Ángel Piccinini
A principios del siglo XIX, la casta dominante en el Río de la Plata estaba compuesta principalmente por peninsulares y, en raras ocasiones, por criollos de ascendencia patricia. La fidelidad al rey Fernando VII era generalizada, ya que ofrecía ventajas políticas y de estatus. Por esto, es importante comprender que la Revolución del 25 de mayo en Buenos Aires no fue un levantamiento general de las poblaciones del Virreinato contra el rey.
En realidad, fue el resultado de una conjuración limitada que inicialmente solo reflejaba los deseos de los hacendados de Buenos Aires y de un pequeño grupo de personas afectadas por la distribución arbitraria de los cargos públicos. Este contexto nos ayuda a entender las tensiones y aspiraciones de la época.
Por esto el recurso político de prudencia de seguir jurando por el rey permitió que la revolución penetrara con mayor facilidad en el interior, logrando retrasar la reacción de otras gobernaciones aún fieles a la corona, como Córdoba, Paraguay y el Alto Perú.
Tras este suceso, surgieron en Paraguay tres corrientes políticas principales; los realistas, que defendían los intereses de España; los unitarios, que apoyaban la emancipación de España y buscaban unirse a las provincias del Río de la Plata y los paraguayistas, que luchaban por la independencia total de Paraguay de todo poder extranjero. Esta última corriente fue influenciada significativamente por la conversación de los futuros próceres con Belgrano en Tacuari, quienes eligieron el 25 de mayo como fecha simbólica para el levantamiento. Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron con la presencia en Asunción de José de Abreu y los rumores de un levantamiento que llegaron a oídos del gobernador Velasco, lo que obligó a Pedro Juan Caballero a adelantar el golpe a la noche del 14 de mayo.
Los eventos del 14 y 15 de mayo se desarrollaron bajo el grito de "¡Viva La Unión!”, dejando claro que los paraguayos deseaban la unión, pero “sin subyugarse una a otra”. Antes de consolidarse una República, Paraguay se arraigó profundamente a la idea de formar una federación con las antiguas provincias del Virreinato, con quienes teníamos fuertes lazos de parentesco. El ejemplo de las trece colonias americanas y la presencia de un enemigo común en la región, la siempre expansionista Colonia portuguesa de Brasil, así como el temor de quedar aislados del mundo por nuestra mediterraneidad, resultaban muy atractivos. Sin embargo, esta idea jugó en contra del sentido de identidad paraguaya, ya consolidada desde la Revolución Comunera.
El tratado del 12 de octubre de 1811, firmado entre Francia y Belgrano, concretó el acuerdo alcanzado en el intercambio de las notas del 20 de julio y el 28 de agosto en su artículo 5°. Este reconocía la independencia de Paraguay; es decir, su no subordinación a Buenos Aires y formaba una alianza para defenderse mutuamente ante cualquier amenaza externa.
En 1813, Buenos Aires presionó a Paraguay para que cumpliera con lo firmado en octubre de 1811, nombrando diputados para la conformación de la Confederación de las Provincias Unidas. A pesar de las promesas de Buenos Aires de que Paraguay no estaría subordinada a ella, los asuncenos decidieron consolidar la independencia al cambiar el nombre de Provincia del Paraguay por el de República. Con esta proclamación, finalmente, murió toda esperanza de una confederación.
Luego se viene la larga dictadura francista y aunque hay mucho que criticar sobre ella, debemos reconocer que con su gobierno despótico y tiránico logró consolidar el ideal de ser paraguayos y dejar atrás la identidad de súbditos españoles. Si bien, en estos 213 años de vida independiente tuvimos las dos guerras más cruentas de América del Sur, como la Guerra de la Triple Alianza, que redujo nuestra población entre un 61 y 69%, varias guerras civiles, exilios masivos, larga dictadura de Stroessner y aislamientos.
Los paraguayos, a pesar de todo, hemos demostrado una notable resiliencia por mantener nuestra nacionalidad y autonomía.
Autonomía que otras provincias del Río de la Plata no pudieron mantener y que se confiaron en la esperanza de una confederacion fuerte y próspera, pero no tuvieron el resultado que buscaban, pues comparándonos hoy con la provincia de Corrientes, que comparte una ubicación geográfica similar y una antigüedad paralela, vemos que a Paraguay le ha ido casi nueve veces mejor en términos económicos. El PIB nominal de Argentina en 2022 fue de 411.802 millones de euros. La participación del PIB de la provincia de
Corrientes fue del 1,3%, equivalente a 5.353 millones de euros. Su población en 2022 era de 1.212.696 habitantes. Paraguay tenía un PIB nominal en 2022 de 39.589 millones de euros con una población de 6.109.644 habitantes.
Analizando un poco más estos datos, encontramos que la participación del PIB de la provincia de Formosa fue del 0,6%, equivalente a 2.470,812 millones de euros, con una población de 607.419 habitantes. La provincia del Chaco tuvo una participación del 1,6%, equivalente a 6.588 millones de euros, con una población de 1.129.606 habitantes. La provincia de Misiones contribuyó con el 1,3% del PIB, equivalente a 5.353 millones de euros, y una población de 1.280.960 habitantes. La provincia de Santiago del Estero participó con el 1,8%, equivalente a 7.412 millones de euros, con una población de 252.192 habitantes. La provincia de Jujuy aportó el 1%, equivalente a 4.118 millones de euros, con una población de 811.611 habitantes. Finalmente, la provincia de Salta tuvo una participación del 1,9%, equivalente a 7.824 millones de euros, con una población de 1.440.672 habitantes.
Estas siete provincias suman un PIB nominal conjunto de 39.121 millones de euros y una población total de 6.735.156 habitantes. Esto nos da un PIB per cápita promedio de 5.808 euros, mientras que Paraguay tenía un PIB per cápita de 6.480 euros. Si Paraguay hubiera pertenecido a la confederación argentina en 2022, probablemente su población sería de aproximadamente 1.000.000 y su PIB de alrededor de 5.589 millones de euros, según el promedio de las siete provincias mencionadas.
Los datos actuales validan esta decisión, mostrando que Paraguay no solo ha gestionado su crecimiento de manera efectiva, sino que también ha superado en términos de PIB per cápita a regiones que podrían haber diluido su progreso en una confederación más grande. Y a todo esto, que estas provincias, no tuvieron un pasado tan catastrófico como la de Paraguay. A pesar de esto, hay que mencionar que estas provincias argentinas tienen un mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH) que Paraguay.
Analizando la historia del PIB de Paraguay, vemos que comenzamos a diferenciarnos de las provincias argentinas después de la caída de Stroessner. En 1989, nuestro PIB era de alrededor de 4.000 millones de euros.
En conclusión, es fácil hacer análisis con la perspectiva de dos siglos, y aunque nos haya llevado más de 200 años, el tiempo ha demostrado que nuestros padres fundadores tenían razón en su lucha por la independencia, y no formar parte de una confederación ha sido estratégicamente acertada para Paraguay. A pesar de los desafíos y adversidades, el país ha logrado prosperar y mantener una identidad fuerte y unida.
Celebramos 213 años de independencia con la convicción de que nuestro destino está en nuestras propias manos.
¡SALUD PARAGUAY!
Fuentes: Los datos del PIB de las provincias fueron obtenidos de la CEPAL y los datos del PIB de Argentina y Paraguay de Datosmacros.com del año 2022 / Historia de la relaciones entre Buenos Aires y el Paraguay de Julio Cesar Chaves.