25 abr. 2024

Diversificar, o bien rogar a los santos

Avanzamos en un periodo más en el que la economía local prenderá vela a algunos santos para que el clima permita una correcta producción. Se aseguraría así buena cantidad de soja y carne bovina para sostener los ingresos por exportación, ya que son los dos rubros más emblemáticos que salvan el crecimiento del PIB.

La producción sigue dependiendo de los avatares naturales y aún es ralentizado el ritmo de la anhelada diversificación. Los rubros no tradicionales se expanden sin mucho énfasis, pocas inversiones y un Estado que no consolida esas variantes.

La sequía ejerció su fuerza negativa en 2019, llevando incluso a un decrecimiento; y el año pasado nuevamente se la sintió en la amainada producción de granos y en los enormes inconvenientes para transportar barcazas rumbo a ultramar.

Con este escenario, es cada vez más imperiosa la necesidad de traducir esa búsqueda de rubros alternativos, que generen las divisas correspondientes, pero que deben insumir un proyecto a mediano y largo plazo, ya que primeramente hay que fortalecer las herramientas para capacitar a quienes desarrollarán esos segmentos, distintos de los agronegocios.

Aún existe un amplio margen para concretar planes de diversificación, ya que todavía el bono demográfico puede brindar esa energía con la que se podrá enfrentar un mundo demandante y competitivo: Muchos jóvenes se encuentran con ansias de acceder a empleos, aproximadamente el 60% de la población está inserta en esa franja etaria, y las referencias de quienes capacitaron a los jóvenes para mandos medios dan cuenta de un rápido aprendizaje.

La manera en que se podría transformar la riqueza de la fuente de energía también brinda un marco optimista, ya que existe de sobra la posibilidad de utilizar el factor energético limpio y renovable, mediante las hidroeléctricas, con el fin de instalar industrias electrointensivas, y de paso desmarcarse de la férrea dependencia de los combustibles fósiles, con lo que se brindará también un giño al medioambiente, tan degradado últimamente.

La industria del software crece a pasos agigantados en el mundo, y Paraguay podría expandir su oferta, mediante la multiplicación significativa de productos y servicios que ya está exportando, pero aún de manera tímida. Vale la pena dimensionar cuántas divisas pueden ingresar por comercializar estos rubros.

Los servicios, en general, y sobre todo aquellos que corren sobre internet, pueden brindar esa alternativa que posibilite consolidar un ecosistema en que las nuevas generaciones aprendan e implementen proyectos que servirán al ámbito internacional y a la demanda creciente. Cada día se generan aplicaciones para cubrir necesidades del mundo actual, y las autoridades deben estar más atentas para brindar el marco pertinente con el fin de que prendan esos espacios, que a la larga redundarán en beneficios económicos y de mejor calidad de vida.

La voluntad política pasa por reconstruir y hasta refundar un modelo económico distinto del actual, ya que aún se siguen padeciendo las consecuencias de la inequidad social y prevalecen los márgenes de población que no acceden ni a los mínimos beneficios sociales, servicios básicos ni oportunidades para salir adelante.

Una verdadera democratización en esas oportunidades permitirá alcanzar estándares de vida con mejor calidad, para que desde adolescentes en los colegios se tome consciencia de los retos que enfrentarán en la etapa laboral, y sean capacitados para un entorno cada vez más complejo y de grandes necesidades.

A todas las sociedades les llevó décadas transformar sus paradigmas, y Paraguay necesita presentarse más competitivo y formal, al fomentar la diversificación productiva para incluir a más población con oportunidades de empleo y riqueza. De esa manera se dejará de mirar solo al cielo y pedir a los santos que bendigan los cultivos y las vacas estén bien alimentadas, ya que hasta ahora solo de eso depende nuestro crecimiento.

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