18 may. 2024

Falta de control e inconsciencia son la mayor causa de accidentes

Ni siquiera las limitaciones de movimientos impuestos por la pandemia del coronavirus lograron disminuir significativamente la racha de accidentes de tránsito, en donde los motociclistas siguen liderando la imprudencia y sus efectos dañinos. En el 2019, antes de la pandemia, se registraron 15.372 accidentes de tránsito en el país, de los cuales 11.231 fueron en moto. En el 2020, ya con la crisis del Covid-19, se registró una muy ligera disminución, con 13.195 accidentes, de los cuales 9.944 fueron de motociclistas. Tras la apertura gradual, el problema sigue. El 46% de los pacientes que ingresan al Hospital de Trauma presentan signo de estado etílico o consumo de algún estupefaciente. La inconsciencia de quienes transitan por la vía pública y la falta de un control efectivo por parte de las autoridades constituyen la principal causa de una situación que enluta a tantas familias.

Ni siquiera las restricciones impuestas en los primeros meses de la pandemia de coronavirus, que limitaron la circulación por calles, avenidas y rutas del país, lograron reducir los accidentes automovilísticos, muchos de ellos con derivación fatal.

Comparado con los datos que se tienen de 2019, en que se registraron 15.372 accidentes de tránsito en todo el país, las cifras del 2020, año en que se desató la crisis del Covid-19, fueron un poco menor, aunque igualmente significativas, de 13.195 casos de accidentes registrados, tanto que la problemática de los choques y los daños relevados en la vía pública y sus graves consecuencia para la salud pública pasaron a ser conocidos como “la otra pandemia”.

En ambos casos, las cifras registran como principales protagonistas a los motociclistas. De los 15.372 accidentes del 2019, antes de la pandemia, 11.231 fueron en moto, mientras que, en el 2020, ya con las limitaciones por la crisis sanitaria, de los 13.195 accidentes relevados, 9.944 fueron también en moto.

Este año, aunque todavía no existen cifras totales, el número de accidentes ha crecido mucho más. Tan solo en las últimas semanas se produjeron numerosos casos de choques, muchos de ellos con derivación fatal. Pareciera que, en la medida en que se van levantando las restricciones de la pandemia, mucha gente sale descontrolada y a gran velocidad en sus vehículos, poniendo en riesgo no solamente su propia vida sino también las de los demás.

Según un informe dado a conocer ayer por este diario, el 46% de los pacientes que ingresan al Hospital de Trauma, en Asunción, presentan signos de estado etílico o consumo de algún estupefaciente.

El director del centro asistencial, el médico Agustín Saldívar, ha indicado que una de las primeras causas es la alta velocidad, sin tener en cuenta que la circulación es por zona urbana, rural, ruta internacional o caminos vecinales. También destacó la debilidad en los controles, que aumenta la impunidad para quienes ocasionan accidentes. Además, citó la mala calidad del estado de las calles y la ausencia de señalizaciones, indicando que existe una considerable informalidad en la obtención del registro de conducir y la falta de control técnico-vehicular al otorgar este documento.

Son varios factores que deberían merecer una atención más urgente de las autoridades, tanto de la Patrulla Caminera, a nivel central, como de los policías de tránsito de los municipios, pero las búsquedas de soluciones también deben merecer la atención de la Fiscalía, del sistema de Justicia y del sector educativo.

La inconsciencia de quienes transitan por la vía pública y la falta de un control efectivo por parte de las autoridades constituyen la principal causa de una situación que sigue enlutando a tantas familias. Es tiempo de emprender acciones más efectivas. No debemos permitir que, además de las muertes causadas por el Covid-19, sigamos sufriendo el flagelo de las muertes causadas por la otra pandemia, la de los accidentes de tránsito. Esta otra pandemia también requiere de vacunas, que son una mejor educación vial y un control más efectivo en las calles, avenidas y rutas del país.

Más contenido de esta sección
Demasiados episodios grotescos en una semana como para no dedicarles unas líneas.
Tras las impactantes revelaciones que se obtuvieron con la operación Dakovo, que logró exponer tan explícitamente los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas, sobrevino una situación por de más escandalosa: la implicación de altos militares en actividades criminales. Esta fue sin dudas una dolorosa comprobación del elevado nivel de infiltración del poder mafioso dentro de las instituciones del Estado paraguayo. Además de ser profundamente vergonzoso, esto implica un ataque a la democracia.
El Congreso Nacional rompió récord esta semana con el proyecto de la ley de superintendencia; los senadores tardaron 15 minutos para aprobar; los diputados 11 minutos. En una convulsionada jornada, los diputados también aprobaron ley que suaviza penas para corruptos y los senadores salvaron al cartista Hernán Rivas, acusado de tener un título falso de abogado. Y como les quedó tiempo, también mutilaron la ley de puerta giratoria. Este es el espantoso combo navideño que el Parlamento le ofrece al pueblo paraguayo.
Los impactantes resultados de la operación Dakovo lograron exponer en forma explícita los alcances del crimen organizado en cuanto al tráfico de armas. En nuestro país, logró la detención de más de una decena de personas involucradas en un esquema de tráfico internacional de armas y una nota gravísima, entre los detenidos están un militar de alto rango así como ex funcionarios de la Dimabel. Es muy preocupante la manera en que la mafia y el crimen organizado están socavando nuestra soberanía y nuestra democracia.
No fabricamos armas, pero las comercializamos en cantidad industrial. No producimos cocaína, pero el país es depósito, ruta y puerto de embarque de cantidades industriales que llegan a los principales mercados del mundo.
Eduardo Nakayama abandona el PLRA. Solo y apresuradamente, dicen. Quién sabe. Explica que no ve ninguna posibilidad de que su partido pueda desprenderse de la infiltración cartista. Desde adentro ya no hay nada que hacer, sostiene.