Leite es víctima no de la movida formal de la Comisión, sino de la campaña montada a partir de la información obtenida formalmente, una campaña cuyo objetivo fue revelado por el mismo senador en un audio que acabó haciéndose público. La intención –explicó– es matar política y socialmente a quienes él calificó como “oenegeros”, y para ello –dijo– deberán seguir ventilando todo lo que tengan.
¿Qué tiene la Comisión y estuvieron ventilando? Toda la información sobre los gastos de las organizaciones civiles, incluyendo cualquier servicio pagado, ya sea de limpieza, administración o consultoría ¿En qué consistió hasta ahora la campaña? Primero satanizaron a las organizaciones presentándolas como operadoras de gobiernos extranjeros confabuladas para debilitar la soberanía paraguaya; luego, vincularon a cualquiera que haya tenido alguna relación con esas organizaciones con la conspiración globalista.
La guinda de la torta fue la filtración de documentos presentados en las redes de manera tergiversada por sus sicarios mediáticos. Así, el prestigioso periodista Alcibiades González Delvalle fue presentado poco menos que como un miembro de la CIA porque dictó un curso de periodismo de investigación organizado por una fundación privada con el financiamiento de la agencia estadounidense de cooperación económica y humanitaria, la USAID. La factura de González Delvalle por 600.000 guaraníes era la prueba, según los operadores cartistas, de que la opinión crítica del periodista –la que valió persecución y arrestos durante la dictadura– estaba comprada. Según la jerga despectiva de Leite, Alcibiades pasó a ser un simple “oenegero”. Es en medio de esta campaña sucia que se da un giro inesperado de la historia. La prensa revela que el senador Leite también es un “oenegero”. En los últimos días de su presidencia, Horacio Cartes firmó el decreto por el cual se autorizó la creación de una nueva organización no gubernamental impulsada por su entonces ministro de Industria, Gustavo Leite, y la esposa de este. Esa organización, que busca rescatar a jóvenes adictos con oraciones, recibió dinero de la Itaipú Binacional y de Tabesa, la tabacalera del ex presidente y sancionada por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.
Si Leite o su organización hubieran sido molestos para el oficialismo, la Comisión le hubiera pedido los papeles y los operadores mediáticos habrían publicado en las redes que un ministro abrió una fundación para recibir dinero de la binacional. O que aparece entre los beneficiarios de una tabacalera sospechada de lavar dinero.
La campaña montada por Leite y su Comisión “ventilando” documentos que luego son publicados de manera torcida en las redes habrían significado para él lo que hoy pretende para cualquier referente molesto: Una muerte política y social. Ahora se escandaliza porque involucran a su esposa presentándola casi como sospechosa de haber cometido un delito. Eso mismo han hecho él y su Comisión con personas de probada honorabilidad como González Delvalle. Personalmente, no estoy en desacuerdo con que se publiquen oficialmente y sin tergiversaciones todos los gastos de organizaciones que manejen cualquier recurso público. Podríamos empezar, por ejemplo, con la OPACI, administrada desde siempre por la familia del senador Bachi Núñez, que recibió más de 30 millones de dólares en solo cinco años; o con las que administraron recursos de gobernaciones y municipios durante la pandemia.
Y si quieren meter a TODAS las que solo reciben fondos privados, pues adelante ¿Se animarán a preguntar, por ejemplo, a quiénes han estado pagando honorarios las fundaciones de Cartes y bajo qué concepto...? Lo dudo