20 abr. 2024

Guerra y paz

No hablamos aquí de la famosa novela de León Tolstoi, pero sí de su Rusia natal que ha iniciado una guerra en Ucrania, la cual ya afecta a miles de personas y pone en riesgo la paz no solo en esa región de Europa

La maldita guerra ha conseguido adherentes de nuevo entre las potencias del mundo y nos sorprende en un momento de declive civilizatorio y de tal cansancio luego de la prolongada pandemia, que los malos liderazgos aprovechan para mostrar lo peor de sí.

Un tema sí rescato de Tolstoi en el análisis de la profesora experta Irinia Petrovitskaya, en su entrevista para ELMUNDO.es: “Hay dos niveles de existencia, dos niveles de comprensión de la vida: La guerra y la paz, entendida esta no solo como ausencia de guerra, sino como entendimiento entre las personas. O bien estamos enfrentados con nosotros mismos, con la gente y con el mundo o estamos reconciliados con él; y en este caso el hombre se siente feliz”.

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Ciertamente, la lógica de poder se impone con prepotencia y astucia maligna en donde se pierde de vista esta comprensión de la existencia que lleva consigo cuestiones muy importantes como la naturaleza, la identidad, el sentido común, la razón, la virtud, especialmente la justicia, basada en la verdad.

Sin verdad, no hay justicia ni libertad. Y sin justicia no hay paz. Uno podría querer aplicar estos principios solo a Putin y su escalada militar con fines geopolíticos en Ucrania, pero lo cierto es que esa correspondencia entre la razón y la realidad de las cosas en sí, es decir la verdad objetiva, está en tela de juicio y es motivo de marginación y escrache en los centros de poder de Occidente, los cuales hoy pretenden hacer de árbitros en el conflicto. Esta deconstrucción de todo lo que podría darles sustento moral en esta crisis la vienen haciendo sin miramientos éticos en muchas cuestiones (relativismo, promoción del aborto, eutanasia, ideología de género, censura de libertades básicas, etcétera) y desde hace tanto tiempo, que les quita fuerza en su defensa de la soberanía en Ucrania y en cualquier otro escenario geopolítico.

No es una cuestión menor que la Unión Europea está debilitada interiormente por una falta de identidad básica, tras el intento de vaciamiento de sus raíces más esenciales: Derecho natural, cristianismo, respeto a las soberanías nacionales. El gobierno de Biden tampoco está lejos de este debilitamiento.

Algunos quieren reducir el análisis solo a lo legal o financiero, pero si no vamos a la cuestión de fondo que tiene que ver con la disposición de todos a hacer el bien, basados en la libertad y en la dignidad humana, es decir, si sacamos de lado la virtud en el juego político, estamos condenados a ver instalarse la crueldad en el poder.

Los vulnerables, las familias, los niños, los ancianos de esa zona están amenazados por la guerra. Ellos no son piezas de ajedrez, sino personas dignas de respeto y en nombre de ellos debemos exigir el paro inmediato de las hostilidades y establecer un camino de diálogo diplomático civilizado. También debemos recuperar altura moral para cuestionar. Quizás arriba lleve tiempo atar esos cabos y cambiar el rumbo, pero abajo la gente ya lo ha comprendido y está orando para que no solo pare la guerra en Ucrania, sino que también paren los genocidios silenciosos provocados por el aborto y la eutanasia, la persecución religiosa, los abusos contra la libertad de conciencia y de expresión, la intromisión globalista en los asuntos soberanos de cada nación, y vuelvan el sentido común, la educación en virtudes y la libertad responsable a generar un ambiente propicio para vivir en paz en el mundo

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