Ciudad del Este también registra antecedentes, pero que en la actualidad la Comuna logró contener, luego de varios años de reclamo de los vecinos de un barrio.
Los hechos se registran en sectores en los que se instalan las empresas que se dedican al entretenimiento, gastronomía y venta de bebidas alcohólicas.
Las denuncias refieren al excesivo volumen de los equipos de sonido, vehículos que obstaculizan el tránsito en avenidas y paseos centrales, además de los desechos que dejan –al término de las farras– cada fin de semana.
Simón Villalba, vecino del Área 5 de Presidente Franco, recurrió ante la Junta Municipal de su ciudad para requerir una solución definitiva al flagelo. “El sonido no nos deja a nadie dormir, tenemos dos criaturas chicas. Tengo un nieto autista”, afirmó.
A propósito, la comisión vecinal del barrio ya remitió sendas notas a la Municipalidad de Franco, al intendente y a la Dirección del Ambiente, en las que destacan que hace dos meses se habilitó un local de venta de bebidas que se convierte en una especie de club nocturno. Allí, acuden cerca de un centenar de clientes, en su mayoría estudiantes de una universidad privada situada en la misma cuadra. Las calles y el paseo central se cierran y los vecinos se quejan de la música a alto volumen que sale del lugar. Este local funciona desde las 16:00 hasta la madrugada, los fines de semana. El hecho fue denunciado a la Comisaría y ante la Fiscalía.
La Junta Municipal aprobó un urgimiento al intendente Roque Godoy, respecto a la polución sonora, a instancias de la denuncia formulada por una comisión vecinal.
Similar. En Hernandarias la situación es igual. En la avenida gastronómica, ubicada en el barrio Las Américas, hay numerosos locales como atractivo turístico, pero su imagen está siendo afectada por los inadaptados, según lo denunciando en más de una ocasión por David Monzón, presidente de la Junta y propietario de uno de los locales.
En ese caso, la Junta resolvió pedir al intendente Nelson Cano la adquisición de un decibelímetro para el control de la polución sonora y la multa a los infractores, sean locales comerciales o conductores que utilizan vehículos con equipos de sonido con alto volumen, motos con escape libre y el control del consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Los concejales pidieron tocar el bolsillo de los infractores para paliar el problema.