09 nov. 2025

Microondas

Una maestra se compró un horno cuyo valor no superaba el millón de guaraníes hace 11 años y ahora tiene una deuda acumulada y demandada de medio millón de dólares.
Este escándalo de alcance universal solo puede pasar en este país.

La mafia de los pagarés es un reflejo del Paraguay que vivimos. La afectada lloró ante las cámaras de televisión con una poderosa autocrítica pidiendo perdón a lo que llegó siendo docente. Se la disculpa porque ella no es la única afectada. Son miles de sus colegas que igualmente fueron víctimas de un sistema perverso que nadie nunca se dio cuenta de la estafa que movía millones de dólares con el esquema montado por abogados de empresas de cobranzas y el perverso sistema judicial que hacía de cómplice. En el medio, las asociaciones con quienes se hicieron algunos negocios o el Estado a través del cual se descontaban los haberes para el pago extorsivo o con la Oficina de Defensa del Consumidor como el propio defensor del pueblo que fingieron demencia ante el monumental robo que ocurría ante sus narices.

La Corte que tenía que ejercer de superintendencia nunca le llamó la atención los miles de expedientes que movían en sus juzgados de Paz ni las notificaciones que se realizaban en un mismo día en domicilios ubicados a miles de kilómetros, incluidos algunos de manera abiertamente ilegal como aquella de Salta en la Argentina. Nadie, pero nadie vio todo esto porque claramente todos formaban parte del esquema. Todos, no se salva uno.

A cada una de las víctimas las metieron en el microondas de la corrupción y las cocinaron a fuego lento y en cuotas aprovechándose de su ignorancia financiera y porque nadie observó para ellas el montaje de corrupción que se había armado. La ley que promulgó Peña esta semana llega muy tarde. El daño ya está hecho y afecta a miles personas. Si cada una de ellas sumáramos por lo menos 4 personas afectadas de forma directa por este escándalo, estamos hablando de medio millón de paraguayos que conocen el drama, tragedia y padecimiento de este grupo mafioso montado para delinquir y trasquilar a los compatiotas. Le están dando vueltas al asunto desde la Justicia porque si caen algunos y deciden contarlo todo es probable que nadie se salve. Buscarán la solución paraguaya. Los más débiles pagarán por los más fuertes a cambio de condenas bajas. Esconderán a los magistrados envueltos para volverlos a colocar en la administración de Justicia con nuevas togas y a platazos los estudios jurídicos comprarán las indulgencias de una administración desde donde los parientes operan para ellos. Esta mafia de los pagarés demuestra que el sistema funciona para el crimen organizado y son ellos los que manejan el país. Los afectados que votaron para estar mejor fueron engañados como muchos otros que llevados por las necesidades solo contribuyeron desde su ignorancia e inocencia a mover millones de dólares en un sistema perverso y ladrón.

La respuesta de los poderes del Estado solo será proporcional al movimiento de los afectados y de sus cercanos. Si no se manifiestan ni responden masivamente continuarán con el mismo esquema perverso de hacer que un producto barato en cuotas termine valiendo miles de veces más que su precio al contado. Heladeras, colchones, microondas o licuadoras serán solo el pretexto para esquilmar a un pueblo vaciado en su capacidad de asombro que mira estas cosas con desdén y estupor y no levantando la voz ante la injusticia del negocio. El Estado servidor del hombre libre es una mentira. Ni sirve ni quiere que nadie sea libre. Les conviene así como están: Ignorantes, mansos, ingenuos y tontos. Tanto que ni se animan a advertir que fueron timados y menos aún demandar la justicia que no merecieron y acabaron pagando millones por cosas que jamás deberían haber alcanzado esos valores. Nadie es libre en una sociedad donde el esquema se monta para el engaño, el embuste y el robo. Les han tocado a los más débiles y se regodean de verlos padecer, llorar y gemir en este valle de lágrimas en que han convertido al Paraguay.

Hay que apagar el microondas y lanzarlos por la cabeza de los bandidos. Es demasiado para ser políticamente correcto cuando han abusado de la gente con la complicidad de abogados, magistrados e instituciones. Esto es el acabóse del robo programado.

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