10 dic. 2025

Esencial llamado desde Caacupé contra el pecado de la corrupción

La Iglesia paraguaya hizo un llamamiento a un gran pacto por el bien común desde Caacupé porque necesitamos renovar el pacto fraterno que nos une como nación. Necesitamos recuperar la confianza, dialogar y buscar juntos un horizonte común, ya que solo un Paraguay fundado en el bien común podrá ofrecer a todos sus hijos e hijas una vida digna, sin exclusiones, con oportunidades y con futuro. El Novenario de la Virgen de Caacupé fue propicio para examinar la realidad social, política y económica del país.

En concordancia con el lema elegido para la festividad de la Virgen de Caacupé, también fue el tema de la Carta Pastoral 2026 el bien común. El bien común abarca bienes tangibles, explican en la Carta los obispos, agua, aire, tierra, servicios, caminos. Y también los bienes intangibles, que son la justicia, la paz, la libertad, la salud, la educación, la cultura, la seguridad, la convivencia y el mismo Estado, que existe para garantizar el bienestar de todos, donde esos bienes se privatizan o se usan con egoísmo, el bien común se debilita y afecta a la dignidad humana, prosigue la Carta. Sostiene que solamente un Paraguay fundado en el bien común podrá ofrecer a todos una vida digna, y en la misiva abordan temas vinculados con la calidad de vida del pueblo.

En lo económico los obispos instan a comprometerse para que el modelo económico priorice la generación de empleo digno y la reducción de la pobreza extrema; reorientar créditos e incentivos hacia pequeñas y medianas empresas, emprendimientos familiares y campesinos, economías creativas y locales que favorezcan la vida digna de las familias. Asimismo, promover un pacto fiscal de modo que las personas con mayor poder adquisitivo contribuyan más y sus aportes sean destinados a la mejora de los servicios públicos.

Proponen fomentar la educación cívica, que “cada partido político se convierta en escuela de ciudadanía, de diálogo social y de elaboración de propuestas políticas que contemplen como su núcleo vertebrador, el bien común”. Abogan por la aplicación de la Ley de Financiamiento de los partidos políticos con controles ciudadanos rigurosos; defender la independencia de los poderes y apoyar iniciativas de control y rendición de cuentas.

En cuanto al tema salud, insta a despartidizar y profesionalizar la gestión sanitaria, modernizar la red pública, asegurando medicamentos, personal y mantenimiento de infraestructuras y avanzar hacia un sistema unificado con cobertura universal y, sobre todo, reducir el gasto propio de las personas enfermas, especialmente para las familias más pobres. En la carta se propone un sistema nacional de protección social integrado que articule salud, educación, empleo y cuidados con atención en todo el territorio.

El eje estuvo puesto durante el Novenario de la Virgen en el tema de la corrupción. A la misma, los obispos denominan un grave pecado que viola la justicia social, roba a los pobres y desprecia la verdad; un atentado directo al bien común y, por tanto, una ofensa a Dios, citando al papa Francisco quien dijo que “la corrupción es peor que el pecado”.

Recordaron que Paraguay figura entre los países más corruptos de la región, lo que significa que “el dinero no llega a los hospitales, a las escuelas, a las comunidades indígenas, a la seguridad ciudadana y representa funcionarios nombrados por padrinazgo, licitaciones amañadas, simboliza justicia sometida y narcotráfico infiltrado en la política”.

Porque la corrupción desvía recursos que son de todos y rompe la confianza en las instituciones, Dios ofrece un remedio, dice la carta de los obispos. La participación organizada de la ciudadanía, el bien común no es una idea abstracta, afirman. Es la escuela que funciona, el hospital que atiende, el juez que no se vende, la economía que da trabajo, el ambiente que no se envenena, la pensión que llega al anciano, el joven que encuentra su lugar.

Es, en definitiva, la vida de Jesús prolongada en la vida del pueblo, dicen los obispos, e instan a participar de un pacto nacional por el bien común, que ponga en el centro a los más pobres, que sane nuestras instituciones y que haga visible el rostro de un Dios que es padre de todos y que no quiere que ninguno se pierda.

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