08 sept. 2025

La ley de Pareto

Representando al Paraguay, su Selección Nacional de Fútbol acaba de lograr la clasificación para el Mundial de los EEUU del 2026. Once jugadores, con sus suplentes y un director técnico extranjero, cambiaron el ánimo de más de seis millones de personas en una sola noche. Un presidente que no fue electo, que maneja a un gerente mediocre –que responde a un grupo empresarial– con 108 OEE en su organigrama, organismos y entidades del Estado paraguayo, con sus más de 350 mil funcionarios públicos, no puede lograr eso en cinco años de gobierno. Por eso se esmera en salir en la foto al lado de la Selección y atribuirse victorias ajenas.

“El fútbol es una de las pocas actividades que funcionan relativamente bien en el Paraguay”, Benjamín Fernández Bogado suele decir, supongo que, porque las reglas las hicieron en Inglaterra en 1863 y porque la FIFA tiene su sede en Suiza. Los futbolistas paraguayos seleccionados son una minoría, que cumplen los estándares, entrenan, practican, juegan en equipo, tienen una institucionalidad deportiva que debe ser respetada, confían unos en otros, claro, supervisados por un director técnico que no se reporta a nadie, no tiene planilleros en su equipo –imaginen si convoca a un nepobaby, alguien incompetente en el deporte, pero cuyo padre o tío es algún vicepresidente o legislador–, todos deben producir o son desvinculados, no se corrompen, y buscan resultados en forma responsable. Conste que juegan con una esfera redonda que gira mientras se desplaza, pura aleatoriedad, como es la vida misma.

ROMPER EL MOLDE

Todo lo de arriba nos demuestra que una minoría intransigente puede cambiar resultados, aún en ambientes volátiles e impredecibles. Puede transformar mundos, también podría transformar el Paraguay. Para eso, es necesario ser diferente, y hacer la diferencia. En un mundo de ocho mil millones de personas es muy fácil verse insignificante. Mismo como parte de una nación, parece imposible que uno pueda dejar su marca diferencial, para hacer mejor a esa nación. (El Tony Sanabria nos desmiente).

Lo opuesto también es verdadero. En la muchedumbre de una sociedad que sea muy “uniforme” debería ser fácil ser diferente. Hacer historia. Romper el molde. Ser singular. Nunca dudemos de que un pequeño grupo de personas, porque son pocos, puede tener una enorme influencia para transformar la realidad. Alfaro y su equipo son un ejemplo, una isla de excelencia. Claro, en este grupo debe existir coraje, confianza, convicción, voluntad de cambio, imaginación, creatividad y pensamiento crítico. Sin traidores. Precisamente porque no son muchos, unos pocos reconvertidos deben poder dejar las reglas improductivas, y disponerse a reescribirlas, buscando la calidad institucional, porque la mayoría, que no sabe cómo cambiar, está muy ocupada viviendo lo que es costumbre, sin siquiera tener conciencia de que es posible una mejor calidad de vida.

De acuerdo con la psicóloga Margaret Mead, la realidad que se transforma no es ni suave ni ondulada. La realidad transformada suele ser extrema. Los más influyentes individuos no son dos o cuatro veces diferentes y por ende más influyentes que el promedio, son cientos, miles o millones de veces más. Algunos lo llaman la Ley de Pareto, que hace referencia a Wilfredo Pareto, un economista y filósofo (también jardinero) italiano, polímata y matemático, quien descubrió alrededor de 1906 que el 80 por ciento de sus guisantes crecieron en apenas el 20 por ciento de sus vainas. En otras palabras, el ochenta por ciento de los efectos provienen del veinte por ciento de las causas. Así identificó los factores que generan mayor impacto (para bien o para mal) en la política, en la economía, en los deportes, en la botánica, en las ciudades, en las empresas, etc. Qué tal.

LA CIUDAD MÁS INTELIGENTE DEL MUNDO

Un ejemplo de la Ley de Pareto es Curitiba, la ciudad más inteligente del mundo, premio que recibió en Barcelona en el 2023, por su aporte a la innovación y a la vida sostenible. La organización Smart City Expo World Congress dijo que este galardón se otorgó reconociendo a esta ciudad por sus iniciativas en planificación urbana, crecimiento socioeconómico y sostenibilidad socioambiental. Además, gobiernos enfocados en la mejora de la calidad de vida, ecosistema de colaboración entre el sector público con el privado y fuerte énfasis en la educación como pilares fundamentales que contribuyeron a ese éxito. No suelo hablar mucho de Curitiba, donde viví con mi familia durante casi una década. Hoy haré una excepción. En esta ciudad, y luego en todo el Estado del Paraná–Brasil, un arquitecto llamado Jaime Lerner, con un pequeño grupo de realistas utópicos, transformó dicha urbe haciéndola la mejor ciudad para vivir de todo el Brasil. Era la época en la que emigramos con la familia al Paraná. Lerner fue considerado como el segundo mayor urbanista más influyente del mundo, solo por detrás de Jane Jacobs, por parte de la revista Planetizen. Él fue el iniciador de que Curitiba, como expuse más arriba, se convierta luego en la ciudad más inteligente del mundo. Ya en el 2010 la revista Time nominó a Lerner entre los 100 mayores pensadores influyentes del mundo. Eso es algo extraordinario. Me emociona. “Si quieres creatividad, elimina un cero al presupuesto; si quieres sostenibilidad, elimina dos ceros al presupuesto”, decía irónicamente. Eso contradice el crecimiento de los gastos rígidos en Paraguay sin ninguna inversión endógena transformacional del presente. Así fue como Lerner creó espacios públicos espectaculares e hizo nacer el BRT o Metrobús, invención de Curitiba, en los años 70 del siglo pasado, que lo hizo famoso, exportando su creación al mundo entero. En Paraguay no lo pudimos implementar.

