26 abr. 2024

El taller de Llano, el cuartel general donde se pactó un gobierno que no fue

Estela Ruiz Díaz – @Estelaruizdiaz

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Foto: Archivo

Cada 15 días el taller del corredor de rally Antonio Ramos se convierte en un comedor político. Allí, entre autos de carrera, miembros de algunas bancadas se reúnen para comer un guiso de película.

El miércoles 31 de julio se hizo el almuerzo, pero el plato fuerte estaba reservado para más tarde. Horas después, la escudería Ramos ubicada en el barrio Salvador del Mundo, se convertía en el cuartel general para analizar el escenario del juicio político del presidente Mario Abdo Benítez y del vicepresidente Hugo Velázquez, ver las salidas institucionales ante la doble acefalía en medio de la verificación constante de los votos.

Para entonces, Antonio Ramos ya era Blas Llano, presidente del Congreso y tercero en la línea de sucesión presidencial. El senador liberal tenía altas posibilidades de interinar la presidencia de la República y necesitaba concertar alianzas para estabilizar la situación y demarcar el inmediato futuro político. Fueron convocados los líderes de bancada de la oposición. Pocos fueron. A medida que llegaban los senadores se les pedía cordialmente dejar sus teléfonos celulares en una canasta. No sea que se les ocurra sacar fotos o grabar la conversación.

El taller tiene dos espacios; en uno, se dio la reunión más importante. En otro, observaban dirigentes de menor jerarquía, incluso algunos colorados, amigos del dueño de casa. El bloque liberal estaba integrado por Zulma Gómez, Blas Lanzoni, Fernando Silva Facetti, los intendentes de Villa Elisa y Fernando de la Mora y otros. Luego arribó el patriaqueridista Fidel Zavala y, posteriormente, Fernando Lugo y Sixto Pereira, del Frente Guasu.

Lugo descorchó un ron, que un senador liberal le regaló, prendió su habano y habló del Gobierno de transición. El resto bebía cerveza.

La reunión discurría sobre la situación política. La restricción de tener un aparato celular no se aplicó a Zulma Gómez, quien mantenía constantes contactos con Horacio Cartes. Algunos afirman que el ex presidente escuchó toda la reunión porque la senadora activó el speakerphone. Otros dicen que no fue tanto, aunque sí hubo intercambio constante. Ella le llamaba a Horacio a cada rato.

Llano preguntó sobre el compromiso de cada uno. El Frente Guasu dijo que sí, pero Zavala retaceó la respuesta. Sixto intentó convencerle: “Ejagarrána, vamos a aliarnos siqué che duki”, dijo en tono coloquial, tratando de atenuar la tensión ideológica entre ambos.

Hablaron del proceso y especialmente del plazo de la presidencia interina.

–Tenés que convocar las elecciones en 60 días–, planteó Sixto en tono imperativo.

–Es poco tiempo, deben ser 90 días, Karaja–, replicó Llano, llamándolo por su apodo.

El acuerdo comprometía a Llano a convocar a elecciones en tres meses y renunciar para que el electo asuma la presidencia y complete el mandato hasta el 2023. Nada de repetir la fórmula de 1999. Allí también se habló de la necesidad de la unidad para presentar una única candidatura opositora. Las condiciones eran óptimas para ganar a la ANR.

–Yo ya tengo al candidato! –dijo en tono triunfante Llano. Pero nadie le preguntó a quién se refería.

Zavala decidió abandonar la reunión, sin comprometer nada. Patria Querida debía reunirse el jueves, a las 6.00; pero ante la celeridad de los acontecimientos adelantaron la sesión y esa madrugada ya emitieron su comunicado en contra del juicio político. Aparentemente, Zavala salió espantado por el tenor que iba tomando la reunión.

Quedaron solo los liberales en el taller. Llano llamó entonces a Carlos Mateo Balmelli. Este fue llegando a los apuros desde Ñu Guasu, donde estaba haciendo su caminata. Primero, el senador le pidió ayuda para organizar la transición y luego le ofreció la candidatura a presidente. Según se supo, Mateo les alertó premonitoriamente de que Cartes no apoyaría el juicio político. Los aliados proyectaban elecciones generales ante la doble acefalía y estaban muy seguros de que el TSJE convocaría para los dos cargos y no solo para vicepresidente como establece la Constitución. Eso ya está acordado.

EL TELÉFONO DE ZULMA. Honor Colorado aún no se había manifestado públicamente. Zulma le dijo a Llano que Cartes quería reunirse con él y que debía ir a su casa. Llano, experto en estas lides, dijo que no. Sus asesores le aconsejaron que no opinara públicamente ni se mostrara con sus aliados por estar en la cadena de mando y así evitar sospechas de conspiración. Como el cartismo no se manifestaba, Zulma planteó exigir una señal. “Probá”, le dijeron. Volvió a llamar a Cartes y le pidió una posición pública. Minutos después, exactamente a las 20.23, el diputado Bachi Núñez escribía en Twitter:

“Honor Colorado se reunió y decidió acompañar el juicio político al Ejecutivo”.

Luego se sumó a la reunión Salyn Buzarquis, del efrainismo. La diputada Celeste Amarilla también fue convocada, pero no asistió.

La reunión se disolvió con la seguridad de que al día siguiente, el jueves 1 de agosto, se instalaría un nuevo Gobierno.

