17 may. 2025

La fuga de los primos del Mariscal

Durante los años más oscuros de la Guerra de la Triple Alianza, Paraguay no solo enfrentó a tres poderosas naciones enemigas, también vivió un conflicto interno que desgarró su tejido social y familiar.

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Francisco Solano López

Mucho se ha dicho sobre los tratos de Francisco Solano López hacia los traidores y enemigos políticos durante la guerra. Sin embargo, más allá del campo de batalla, existió un escenario aún más oscuro: la represión interna, que alcanzó incluso a su propia familia.

Torturas, ejecuciones y persecuciones marcaron su régimen, dejando cicatrices imborrables entre sus parientes más cercanos. No obstante, poco se ha mencionado sobre los abusos ocurridos durante los años de paz que precedieron a la guerra.

La represión interna de Francisco Solano López no distinguía entre enemigos reales o imaginarios y alcanzó a los miembros más cercanos de su entorno familiar y político. Su accionar estuvo marcado por un clima de paranoia y purgas sistemáticas, donde la lealtad era constantemente puesta en duda.

Las mujeres de su familia fueron duramente castigadas: su prima Juliana Ynsfrán fue torturada hasta la muerte sin jamás traicionar a su esposo; Inocencia y Rafaela, sus hermanas, fueron vejadas, obligadas a presenciar las ejecuciones de sus maridos y casi asesinadas; doña Juana Carrillo, su madre, fue encarcelada y humillada, pese a su avanzada edad.

En cuanto a sus hermanos, Benigno y Venancio López, las sospechas de conspiración bastaron para sellar sus destinos. Lo mismo ocurrió con sus cuñados Vicente Barrios y Saturnino Bedoya, víctimas de acusaciones políticas y militares. Nadie estaba a salvo, ni parientes por sangre ni por afinidad.

Finalmente, su comadre Josefa Domecq de Decoud ilustra la ruptura total de los lazos afectivos por razones de Estado; de comadre pasó a ser exiliada, obligada a renegar de su familia entera para sobrevivir.

En conjunto, estos episodios revelan un régimen que, en su fase final, se volvió cada vez más aislado, violento y represivo, donde el poder se sostenía más por el miedo que por la lealtad, incluso entre los más cercanos al propio Mariscal.

LA FUGA DE LOS SAGUIER

Un episodio menos conocido es la audaz fuga de los hermanos Saguier, primos de Francisco Solano López.

El fundador del linaje en Paraguay fue Pierre Saguier, un ex oficial de Caballería del Primer Imperio Francés que llegó al país en 1819 en misión diplomática y decidió establecerse definitivamente. Se casó con una pariente de Juana Carrillo, esposa de Carlos Antonio López, lo que fortaleció su inserción en la élite nacional. Su descendencia incluiría a influyentes ciudadanos, como Carlos, Fernando y Adolfo Saguier.

Los hermanos Carlos y Fernando Saguier se convirtieron en comerciantes influyentes, especialmente en rubros como la yerba mate y el carbón, operando a través de contratos de abastecimiento con compañías internacionales. Eran considerados indispensables para el funcionamiento de la economía paraguaya de la época. Su cercanía al poder también les permitió actuar como agentes diplomáticos no oficiales. Un episodio famoso ocurrió en 1859, cuando Carlos Saguier cedió su residencia en Asunción para alojar con urgencia al presidente argentino Justo José de Urquiza, una acción ordenada directamente por Carlos Antonio López.

Algún tiempo después de la asunción de Francisco Solano López, Carlos Saguier fue llamado a presentarse ante el presidente. Durante la reunión, López le recriminó por haberse mantenido alejado y le expresó que deseaba continuar con la relación de intimidad y confianza que habían tenido en el pasado, ya que ahora, más que nunca, necesitaba su consejo.

Saguier respondió que estaba dispuesto a mantener esa relación y que, si se le pedía su opinión, hablaría con franqueza, aprobando cuando considerara correcto y condenando lo que creyera incorrecto.

López le pidió entonces su opinión sobre el estado del país y su gobierno. Saguier respondió que no entendía por qué tantos hombres respetables e influyentes habían sido encarcelados y que consideraba que la política iniciada por López sería desastrosa para el país y perjudicial para su reputación.

Enfurecido, López le advirtió que podía enviarlo a prisión en tres minutos si volvía a “insultarlo con su insolencia”. Saguier mantuvo la calma y le recordó a López que él mismo había solicitado su opinión.

Tras este encuentro, Saguier comprendió plenamente su situación y la del país. Decidió planificar su huida. Sin embargo, sabía que era casi imposible salir de Paraguay sin el consentimiento del gobierno. Por ello, adoptó una actitud sumisa y complaciente, intentando restablecer la confianza de López.

Simultáneamente, Carlos y Fernando Saguier comenzaron a reducir sus operaciones comerciales, liquidando propiedades y enviando fondos a Buenos Aires. Fernando solicitó un pasaporte, alegando que necesitaba atender asuntos comerciales en la capital argentina, lo cual fue concedido. Poco tiempo después, Carlos hizo lo mismo, utilizando el pretexto de visitar amigos durante el carnaval.

Una vez que ambos hermanos escaparon, la furia de López se desató al descubrir que habían logrado evadir su control. La ira del Mariscal aumentó al enterarse de que William Atherton, un comerciante inglés, había adquirido las propiedades de los Saguier, incluyendo su contrato con la Compañía de Navegación Brasileña y todo el carbón disponible. Atherton fue arrestado y sometido a un interrogatorio exhaustivo, durante el cual se revisaron minuciosamente todos sus documentos en busca de evidencia de alguna violación a la ley.

A diferencia de Carlos y Fernando, Adolfo Saguier permaneció en Paraguay. No se sabe con certeza si no pudo huir o si decidió quedarse. En su carrera militar, comandó la artillería en Curupayty y fue parte de uno de los seis tribunales militares junto a Matías Goiburú en San Fernando.

Adolfo Saguier fue capturado por los aliados tras la batalla de Itá Ybaté. Posteriormente, se unió a la Legión Paraguaya en 1869. Según Héctor Francisco Decoud, ahijado del Mariscal, Adolfo Saguier lideraba un escuadrón de caballería brasileña cuando Decoud, siendo niño soldado, cayó prisionero ante él.

Adolfo Saguier suministró numerosos detalles sobre los actos de barbarie perpetrados por López. En sus declaraciones, describió cómo López ordenaba azotar a los prisioneros con quinientos, mil o hasta dos mil azotes antes de fusilarlos, citando el caso del Dr. Carreras como un ejemplo extremo de tortura. Adolfo muere en 1902, dejando descendencia con aproximadamente 11 mujeres.

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Fernando Saguier

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Adolfo Saguier

Investigador.
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