Santiago Peña es, sin duda, el titular del Poder Ejecutivo que ha recibido las mejores condiciones para gobernar el país. Esto es así, al menos desde la presidencia del general Andrés Rodríguez, quien derrocó al dictador Alfredo Stroessner en 1989 y luego arrasó en las elecciones, las primeras de la era democrática tras la larga y sangrienta dictadura de 35 años. Precisamente por este dato es inevitable la rigurosa crítica al presidente, quien anoche brindó el segundo informe de su gestión ante el Congreso de la Nación.
Los resultados de las elecciones generales de abril de 2023 fueron sin duda sorprendentes. La Asociación Nacional Republicana, ANR, Partido Colorado que postuló a su candidato a la presidencia, Santiago Peña, y a la vicepresidencia a Pedro Alliana, consiguió una victoria sin precedentes, obteniendo una diferencia de 15,26% de los votos. Esta victoria de los colorados vino a batir su propio récord, ya que fue el mayor triunfo en la era democrática.
En las elecciones que fueron convocadas tras el golpe que depuso al dictador Alfredo Stroessner, para el 1 de mayo de 1989, el general Andrés Rodríguez fue electo con el 76% de los votos. Aquel Parlamento, llamado de la transición, tenía una cómoda mayoría colorada en ambas cámaras.
En las últimas elecciones generales, que tuvieron lugar el 30 de abril de 2023, la ANR, Partido Colorado, con todo el poderío de su aparato logró la aplastante victoria de Santiago Peña, su candidato, con una diferencia de 15,26% de los votos, la mayor en la era democrática. Así también, el partido de gobierno consiguió mayoría propia en la Cámara de Senadores y de Diputados, lo que claramente planteó un escenario político muy favorable para el presidente, quien tuvo en sus manos la gobernabilidad, una posibilidad que presidente paraguayo alguno tuvo antes, exceptuando al general Rodríguez.
Ahora, como cada 1 de julio, Santiago Peña ha cumplido con el rito que exige la democracia: Rendir cuentas ante el Congreso de la nación, que a su vez es el depositario de la representación popular. Tristemente, Peña eligió al partido sobre el Estado, al haber presentado primero su informe ante la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Este no fue un mensaje democrático.
Pese a todo, se puede afirmar que el gobierno de Peña tuvo aspectos positivos, como el control de la inflación y del tipo de cambio, los cuales han sido factores claves, al igual que el control del déficit de las cuentas públicas. Lamentablemente, también debe mencionarse el crecimiento de la economía, que se ve opacado por los escasos avances en materia de desarrollo.
Es inevitable, no obstante, expresar que tras casi dos años de gobierno, Peña es el presidente de las oportunidades desperdiciadas.
La población no ve el crecimiento económico ni logra percibir la sensación de mejora económica. Al mismo tiempo, la población se ve golpeada sensiblemente por la falta de empleo formales, y también por el pésimo transporte público que afecta a la clase trabajadora, que tampoco vislumbra un proyecto de mejora de su calidad de vida.
En lo social, lo que más destaca es la salud pública, un rubro en el que se hicieron demasiadas y reiteradas promesas que no han sido cumplidas. En cuanto a la educación –que debería ser el pilar de todo gobierno que plantea el desarrollo del país–, aún quedan dudas y cuestionamientos por aclarar, tanto sobre la adquisición de pupitres como sobre la ejecución del proyecto estrella de Santiago Peña: Hambre Cero.
El presidente debe definir temas trascendentales para el país, como la reforma de la Caja Fiscal y sus consecuencias sobre las finanzas públicas, así como lograr mejor negociación del Anexo C del Tratado de Itaipú. Además, resalta una lucha que el Gobierno está perdiendo contra la corrupción pública y el imparable avance del crimen organizado. Este periodo estuvo marcado, sobre todo, por la ausencia de Peña, no solo física –debido a sus numerosos viajes–, sino también por su falta de presencia en la vida del país y una notoria carencia de liderazgo. Es necesario decirlo y seguir reclamándolo: El país necesita un presidente que conozca las necesidades de la población y se comprometa verdaderamente con ellas.