El oficialismo afirma que esa noche, en el taller de Llano se repartieron el Gobierno con el aliento cartista. Y que el senador liberal estaba pasado de copas festejando la banda presidencial. De esto habló Celeste Amarilla muy enojada por sentirse “usada”. Reveló que “(Llano) anoche borracho me llamó porque quería reunirse conmigo porque él estaba operando el juicio político y estaba (tan) borracho que no se le entendía. Después me tomaba el teléfono otra persona y terminaba de explicarme lo que él trataba de explicarme en balbuceo. Y, finalmente, esta mañana, nada. Le habrá llamado (Horacio) Cartes, le habrá dicho. Capaz que ni se acuerda de lo que dijo anoche de la borrachera. Tan borracho que no se acuerda que estaba projuicio político, y hoy cambia. No sé”.

EN MBURUVICHA RÓGA. Paralelamente, en la residencia presidencial se analizaba lo mismo, pero al revés: cómo trabar los votos. Hugo Velázquez, Bacchetta, Ovelar, Galaverna y Benigno López consideraban negociar con Cartes, pero otro grupo insistía con la oposición. El operativo empezó alrededor de las 16.00, a sabiendas de la reunión en el taller de Llano. Lilian Samaniego, Juan Afara y Rodolfo Friedmann empezaron los sondeos. El propio presidente se involucró con algunas llamadas. Con la ayuda opositora, bloquearon el plan en Senado.

EN LA MANSIÓN DE ESPAÑA. Ese miércoles a la noche, la residencia de Cartes era un hervidero. Los legisladores analizaban qué camino tomar. El clima indicaba que no se apoyaría el juicio político, hasta que abruptamente Cartes ordenó a Núñez publicar el sí a la destitución, dejando a más de uno sorprendido, pero nadie se atrevió a contradecir la orden.

EL JUEVES. En horas de la mañana, el Gobierno seguía en ascuas. Aunque tenía los votos para frenar en Senado, la aprobación en Diputados le generaría inestabilidad y descontrol del escenario. La tensión se disipó con el Twitter de Alliana, quien a las 10.48 del 1 de agosto aclaraba que al anularse el acta bilateral, se reparaba el daño y, por tanto, Honor Colorado retira su apoyo al juicio político contra el presidente Mario Abdo Benítez. En ese entonces, Hugo Velázquez estaba con Cartes, confirmó el mismo vicepresidente.

Cartes pasó de la euforia de la destitución a la reculada feroz en un lapso de 14 horas, sin debatir ni comunicar a sus bancadas. Sus senadores se enteraron de la decisión a través de Zulma, lo que generó malestar a los más cercanos al ex presidente.

EL WHASTAPP DE MACRI. La presión externa fue clave para desactivar el juicio político. EEUU lo asumió públicamente a través de su Embajada. Brasil jugó un papel clave con la detención de Darío Messer, el lavador de dinero que puede contar mucho sobre sus negocios en Paraguay y la protección que le dio Cartes, además de anular el acta bilateral. Fuentes diplomáticas hablan incluso de que Jair Bolsonaro llamó al líder de Honor Colorado. Mauricio Macri le envió mensajes, que fueron leídos el pasado 6 cuando ratificaron el no al juicio político. Para dar credibilidad a su relato, Cartes le pasó el teléfono a la diputada Del Pilar Medina y ella leyó en voz alta el WhatsApp del presidente argentino, quien en tono coloquial le manifestaba su preocupación y la inconveniencia de un juicio político en la región.

VIDRIOSO PANORAMA. Pasada la tormenta del juicio político (pero no la amenaza en forma definitiva), esta semana se consagró la irresponsabilidad del Poder Ejecutivo, que apeló a la infantil estrategia del “yo no fui”, para lavarse las manos de la firma del acta secreta con el Brasil que casi tumbó la administración. En una inaudita publicación de comunicaciones privadas (WhatsApp) desde el presidente para abajo, se confirma que todos sabían, pero en un bochornoso espectáculo Mario Abdo tiró el fardo a Luis Castiglioni; el ex canciller al embajador Saguier Caballero y este a sus jefes. Hugo Velázquez a Joselo y este a una sobreactuada inocencia millennial. Lo único claro es que todos tienen la culpa, hay traiciones en todos lados, pero no hay coraje, ni capacidad, ni libertad para aplicar la cirugía mayor y refundar el Gobierno.

Por ahora, Marito quedó prisionero del cartismo. Lo graficó en español brusco Alliana: “Dejemos de hacernos los churros, los ídolos, porque hoy el que le salvó a este Gobierno y al Partido Colorado es Honor Colorado, que está claro”.

Es cierto, es rehén de Cartes, quien se posicionó como el árbitro de la política. Pero también es cierto que el ex presidente es rehén de fuerzas más poderosas que cada vez que bordea los límites institucionales (como el intento de reelección), le aplican camisa de fuerza.

Marito ya no controla el Gobierno. Los opositores que le salvaron la cabeza hoy pasaron a la vereda de enfrente porque lo ven incapaz de gobernar. Está anestesiado.

Si con semejante golpe no logra despabilarse y sigue en ese ritmo cansino le dará la razón a quienes ya sostienen en tono resignado que es mejor patear el tablero, aguantar la turbulencia seis meses, y elegir un nuevo presidente para completar el periodo en mejores condiciones.

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