Se trata de su megaproyecto “Unificación de Emprendimientos”, que incluye un camino vecinal, cuya construcción alteró, según denuncias, los cursos hídricos naturales, provocando un impacto ambiental y social devastador.
En el 2022, la firma obtuvo la concesión del Gobierno para operar en Chaco’i, en la creación de la primera zona franca de servicios del país.
Sin embargo, los pobladores del barrio Vista Alegre denuncian que el camino vecinal “estranguló” el flujo del riachuelo Cabañas y el agua, antes aliada, se alzó contra ellos como un enemigo, arrasando sus casas, cultivos y sueños.
El primer afectado fui yo y me dejó inutilizado... Responsabilizo al Gobierno. Las instituciones no cumplen su rol.
Los mapas que presentan los propios afectados muestran cómo las aguas empezaron a arrasar la zona desde 2021 en adelante.
Incluso, en mayo del 2024, dos hermanitos, de 7 y 10 años, fallecieron ahogados en una laguna formada sobre un camino vecinal, según confirmación del bombero Isidro Fernández.
El socorrista explicó que “la laguna se creó por el dragado”, y no se descartaba la responsabilidad de los dueños del emprendimiento en el hecho.
“El agua me corrió"
“El primer afectado fui yo y me dejó inutilizado. Mirá aquella casa, después del eucalipto a la derecha”, dice Virgilio Amarilla Ríos, apuntando a una construcción que era su vivienda. “Ahí, tenía también un tambo de vaca, un gallinero, un criadero de pato y un manguerón con chancho”.
Cuenta que allí mantenía lechones y árboles frutales.
“Viví ahí desde el 2002, prácticamente 20 años”, cuenta, como si le hubiesen arrancado un retazo de su vida. Llegaron con promesas: “Desde la empresa dijeron que iban a construir un camino de todo tiempo, potenciar la red eléctrica y agua potable”, recuerda. Pero, no le contaron todo: “No dijeron que iban a levantar la cota del terreno, ni dijeron que iba a dragar esa laguna que está en mi terreno”.
ÚH llegó hasta el lugar donde construyeron el camino, en Chaco’i. En el sitio funcionaba una bomba para el desagote de agua, que, según un dictamen de la Fiscalía, “no es acorde al volumen del agua”.
Ante la consulta de cómo fue haber tenido que salir de su casa, por las inundaciones, Virigilio cuenta que le costó dos preinfartos y casi le agarró un derrame. “Ya perdí hasta la vista”, dice.
Su salud empeoró, ya que se puso al frente de las denuncias en Fiscalía (tres en total, todas sin imputados, ni avances) y de las protestas, pidiendo respuestas.
Así como él, otros pobladores denunciaron el impacto negativo de las obras. Ciriaco Bogarín Zorrilla mostró lo que quedó de su chacra.
“El agua me corrió. Mi alambrado se fundió todo. Estos terrenos ya no son habitables”, cuenta desesperanzado. En esa chacra, mantenía plantaciones de mandioca, banana, poroto, y tenía gallinas, que eran su subsistencia. Pero ahora, con 72 años, ya no encuentra trabajo y prácticamente debe pedir para comer.
“Mi casa se ahogó y quedé bajo la mesa y mis comodidades quedaron adentro de la casa”, lamenta. Sumado a esto, el avance del lago trae alimañas. “Un día, limpiando, me picó una yarará (serpiente venenosa) que salió del agua y, a causa de eso, ahora hasta mi oído entero ya perdí”, dice, mostrando un lado de sus orejas.
Denuncia contra el Gobierno
Los afectados responsabilizan al Estado y al Gobierno actual y al anterior por la falta de cumplimiento de su rol en la supervisión de obras de TOSA.
Las tres denuncias presentadas en la Fiscalía siguen sin resolución. “Le responsabilizo al Gobierno. Las instituciones del Estado no cumplen su rol”, denuncia Virgilio.
Desde nuestro medio intentamos comunicarnos con representantes de la empresa TOSA, para conocer su versión, pero pese a la insistencia, no obtuvimos respuesta.