El portal The Wrap, citando a su representante, aseguró que Joel Schumacher padecía cáncer, mientras que la revista Variety detalló que murió en Nueva York (EEUU).
Además de esas dos cintas sobre Batman, que resultaron bastante polémicas dentro de las adaptaciones a la gran pantalla del superhéroe enmascarado, la filmografía de Schumacher destaca también por otras conocidas películas.
La carrera de Schumacher (Nueva York, 1939) comenzó lejos de la cámara y de la silla de director: fue diseñador de vestuario en cintas como Sleeper (1973) o Interiors (1978), ambas de Woody Allen.
El salto a la dirección lo dio gracias a la televisión con las cintas para la pequeña pantalla Virginia Hill (1974) y Amateur Night at the Dixie Bar and Grill (1979), antes de debutar en las salas con The Incredible Shrinking Woman (1981).
Su primer éxito como realizador llegó con St. Elmo’s Fire (1985), una mirada generacional a un grupo de amigos camino de la vida adulta y en cuyo reparto sobresalían unos jóvenes Rob Lowe, Demi Moore y Emilio Estévez.
Y su confirmación vino de la mano de la vampírica The Lost Boys (1987), que mezclaba terror y comedia con Kiefer Sutherland al frente del elenco.
Una seña de identidad de Schumacher fue la variedad de sus títulos: podía pasar del terror de Flatliners (1990) al drama romántico de Dying Young (1991) contando para esas dos películas con Julia Roberts como protagonista.
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Poco después presentó en el Festival de Cannes la que posiblemente sea su cinta más aplaudida: Falling Down (1993), en la que Michael Douglas interpretaba a un abogado en Los Ángeles (EEUU) hastiado del día a día y de morderse la lengua y que, de repente, decidía dar rienda suelta a todo su enfado.
Tras la película de tribunales The Client (1994), su primera adaptación de John Grisham (en 1996 presentaría A Time To Kill), Schumacher tomó el testigo de Tim Burton (Batman, 1989; Batman Returns, 1992) para continuar la historia del héroe de Gotham.
Fichó a Val Kilmer para Batman Forever (1995), donde se enfrentaba a Tommy Lee Jones y Jim Carrey como villanos en una cinta que fue un gran éxito de taquilla pero que obtuvo flojas críticas.
Mucho peor fue el recibimiento de Batman & Robin (1997) con George Clooney como Batman y que se llevó unas reseñas pésimas.
Esta cinta reforzaba una curiosa estética entre camp y kitsch e irritó a los fans más estrictos que tenían a Batman como un superhéroe en un mundo de tinieblas.
No obstante, Schumacher, que era gay, ahondaba en esta película, de manera más o menos sutil, en la famosa interpretación homoerótica de las aventuras de Batman y su compañero Robin.
Su último trabajo tras las cámaras fue dirigiendo dos episodios de la serie House of Cards (2013-2018).