El lunes 23 de agosto se dieron dos situaciones que revelan el entramado profundo y muchas veces incomprensible del funcionamiento de la política paraguaya, especialmente con aquello de la distancia entre las palabras y los hechos en medio de la retórica del discurso cínico.
Los que habitan el país y conocen sus avatares y profundas contradicciones saben que estas graves circunstancias se reducen a anécdotas grotescas que se repiten hasta el infinito y, a pesar de ello, siguen sorprendiendo como si fuera la primera vez.
Ese día, Pedro Alliana, el presidente de la ANR y hombre fuerte de Horacio Cartes, ofició de mensajero publicando una foto donde aparecían dirigentes de Guairá con el ex presidente en su mansión de la calle España, como parte de la liturgia colorada de la unidad en tiempos electorales. La sorpresa fue que entre esos protagonistas se encontraba el senador Rodolfo Friedmann, uno de los más enconados enemigos de Cartes, contra quien cargó toda su batería política y mediática por más de 3 años, al punto de lograr su imputación fiscal por un caso de merienda escolar en su época de gobernador. En todo este tiempo no hubo un solo cartista del mundo político y mediático que no haya satanizado y proferido el más duro adjetivo contra el “ladrón de merienda escolar y usurpador de la banca”.
Los ríos de tinta del conglomerado mediático diluyeron mágicamente las iracundas voces críticas tras la foto de Cartes y Friedmann, mostrando el dedo índice de la Lista 1. Alliana escribió en Twitter: “Camino a la gran unidad de la ANR. El 10 de octubre, en todos los rincones del Paraguay, Lista Uno lo mitá”, repitiendo la mágica leyenda que borra y exculpa coyunturalmente los peores crímenes en la ANR.
El episodio no es sino una más de las tantas historias de odio y reconciliación en la ANR. La lista es larga y la explicación/justificación es la misma de siempre: la vocación de poder que fuerza reconciliaciones y alianzas entre enemigos cuando hay elecciones a la vista y existe el riesgo de perder el poder. “Estas son las contradicciones del coloradismo que finalmente no soportan los opositores porque están totalmente fracturados. En la ANR se produce un combate de alta intensidad y luego los dirigentes se abrazan. Ese es el verdadero código colorado: no hay problema cuando se trata de la construcción del poder porque esa es la única ideología que profesa la ANR”, evaluó un viejo caudillo republicano.
LA REPARTIJA DEL PODER. Los colorados quieren reducir el sentido de esas alianzas al primitivo instinto de unidad ante el peligro de una derrota electoral. Es una verdad a medias porque lo que está en juego es el control del Estado y la repartija de los bienes además de las influencias en el Ministerio Público y el Poder Judicial. Friedmann y su esposa fueron imputados por lavado de dinero, cohecho pasivo y asociación criminal en un caso de merienda escolar. Por tanto, este “abrazo republicano” apuntaría también a la impunidad teniendo en cuenta el poder del ex presidente sobre fiscales y jueces. Como miles de casos de corrupción, no sería una sorpresa que termine en el oparei (se cajonee hasta su prescripción).
Otra disputa feroz se da estos días entre los senadores colorados Juan Carlos Galaverna y Cachito Salomón. La acusación más suave fue “prostituto” de la política. No son discusiones por visiones distintas del rol del Estado, o hacia dónde debe ir la ANR en el siglo XXI. El telón de fondo de este pleito particular son las concesiones de los millonarios juegos de azar. Ambos defienden sus negocios. A pesar del grueso calibre de las acusaciones mutuas, en breve los veremos abrazados en nombre de la Lista 1 mientras pacten algún acuerdo sobre ganancias y rían a carcajadas de sus epítetos. Los odios en la ANR afloran cuando uno come el pedazo más grande de la torta que el otro. Pero luego pactan la repartija a costa de la exclusión y miseria del resto de la sociedad. El sumun de esta “ideología del poder” aparece ante el riesgo que supone toda elección y por tanto el control del Estado. Es preferible “comer menos, compartir la torta con más comensales”, que enfrentar la gélida llanura. Ya les pasó una vez, y tuvieron que vender su alma a un empresario que vino a demostrar hasta dónde puede degradarse un partido político.
Por lo tanto, a pesar del ruido que hagan, las palabrotas que se digan, las acusaciones de dictadores, narcotraficante o impulsen imputaciones por corrupción, es solo una puesta en escena que luego se diluirá con el abrazo republicano.
El problema no son ellos, sino quienes ingenuamente creen en ellos.
GAFILAT. Ese mismo lunes arribó al país el Grupo de Acción Financiera Internacional para evaluar el cumplimiento de las 40 recomendaciones relacionadas al narcotráfico, terrorismo y lavado de dinero. En la serie de entrevistas, que continuará hasta el 3 de setiembre, los técnicos entrevistarán a autoridades del sector público y privado. Paraguay ha dado pasos legales para mejorar su calificación. El problema es que no hay consecuencias porque los fiscales y jueces se concentran en pececitos mientras blanquean y liberan a los tiburones a pedido de sus padrinos políticos. Si no fuese por la presión de EEUU, González Daher estaría sobreseído totalmente y Kassem Hijazi seguiría lavando activos sin ser molestado por las instituciones de control como sucede hace dos décadas.
Así como los colorados se pelean por disputas coyunturales y luego pactan sobre el despojo y la corrupción, así también están los fiscales y los jueces, pero a la inversa: el buen comportamiento de la Justicia durará en tanto Gafilat permanezca en el país. Apenas tomen vuelo, volverán los viejos vicios de la corrupción y la impunidad.
Porque esos códigos no se rompen nunca.