboscosa. El estero Donato estaba a sus espaldas, lo que le hacía difícil a Fernandes atacarlo por atrás. El comandante brasileño estaba forzado a realizar un asalto frontal.
Apenas se disipó la gruesa niebla, el ataque empezó a las 08:20. Fernandes no pudo coordinar sus cinco regimientos para que asaltaran a los paraguayos simultáneamente; esto le dio a López la oportunidad de rechazar con su desventaja numérica.
Una y otra vez, los jinetes brasileños salían adelante, primero por el flanco derecho del enemigo, luego por el izquierdo. Los hombres de Fernandes llevaban modernas carabinas conocidas por su distancia y precisión. Estos rifles pronto tuvieron un efecto terrible sobre los paraguayos, quienes en su mayor parte estaban armados con lanzas y trabucos.
Si el comandante brasileño hubiera comprometido a los dos regimientos que tenía en reserva, podría haber barrido la posición de López ya al principio del enfrentamiento, los paraguayos resistieron once embestidas. En cada ocasión, los brasileños los desgastaban un poco más.
Pese a sus pérdidas, el centro paraguayo y su ala izquierda se mantuvieron firmes por más de una hora. Al final, la Infantería paraguaya se escabulló en el Donato, dejando tras de sí muchos cadáveres. Sorprendentemente, el centro de López todavía no mostraba signos de debilidad.
Después de otra hora, Fernandes suspendió el ataque. Probablemente quería montar una carga final con la ayuda de sus unidades de reserva, pero optó por hacer descansar a sus tropas antes. López, cuyos hombres no estaban menos agotados, ordenó pese a ello a todos los sobrevivientes retirarse hacia el norte para unirse a sus camaradas que todavía buscaban un refugio entre los altos juncos.
Mientras los paraguayos buscaban tierra firme entre el agua y el lodo, otra brigada del ejército imperial, la Cuarta, arribó para reforzar a Fernandes con otros dos regimientos de Caballería y uno de Infantería. Tras un breve intervalo, el comandante brasileño confiadamente ordenó a la fuerza combinada atacar a los restantes paraguayos.
A último minuto, Fernandes decidió que no debería arriesgar sus unidades montadas en semejante terreno y abortó el ataque. La batalla estaba terminada. El comando de López sufrió 116 muertos y 120 heridos. Fernandes aseguró haber sufrido cuarenta muertos y setenta y ocho heridos, aunque sus bajas fueron probablemente dos o tres veces mayores.
El capitán López y sus restantes 160 hombres finalmente encontraron a Estigarribia, quien estaba todavía moviéndose dificultosamente al sur sin saber que algo hubiera pasado.
En términos de campaña en su conjunto, esta victoria brasilera tuvo muy poca importancia. La principal fuerza paraguaya todavía estaba avanzando y la acción de Fernandes en Mbutu’i no hizo nada para demorar su progreso. De hecho, cuando las Primera y Cuarta Brigadas deberían haber estado golpeando la retaguardia de Estigarribia, el coronel paraguayo entraba en Itaquí sin oposición.
Fragmentos tomados de: La Guerra de la Triple Alianza Vol. I, de Thomas Whigham.
La versión de Centurión
La pequeña fuerza paraguaya fue atacada de improviso al romper el día. Rechazados los brasileros, cargaron sucesivamente once veces hasta las once del día, siendo cada vez rechazados con grandes pérdidas.
Cuando llevaron la última carga, solo había un resto de sesenta y tantos paraguayos sanos, pero bastantes para hacerles morder el polvo de la derrota, quedando dueños del campo de batalla.
El resultado de tan reñida acción fue de parte de los paraguayos unos 300 y tantos hombres fuera de combate entre muertos y heridos, ¡y de parte del enemigo, de 800 a mil!
El Mariscal López, complacido con el comportamiento de los paraguayos en Mbutuy, mandó a su jefe, el capitán López, al despacho de sargento mayor.
El emperador del Brasil, justamente indignado por la conducta de su ejército, ordenó que fuesen sometidos los jefes que lo mandaban, a un consejo de guerra, ¡a fin de que explicaran cómo 400 paraguayos han podido derrotar a 3.500 brasileros! Siento no poder citar los documentos oficiales que constatan este hecho, por no tenerlos a mano; pero no por eso es menos exacta la relación que dejo consignada.
La versión de Francisco Isidoro Resquín
Combate en el Mbutuy
El 26 de Julio del año dicho, el comandante Estigarribia, después de haber demorado en San Borja más de lo que debía, con arreglo á las instrucciones que le fueron dadas, marchó sobre Uruguayana, llevando de vanguardia una avanzada de mil hombres de infantería y de caballería, al mando de los capitanes López y Berdoy, los cuales, al llegar al paso del arroyo Mbutuy, se encontraron con una fuerza superior de los brasileños, á las órdenes del general Canabarro, y dispuesta á defender aquel paso.
Los capitanes López y Berdoy no se intimidaron, á pesar de haber notado desde el primer momento la superioridad de las fuerzas contrarias, y se decidieron á entrar en acción.
Cuatro horas duró la batalla, fué reñidísima, dando por resultado que después de haber producido el desbande de las tropas brasileñas, pasaran aquellos bravos capitanes el Mbutuy entre cadáveres de enemigos.
La versión de Pedro Duarte que formaba parte de esta expedición al sur al igual que el capitán López
“Estigarribia había también destacado en [//] demanda de Asuncao al capitán López, oficial principal en el ejército, al frente de 300 hombres. En el regreso estos se vieron rodeados y tuvieron que abrirse paso dejando algunos muertos”.