Una preocupada pobladora, quien pidió anonimato, mencionó que en la calle frente a la fábrica denominada Megapack SA, todas las noches, desde las 00:00, se juntan grupos de nativas para drogarse, tomar y esperar a sus clientes que llegan en distintos vehículos y hasta en camionetas lujosas.
“Las camionetas se estacionan en la oscuridad, las nativas suben de dos a tres al vehículo, hacen su porquería y se van”, lamentó la pobladora. Siguió comentando que los mismos vendedores de drogas van en motocicleta hasta la zona para vender sus dosis a los consumidores.
La mujer se quejó de la falta de personal policial que pueda realizar recorridas por la zona, que se vuelve tierra de adictos a estupefacientes de día y de noche.
“Es una vergüenza que vivamos así, en diciembre se aumentaron los agentes Lince, pero por aquí no vienen”, criticó.
La mujer refirió que hace un año vive en una vivienda que alquila en el barrio Corumba Cué y que a días de mudarse al lugar, ya empezaron a desaparecer varias de sus pertenencias, por lo que exigió al propietario la instalación de cercas con cuchillas para mayor seguridad del domicilio, teniendo en cuenta la mala fama que tiene la zona por los constantes robos domiciliarios que se registran.
“Hace poco implementamos alambres electrificados sobre la cerca, es lo único que les ataja, porque las cuchillas estiraron y desoldaron para volver a entrar a robar y llevaron mi parrilla de asado y otras cosas, como una mesa, escoba, palita”, comentó.
Indicó que al principio, los presuntos adictos, sorteaban sin problemas las rejas para ingresar al patio y llevar todo lo que encontraban en el lugar. Aseguró que los que realizaban dichos hurtos no eran nativos, sino gente común.
Sin embargo, los propios indígenas son utilizados como campana para informar a los delincuentes. “Resulta que ellos se sientan cerca de las casas y saben a que hora salís o entrás a tu casa o a que hora te encerrás, ven que dejas afuera y ellos no entran, pero avisan todo a los otros”, relató.
doble campana. Señaló que en caso de que algo se robe de la casa, le quitan información a los nativos por G. 5.000, 10.000 y ellos terminan contando quien fue el autor y donde vendió el objeto, “terminan siendo campana de ambos lados”, denunció a la policía. “De casa robaron unos sillones y los recuperé de la vivienda de una vecina de la esquina, primero averigué quién robo, le mande llamar si yo entré, me dijo, que descarado le dije”, mencionó.
Refirió que le dijo al autor del robo que no lo iba a mandar agarrar por la policía, pero que necesitaba recuperar sus cosas, a lo que el presunto delincuente le indicó que había vendido cada sillón a G. 10.000 y que la mujer quien compró los objetos, quiso volver a vender los sillones a la víctima por G. 20 mil cada uno.
“Fui a casa de la señora y le dije, señora me dijeron que a vos te vendieron mis sillones y necesito recuperar; sí, sí; me dijo y sacó los sillones, entonces le digo al muchacho, agarra los sillones, en ese momento le dije a la mujer, señora no te voy a pagar ni un peso porque son mis cosas a lo que ella me respondió que pago por ellos”, relató ofuscada la mujer.
Seguidamente, manifestó que si la mujer, quien compró los sillones por un precio ínfimo no le dejaba retirarlos, iba a comunicar el hecho a la comisaría, por lo que la compradora de mala fe los entregó a regañadientes.