Las situaciones de inseguridad no permiten un respiro ni a la ciudadanía ni a las autoridades. La ola de asaltos que afecta al país continúa sin parar, y nos acercamos peligrosamente a una normalización de estos hechos. Robos, hurtos y hechos cotidianos de violencia urbana se suceden sin que las autoridades logren respuestas a los reclamos. Según la Encuesta Nacional de Victimización 2017, el 97,1% de la población decían que aumentó la delincuencia y el 48,1% tienen miedo cuando camina de noche solo por su barrio o comunidad.
En Asunción y en otras ciudades del país se está dando una ola de asaltos en la última semana, entre las víctimas se puede mencionar a un suboficial retirado de la Policía y a un senador. Al suboficial le robaron, usando un inhibidor de señal, dinero que tenía en su vehículo y el senador denunció un intento de robo de vehículo.
El senador Javier Chaqueñito Vera (ANR-HC) denunció un intento de robo de su vehículo en el barrio Sajonia, de Asunción. Y que aunque no pudieron llevarse el rodado, se llevaron algunas pertenencias; el senador colorado fustigó duramente contra la Policía Nacional.
La gran celebración por la clasificación de la Selección Nacional al Mundial de Fútbol 2026 se vio empañada por una serie de robos durante la noche del jueves y madrugada del viernes durante los festejos en la zona el centro. Principalmente, se denunció el hurto de teléfonos celulares.
De acuerdo con los datos abiertos del Ministerio Público respecto al hurto especialmente grave, se verifica una disminución del 13% de 2015 al 2023. Sin embargo, como anteriormente para el robo de una moto, vehículo o celular, no se comprometía en extremo la integridad física de la víctima, actualmente se pueden encontrar con más frecuencia hechos de robo con resultado de muerte o lesiones graves que comprometen la integridad y la vida de la víctima; lo que genera un alto impacto social.
Señala el documento que los objetos denunciados más frecuentemente son celulares, motocicletas, notebook, cables, compresores de aire, parlantes, televisores, garrafas, bicicletas, radios portátiles, baterías, herramientas y otros. Con respecto a los vehículos robados, de 3 a 5 vehículos por día, se presume que la mayoría son vendidos por partes a desarmaderos clandestinos.
Para el Ministerio Público hay una evidencia de la influencia de una combinación de causas estructurales y factores diversos como el microtráfico, que se ha expandido en zonas como Asunción, Central, y Alto Paraná. Y sostienen que el consumo de sustancias como la marihuana y la cocaína puede ser un factor que podría inducir a la delincuencia juvenil, como puerta al mundo delictual. A esto se debería agregar que el problema es mucho más complejo, sobre todo en un país como el Paraguay, que no ofrece oportunidades ni a la niñez ni a la juventud. Sabemos que sin salud, educación y empleo digno, ningún país puede desarrollar todo su potencial.
En 2017, el Atlas de la violencia e inseguridad en Paraguay que recopiló datos objetivos de inseguridad de los registros de la Policía Nacional entre 2010 y 2017, presentaba la Encuesta Nacional de Victimización que mostraba una mirada desde las víctimas. Decía que el 97,1% de la población piensa que aumentó la delincuencia en los últimos años, y que el 48,1% tiene miedo cuando camina de noche solo por su barrio o comunidad, asimismo, el 52,7% cree que será víctima de un delito en los próximos meses. Esto señala claramente que la sociedad paraguaya se está acostumbrando a vivir con miedo.
Según datos de hace dos años, los cuales difícilmente pueden haber mejorado, el 70 por ciento de las personas víctimas no denuncian. Con este dato, se introducía a la discusión el que puede ser considerado uno de los ejes del problema: El descreimiento de la población en las autoridades, ya que el 80 por ciento de las víctimas que denuncian los hechos quedan insatisfechas tras acudir a la Justicia.
El Gobierno y las instituciones del Estado deben recuperar credibilidad y deben insistir en hallar las soluciones. Necesitamos políticas de Estado, ya que ningún ciudadano debería renunciar a su derecho de vivir una vida digna y segura.