01 jun. 2025

Gimnasio abierto

Personas de cualquier edad y condición social están empezando a ocupar espacios públicos para hacer actividades físicas, estimuladas por pegadizos sones caribeños. La zumba es la reina de esta tendencia que gana adeptos y utiliza las plazas de barrio para mover a la gente. Una iniciativa saludable.

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Fotos: Javier Valdez | Texto: Carlos Darío Torres

Vengan a bailar! Un llamado al que pocos pueden oponerse, incluso quienes no están hechos para la danza. Y en tan atractiva invitación está incluida también la convocatoria a hacer ejercicios físicos, combinando lo lúdico con lo saludable: es la zumba, que ha trascendido el ámbito casi exclusivo de los gimnasios para llegar a otro más popular, el de las plazas públicas barriales.

Uno de esos lugares es el Bañado Sur, donde la precooperativa Mujeres Unidas organiza tres veces por semana clases de zumba frente a su local, en la vereda; son abiertas, aunque especialmente dirigidas a las mujeres de la zona, que son mayoría entre las casi 25 concurrentes.

“No contamos con un espacio físico más grande, y queremos reivindicar el espacio público como algo de lo que debemos apropiarnos, para recuperar un poco esa identidad de barrio, donde los vecinos ocupaban las veredas para pasarla bien. Como los tiempos cambiaron, hoy decidimos bailar aquí", afirma la psicóloga Silvana Brítez, de Mujeres Unidas, en una pausa de la actividad física.

El primer objetivo de la iniciativa “es compartir, divertirse, desestresarse, desconectarse de la realidad tan dura que ellas tienen viviendo aquí". Y la elección de la zumba no es casual, pues —como explica la profesora Selva González— la música utilizada es la que más se consume en el Bañado.

“La zumba es una marca comercial y es lo que está de moda. Es una mezcla de aeróbico con baile; y entonces es un poquito más intensa que la danza. Antes se practicaban ritmos latinos, pero ahora se mezclan nomás con los ejercicios, para transpirar más, para bajar de peso”, agrega Selva.

Plaza ganada

El Bañado no es el único lugar en el que un espacio público hace las veces de gimnasio. En la plaza 29 de Junio de Puerto Pabla, Lambaré, la instructora de fitness Diana Toñánez convoca tres veces a la semana a una veintena de personas, en su mayoría mujeres, para dedicar una hora a bailar y a complementar la danza con la aeróbica.

“La gran mayoría viene por salud. La zumba no es una clase estática como el step o la aeróbica, en la que estás pendiente de algo; esto es más bien libre. La zumba ayuda al humor de las personas, porque no estás preocupada por si te sale o no el paso de baile. Es lo que les gusta a las chicas, les ayuda a cuidar el cuerpo y es divertido”, señala.

Una de sus alumnas, Laura Santacruz, le da la razón: “A mí me encanta, no cambiaría esto; y es mucho mejor al aire libre, porque tenemos más espacio y no estamos encerradas en un lugar pequeño e incómodo”.

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La zumba se originó durante la segunda mitad de los años 80 en Colombia.

También en Lambaré, en la plaza Kapi’i Pery de Villa Zulma, el profesor de danza clásica y folclórica José González reúne a una docena de mujeres del barrio, quienes se dejaron seducir por el encanto de la zumba y tres veces por semana dedican 60 minutos a las coreografías y a los ejercicios propios de la actividad.

“Es mucho más marcado, resulta mucho más, porque como es bailado, transpirás y quemás más calorías haciendo zumba que spinning y step. Tiene más movimiento y es recomendable cien por ciento”, asegura González.

José contactó con sus alumnas actuales a través de Salvadora Caballero, quien no vive en el barrio pero animó a sus amigas de la zona a bailar y a hacer ejercicios, actividad a la que ella le dedicaba su tiempo.

“Elegí la zumba porque no me gusta envejecer. Hacía gimnasio, pero no me resultaba, no me bajaba la panza, lo que sí estoy consiguiendo con esto. Es muy divertido y aprendo movimientos, pasos de baile”, comenta Salvadora.

En la capital, la Municipalidad de Asunción organiza el último domingo de cada mes actividades físicas en las que el ritmo latino y los ejercicios aeróbicos van de la mano. En conjunto con AsunSon, en la Costanera, en la Plaza de la Democracia o en cualquier otro predio comunal, el pole dance y la zumba reúnen a decenas de personas interesadas en quemar calorías de manera divertida.

