Pedro Villarreal, presidente de la Asociación de Comerciantes e Importadores Frutihortícolas del Paraguay, explicó a Última Hora que la suba responde a la escasez de tomate de producción nacional y a las limitaciones para importar.
“No hay cantidad suficiente de tomate nacional. En Argentina, el producto también está caro en origen y, en el caso de Brasil, cuando entra contrabando, algunos vuelven a encajonar y hacen pasar como tomate nacional al vender”, señaló.
En mayo pasado, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) cerró la importación del producto, bajo el argumento de que el país estaba próximo al autoabastecimiento. No obstante, la situación actual refleja lo contrario.
“El propio ministro Carlos Giménez admitió que el MAG controla la emisión de Afidi (permisos de importación), pero no saben manejar la situación porque esto es muy cambiante y la única perjudicada es la ciudadanía con los precios exorbitantes que debe pagar por el producto”, cuestionó Villarreal.
El comerciante recordó que el consumo básico diario de tomate en el país oscila entre 150.000 y 180.000 kilos, volumen que actualmente no se está alcanzando. “No hay una política de Estado que sea a favor del ciudadano. El consumidor solo termina pagando cualquier precio, porque no tiene a dónde recurrir”, lamentó.
A esto se suman factores climáticos que inciden en el costo de origen, como lluvias, heladas o excesivo calor, que encarecen la producción y repercuten en la cadena comercial, señaló el importador.
Villarreal advirtió que, con las lluvias anunciadas para los próximos días, la cosecha podría verse afectada y el precio volvería a subir.
Al mismo tiempo, el dirigente de uno de los gremios de importadores, criticó el proyecto impulsado por el senador colorado Colym Soroka, que plantea que solo los importadores que compran el producto nacional puedan importar. “Eso generaría un monopolio, porque unos pocos manejarían el ingreso y podrían fijar el precio que quieran”, advirtió.
La incertidumbre en torno al abastecimiento y los altos precios del tomate vuelven a poner sobre la mesa la falta de previsibilidad y de políticas claras en el sector hortícola, dejando a los consumidores como principales afectados.