Hoy nos encontramos nuevamente en medio de una epidemia, con una población que enferma, que requiere cuidados y atención médica y también está costando vidas. Resulta difícil de entender que este embate cada temporada sea capaz de poner en crisis a nuestro sistema de salud.
Apenas el año pasado, el mismo mosquito Aedes aegypti había arrasado en nuestro país con otra arbovirosis: La chikungunya. En el 2023, de acuerdo con los datos oficiales, se registraron 114.078 casos y cerca de 300 fallecidos. Pese a esta terrible experiencia volvimos a ser descuidados, pues sabemos que uno de cada tres pacientes que padeció chikungunya tuvo un impacto en su calidad de vida debido a secuelas como el dolor intenso de las articulaciones, incluso seis meses después de padecer la enfermedad, según revelaron los resultados del estudio sobre las secuelas de la enfermedad chikungunya. Además, uno de cada dos registró algún factor de riesgo o enfermedad de base, en la que la más frecuente fue la hipertensión arterial.
En estas semanas las regiones con mayor número de notificaciones de dengue, según datos de Vigilancia de la Salud son Central, Asunción, Itapúa, Alto Paraná, Caaguazú, Ñeembucú, Concepción, Caazapá y Misiones; el DEN-2 es el serotipo predominante en la actual temporada arbovirósica y sigue afectando a la franja pediátrica entre los cinco y nueve años, seguida del grupo correspondiente entre los 10 y 14 años, la mayor proporción de hospitalizados, el 76%, se observa en los departamentos de Central y Asunción.
En el Paraguay, el dengue es un viejo conocido. Cada dos años, aproximadamente, el dengue que ya circula durante todo el año vuelve a tener impacto en el sistema sanitario.
Se sabe, por los datos de la Dirección General de Vigilancia de la Salud, que el dengue comenzó a circular en el país desde las décadas del 40 y 50, que por un tiempo desapareció y luego volvió a introducirse en el periodo 1988-1989. También es conocido el dato respecto a la mortalidad más alta, la cual corresponde al periodo de finales de 2012 hasta los primeros meses del 2013, cuando el dengue grave acabó con la vida de 250 personas.
Considerando que el dengue ya es endémico en nuestro país, no se puede dejar toda la responsabilidad de la prevención a la ciudadanía. El Estado tiene la responsabilidad primaria y fundamental de combatir el dengue a través de sus instituciones, a través de estas debe sistemáticamente emprender acciones para educar y concientizar a la sociedad, y al mismo tiempo, poner en marcha los mecanismos de control y sanción para quienes no mantienen limpios los criaderos de mosquitos en sus patios y propiedades.
Las campañas de educación y prevención deben ser sistemáticas y deben desarrollarse durante todo el año, pues es el Gobierno central y son los gobiernos municipales y departamentales que deben advertir a la sociedad de la obligación de mantener viviendas seguras sin criaderos. Pero a la vez el Estado, las municipalidades y las gobernaciones deben resolver la correcta disposición de los residuos para que sea posible mantener cuidados los patios y baldíos.
No podemos seguir aceptando que paraguayos y paraguayas enfermen y mueran por una enfermedad transmitida por un mosquito, como tampoco podemos seguir resignando a sufrir las consecuencias sociales y económicas para la población y para la economía del país.