“Di que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”. Esta petición de la madre de Santiago y Juan, tan sencilla como osada, nos muestra la generosidad de una madre que quiere lo mejor para sus hijos: Que estén lo más cerca posible del Señor.
En el Evangelio de hoy, la madre de Santiago y de Juan, dos de los apóstoles más cercanos a Jesús, irrumpe con fuerza ante el Maestro. Se postra ante él y le dirige una petición tan sencilla como atrevida: “Di que estos dos hijos míos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y otro a tu izquierda”.
Aunque el evangelista no diga nada, podemos imaginar que el Señor, al escuchar esa petición, se llenaría de ternura hacia esa mujer. La respuesta que le da parece que tiene un punto de aspereza, pero al Señor le ha gustado el atrevimiento de esa madre y acaba formulándole una nueva pregunta, a la que la madre –esta vez, a una con sus hijos– le responde afirmativamente.
Jesús, intuyendo una posible aspiración humana, le corrige, afirmando la primacía de la voluntad de Dios y de la actitud de servicio por parte de quienes “más arriba están”.
Hoy nos quedamos con la valentía de esta mujer que no tuvo reparos en mostrar con sencillez al Señor el deseo más profundo que anhelaba en su corazón. Una petición que no era para ella, sino para sus hijos, a quienes amaba mucho más que a ella misma.
¡Cuántas respuestas generosas de tantos y tantas que lo han dejado todo por seguir al Maestro se han visto precedidas y acompañadas por una apertura generosa de sus padres para que siguieran a Jesús por donde Él les llevara!
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2024-02-28/)