“Uno de los fenómenos que actualmente golpea con fuerza al continente es la fragmentación cultural, la polarización del entramado social y la pérdida de raíces”, aseveró Francisco.
El papa habló de “modelos culturales que poco o nada tienen que ver con nuestra historia e identidad y que, lejos de mestizarse en nuevas síntesis como en el pasado, terminan desarraigando a nuestras culturas de sus más ricas y autóctonas tradiciones”.
“Y hacia allá van los jóvenes, tienen el riesgo de convertirse en nuevas generaciones desarraigadas y fragmentadas”, advirtió.
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Ante ello, explicó que la Iglesia no es ajena a esta situación y que también “corre el riesgo de desorientarse al quedar presa de una u otra polarización o desarraigada si se olvida su vocación a ser tierra de encuentro”.
“Nuestro continente, marcado por viejas y nuevas heridas, necesita artesanos de relación y de comunión, abiertos y confiados en la novedad que el Reino de Dios puede suscitar hoy”, dijo a los sacerdotes latinoamericanos.
Recordó que uno de los sacerdotes alumno en este colegio fue el ahora santo Óscar Romero, que fue “un hombre enraizado en la palabra de Dios y en el corazón de su pueblo”.
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“No le tengan miedo a la santidad y a gastar la vida por su gente”, les animó.
También les exhorto a que se alejen de “la perversión del clericalismo” y se conviertan en “pastores de pueblo” y no en “clérigos de Estado”.