AMBICIÓN MORAL

Hace poco tiempo, me puse a leer un libro titulado How the World Really Works, de Vaclav Smil. Recomendado. Escondida en la contratapa había una dedicatoria de mi hijo que está en Europa, donde él me decía que, al crecer en Curitiba, donde vivió con sus hermanitos e hizo la escuela, esta ciudad le enseñó a tener consciencia social, concreta y práctica, además de filosófica, y a saber que es posible cambiar el mundo, al entender que nuestros derechos y nuestros esfuerzos son reconocidos, ayudándolo en el presente a replicar, como arquitecto, enormes transformaciones en varias comunidades locales. Nature and nurture, no olvidemos, factores hereditarios y ambientales. Los genes de un paraguayo se desarrollan mejor en un entorno de excelencia. Ayuda a la ley de Pareto, te puede volver un ser excepcional.

El segundo de mis hijos me dio otro libro para que lo lea, se titula Moral Ambition, de Rutger Bregman, publicado en marzo del 2025. Este joven autor, historiador holandés, nos desafía diciéndonos que debemos dejar de malgastar el talento humano, el recurso más desperdiciado del mundo, para comenzar a hacer la diferencia, convirtiendo a un país o al planeta en un mejor lugar para vivir. Para eso, repito, debemos hacer historia, romper el molde, transformar el todo. Bregman dice que existen cuatro tipos de individuos. Los de baja moral y baja ambición: Aquellos que trabajan toda su vida realizando trabajos rutinarios dentro de una organización. Buena gente, para vivir lo convencional. Otros son de alta ambición y baja moral, los mejor remunerados, narcopolíticos, pilotos de avión que transportan droga en el Chaco (ganan más que los comandantes de gigantescas naves de pasajeros que cruzan el Atlántico), lavadores de dinero, los que ordenaron el asesinato de Pecci, los planilleros, nepobabies, fabricantes de productos que dañan la salud como las drogas y los cigarrillos, etc. Otros son de alta moral y baja ambición, como algunos militantes de la izquierda que no pasan de la teoría, y los fanáticos religiosos que están esperando la obra divina sin mover un solo dedo para transformar la realidad. Y los últimos, los de alta moral y alta ambición, que quieren hacer algo que supere a su propia existencia, que están dispuestos a trascender, a ganar la clasificación al mundial de fútbol cumpliendo estrictas disciplinas en un país donde nadie respeta las leyes, los que son intransigentes con la transparencia y la honestidad en el uso de los recursos públicos, aunque todos estén asaltando al Estado, y los que están listos para ir a la cárcel cambiando en modo rupturista las normas de los derechos civiles de los negros, no levantándose del asiento del ómnibus que estaba reservado para los blancos, como el caso de Rosita Parks en los EEUU, etc.

LOS NÚMEROS DEL JUEGO

Otro ejemplo de Pareto es el fútbol, en forma superexagerada. Un porcentaje ínfimo de causas puede tener efectos o resultados más que proporcionales. De hecho, el fútbol es como la vida. Mucho esfuerzo, en noventa minutos de juego, y pocos resultados. El gol es un acaso, aparece muy de vez en cuando. Pero, ojo, un solo gol puede ayudarte a ganar el partido. Y, una atajada espectacular del arquero te puede coronar campeón del mundo. En un partido de fútbol la pelota se toca en promedio 1.300 veces. Eso significa, si fuera un partido equilibrado, 650 veces por equipo, más de 60 veces por jugador, en promedio 53 segundos, corriendo 191 metros con ella, durante todo un partido. En promedio un jugador toca la pelota o corre con ella casi el 1,5 por ciento de todo el tiempo que el mismo permanece dentro del campo de juego. El 98,5 por ciento del tiempo restante el jugador corre sin el balón, buscando espacios, cerrando pasillos, cumpliendo lo que dijo el profesor. Un equipo pierde la pelota 190 veces por partido, en promedio. Eso significa que existen 380 cambios de juego. Acertar en los pases es importante. Pero más importante es evitar perder la pelota. El 90 por ciento de los pases no llega a un quinto jugador, en general.

El fútbol podría ser un deporte donde el cincuenta por ciento de los resultados es habilidad que aprovecha las oportunidades y el otro cincuenta por ciento es pura suerte, elementos estocásticos. Nada fácil. ¿Quién puede calcular la dirección de una esfera que gira mientras se desplaza? Repito. Hacer un gol es muy importante porque te puede hacer ganar el partido. Pero, mucho más importante es no tomar ningún gol.

El partido más difícil siempre es el próximo que se viene. Y el jugador más rápido siempre es la pelota. Por qué es importante entender que el jugador más rápido e imprevisible en el campo de juego es la pelota. Porque es el factor que puede descontrolar el todo. Como la pelota es redonda, siempre el juego puede cambiar de dirección. Puede ser en el 2026, hay mundial y elecciones municipales. La gente está feliz con ir al mundial. Pero tiene la heladera vacía. En el 2028 puede cambiar el juego. Ánimo. Saludos cordiales.

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