09 sept. 2025

Inflación acecha y pone en riesgo calidad de vida y de alimentación

Si bien la inflación promedio se mantiene por debajo de un dígito, la de alimentos que es la que más pesa en la economía de los hogares en Paraguay se mantiene alta desde varios años atrás reduciendo la capacidad adquisitiva de los ingresos familiares y obligando a reasignar recursos en un contexto de progresivo deterioro de la calidad de vida. Una alimentación saludable y a precios justos es una condición indispensable e irremplazable para el bienestar. No solo es una cuestión biológica, sino también familiar, social, antropológica. Los afectos, la unión familiar y la cohesión social en un país como Paraguay pasan por encuentros alrededor de la comida y por la sobrevivencia de su cultura gastronómica.

El abandono a la agricultura familiar y la negación al cambio climático son las principales causas del problema. Paraguay es uno de los países que mayor potencialidad tiene en la producción de alimentos para humanos, pero también es uno de los más vulnerables a la crisis climática. A pesar de ello, es muy poco lo que se está haciendo desde las políticas públicas. El Estado es fundamental tanto en la producción de alimentos como en la mitigación y adaptación al cambio climático, ya que en ninguno de los dos casos, las familias o el mercado podrán enfrentar solas las importantes consecuencias negativas de una mala gestión.

La histórica desatención a la agricultura familiar impactó en las oportunidades de acelerar la reducción de la pobreza. A esto se agrega la migración del campo a las ciudades, generando bolsones de pobreza y exclusión y de malestar en la población urbana. La juventud rural, buscando mejores horizontes, se traslada al sector urbano y no solo no encuentra mejores oportunidades educativas y económicas, sino que se enfrentan al rechazo y la estigmatización social.

El fracaso de la política dirigida a la agricultura familiar se verifica claramente en la persistencia desde hace varios años atrás de altos precios de frutas, verduras, hortalizas y legumbres, la mayoría de las cuáles básicos en la canasta de alimentos como la cebolla, el tomate, la zanahoria, los tubérculos, el poroto o el maíz.

A la falta de políticas de apoyo, en los últimos años se ha sumado el agravamiento de las condiciones climáticas. Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature, estima que el impacto del calentamiento global encarecerá los alimentos hasta 2030 entre 0,9 y 3,2 puntos porcentuales por año. Paraguay se ubica entre los países más afectados.

El estudio identifica al aumento de las temperaturas como el principal factor que contribuirá al incremento de la inflación. Además, alerta sobre los efectos de las sequías y las lluvias en exceso en el encarecimiento de los productos frescos para los consumidores y en los insumos para las cadenas de producción.

De hecho, si se analizan los informes de inflación del Banco Central del Paraguay más recientes, todos hacen referencia a alguna inclemencia climática como consecuencia del aumento de los precios. El informe de abril señala que el incremento en los precios del arroz se atribuye a los bajos rendimientos derivados del exceso de lluvias. En marzo, el aumento de los precios de los huevos se debió a la menor producción por la intensidad del calor. El informe de febrero hace referencia al aumento de precios de cereales por factores climáticos. Si nos remitimos al año anterior, en diciembre los panificados y las pastas ya venían con esta tendencia por las inundaciones mientras que en noviembre el continuo aumento del precio del azúcar se atribuyó a al exceso de lluvias que complicó la cosecha.

De esta manera, si se siguen analizando los informes se podrán ver los aumentos de precios de los alimentos relacionados con diferencias inclemencias climáticas, situación que no solo tiene origen en Paraguay, sino que puede transmitirse desde el exterior. Algunos pronósticos señalan que recientes inundaciones en el sur del Brasil tendrán efecto en los precios de alimentos en Paraguay.

Sin políticas dirigidas a garantizar la producción de alimentos y los precios justos para productores y consumidores la situación tenderá a empeorar tanto en el caso de la inflación y la caída de los ingresos reales como en la calidad de los alimentos consumidos en los hogares, con las consabidas consecuencias en la salud de la población y los costos en la salud pública.

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