Sonido latino

La zumba se originó durante la segunda mitad de los años 80 del siglo pasado en Colombia. Su nacimiento fue un tanto casual, pues se considera que el primer ejercicio de zumba se materializó cuando un profesor de aeróbica de Cali, Alberto Pérez, llegó a su clase sin la música que utilizaba habitualmente. La reemplazó por ritmos latinos y se convirtió en un éxito inesperado.

Se trata de una disciplina ligada al fitness, que combina movimientos de baile con rutinas aeróbicas y que busca que sus practicantes mantengan un cuerpo saludable, al tiempo de desarrollarlo, fortalecerlo y darle flexibilidad. Los que la practican dicen que la mezcla de ritmos latinos la convierte en una actividad atractiva y en la forma ideal de hacer ejercicios.

Según sus adeptos, la zumba ofrece un entrenamiento cardiovascular de alta intensidad durante cada clase, que se extiende entre 50 minutos y una hora. Sus rutinas se siguen al compás de la cumbia, el reguetón, la salsa, el merengue y el samba. En cada sesión se queman hasta 1.500 calorías.

Para la zumba no hay edad ni género y se la puede practicar en cualquier momento. Desde su creación ha ido evolucionando e incorporando rutinas de tonificación y de aeróbica acuática, y además de la básica, se han desarrollado otras dirigidas a los niños, a los adultos mayores y a deportistas.

Rutina abierta

10 minutos de calentamiento, después 40 ó 45 minutos de clase y el resto la localizada “que agregamos hace un par de semanas”, aclara Diana Toñánez al dar detalles de sus clases. Y añade que “como las chicas están bajando de peso, consulté con ellas y decidimos agregar localizada para tener un tratamiento completo; es lo que haríamos en un gym, pero lo hacemos en la plaza con nuestros elementos artesanales”.

Siguiendo con las analogías, practicar zumba es como hacer trote o una caminata más intensa, pero para bajar de peso, desestresarse y olvidarse de los problemas. “Tiene muchas virtudes, como cualquier otra actividad física, y es lo que está de moda, lo que hace que la gente baile y se desinhiba. Los hombres también pueden practicarla, si bien es cierto que no hay muchos haciendo zumba, pero porque son tímidos nomás y no se animan”, apunta Selva.

La zumba trascendió las fronteras colombianas y ya en este siglo se difundió en Estados Unidos, donde su creador la registró como marca comercial. De América del Norte pasó a otros países, entre ellos Paraguay. Aqui, la actividad siempre se había realizado principalmente en recintos cubiertos, pero ahora se empieza a extender por las plazas y otros lugares al aire libre.

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Salud social. En el Bañado Sur los ritmos latinos inundan las veredas y las tardes para que las niñas y adultas quemen calorías danzando.

Moverse en un lugar abierto no es un dato menor, como lo confirma Selva González, quien asevera que bailar al aire libre “hace muy bien, porque estar encerrados en un gimnasio es medio sofocante; se disfruta muchísimo más y la gente se quiere prender, porque quien pasa por aquí se queda y se pone a bailar”.

Otra de las ventajas de usar, en este caso, las plazas, es que se ha extendido en ellas la instalación de aparatos de gimnasia que las personas usan antes o después de las clases de zumba. Y al ser espacios públicos, algunos incluso acondicionados para hacer ejercicios, se facilita el acceso a un estilo de vida más saludable a personas que por su nivel de ingresos no pueden costearse un gimnasio.

Otra ventaja adicional: el instructor no tiene que pagar alquiler ni energía eléctrica, y es ideal para las mamás que no tienen con quién dejar a sus niños. “Los menores de 10 años no pagan las clases; entonces, las madres pueden supervisar a sus hijos, y si el niño o la niña no quieren bailar, está el parque. Ahí pueden estar bajo la atenta mirada de otros y pueden ir con la familia o con los padres, que van a mirar las clases de sus familiares”, indica Diana.

Las mujeres de la plaza 29 de Junio pagan G. 5.000 la hora de zumba. Una de las damas de la comisión se encarga de llevar el agua, y para la música cuentan con un equipo portátil, con el que no es necesario usar energía eléctrica.

Pero quizás el aspecto más importante de esta tendencia es que la recuperación de los espacios públicos por parte de los vecinos de un barrio para una actividad física, además de ser un factor de cohesión comunitaria, extendió una práctica saludable a una franja de la población que usualmente no tenía acceso a ella.