23 dic. 2025

El empresario hormiga

A menudo, cuando nos referimos a la hormiga en el ámbito empresarial, lo primero que viene a nuestra mente es asociar al tamaño de nuestra empresa. “Nuestra empresa es chiquita, somos una hormiguita recién” solemos comentar, acaso menospreciando nuestro trabajo o la dimensión.

Por otro lado, también la hormiga me hace memoria al cuento (moraleja) de nuestra infancia, La cigarra y la hormiga. Es ahí donde este pequeño insecto, visto desde otro ángulo, nos hace notar su grandeza. Mientras la cigarra dormía, descansaba, la hormiga construía futuro.

Debemos tomar en cuenta estos importantes aprendizajes de la infancia porque nos ayudan a crecer y apreciar el fruto del trabajo, la constancia, el esfuerzo. Esto genera frutos.

El empresario paraguayo, y el país, gozan actualmente de una vitalidad única. Hablando con colegas coincidimos en mayoría que el 2025 ha sido un año fantástico. Esto se ve reflejado en los números país, con un crecimiento estimado del 6%.

Esta bonanza es fruto de nuestro trabajo, de cada paraguayo que ha aportado con esfuerzo cada grano de arena. Las condiciones económicas regionales también nos ayudan mucho, e incluso “a pesar del Gobierno” que, con luces y sombras, creceremos todos. O casi todos, porque todavía sigue habiendo mucha gente carenciada, donde el “efecto derrame” casi nada le alcanza. Y esto sigue siendo una nota pendiente, clave y de gran relevancia.

El empresario hormiga debe aprovechar este viento de cola, y preocuparse por mantenerse en pie con cimientos sólidos, previendo momentos de “vacas flacas” que también vendrán sin duda. Porque el mundo, la economía, es así. Vivimos ciclos que no solo dependen de nuestro país, sino de otros, con circunstancias extremas como fue la pandemia o como podría ser si el dólar explotase.

Para poder cimentar nuestra empresa con pilotes sólidos, dejo aquí algunos consejos. Primeramente, priorizar nuestro principal activo, nuestro equipo humano, la gente que trabaja con nosotros y nos permite seguir creciendo. Potenciemos sus habilidades, sus conocimientos, pagando (o colaborando) sus estudios universitarios, de posgrados o especializaciones para que su profesionalismo y competitividad de gestión mejoren.

Por otro lado, es el momento de invertir. Cuidemos el gasto corriente, invirtamos en activos que nos generen más rendimiento, que nos permitan crecer más. En tecnología, en software, IA, máquinas y otros que nos ayuden a optimizar costos. Recordemos que cada día estamos más insertos en una economía global, hiperconectada y altamente competitiva.

También elijamos bien dónde apuntamos: ¿Somos empresas de volumen-precio o de calidad? No será que, como chicos que somos, debemos dirigir nuestros negocios a productos de alto valor agregado, con calidad premium. ¿O estamos para competir en volumen y calidad con países asiáticos? Nademos en “océano azul” donde vamos a encontrar mayores oportunidades, y no en el “océano rojo” donde el canibalismo de precios puede fundirnos.

Es el momento de ser hormiga, de trabajar más para guardar/invertir y prepararnos para el futuro. No seamos cigarras, que no nos llegue el invierno y nos agarre sin ropa, sin techo.

En resumen, la moraleja de La cigarra y la hormiga nos deja enseñanzas muy claras, perfectamente hoy replicables en nuestros negocios. Primero seamos previsivos, no mal gastemos nuestro tiempo solamente en el ocio o el relax, sino tengamos claro nuestro horizonte de mediano y largo plazo. Seamos responsables, invirtamos correctamente y sembremos futuro. Seamos equilibrados, disfrutemos la vida, puesto que si solo la vivimos con falta de preocupación alguna, una tormenta fuerte puede dejarnos sin nada.

Paraguay debe aprovechar el momento, la bonanza, pero debe hacer inversiones en educación e infraestructura por años postergada. Debemos recortar los gastos superfluos del Estado y bajar la corrupción a como dé lugar, para mejorar nuestros números. Que el próximo huracán que nos azote, nos agarre fuertes y sólidos.

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