02 dic. 2025

*Desarmemos Kreuzberg

El presente artículo traza el hilo histórico que líderes de diferentes facciones políticas e ideológicas como Horacio Cartes, Fernando Lugo y Federico Franco coinciden para construir un proceso sostenido silenciosamente por técnicos del área, con el objetivo de solucionar desde las políticas públicas en seguridad, derecho, defensa nacional e inteligencia, un problema percibido como grave y complejo. Para cualquier Estado, no existe un desafío más importante que tratar de poner “orden” cuando ello se refiere regular el control social o el comportamiento de un colectivo humano organizado, influido y motivado por actos de terrorismo. Incluso, muchos expertos en políticas públicas hoy desisten de investigar, cuando dichos actos extremos impliquen involucrar a la acción militar como respuesta. Es que controlar al hombre en el fragor bélico es imposible. No obstante, antes de encarar un conflicto interno, siempre es imperioso construir la teoría y su marco, previo al inicio de las acciones a fin de que dicho proceso acabe de manera exitosa, más que nada por el alto y elevado riesgo que implica encargar una parte de la solución del problema, involucrando a las Fuerzas Armadas para impedir la conquista del poder político por vía de las armas de parte de grupos radicales violentos. El presente artículo trata sobre el origen del Comando de Operaciones de Defensa Interna (CODI), conocido comúnmente como la Fuerza Tarea Conjunta (FTC). A fin de ser grata y amena la lectura, omitiré aspectos legales relacionados más que nada, con la técnica jurídica aplicada por no venir al caso. Corría el mes de setiembre del 2010. Caían abatidos por la Policía Nacional en Sidepar, San Pedro, dos miembros centrales de la banda terrorista autodenominada EPP. Era la Presidencia de Fernando Lugo y Rafael Filizzola su ministro del Interior. Se convocó a una reunión de urgencia en el Comando de las Fuerzas Militares. Los rostros lúgubres anticipaban datos alarmantes en relación con la crisis. Rafael Filizzola había conformado por entonces un Gabinete variopinto, convocando a técnicos de distintos partidos políticos bastando solo, una comprobada formación y capacidad como requisito. Cortó por lo alto. Fue su mérito. Días después de estos hechos, una presión política casi insostenible presagiaba la remoción de toda la cúpula del Ministerio del Interior por supuesta falta de resultados. La Policía Nacional había llegado al límite de su operatividad, conforme a su naturaleza. Se convocó entonces a otra reunión de urgencia, esta vez fue en el despacho del viceministro de Seguridad Interna Carmelo Caballero. Es ahí, donde se produce el punto de inflexión cuando hice uso de la palabra, y propuse analizar una gestión militar permanente, diferente al modo en que la ley exigía por entonces, según las reglas del Estado de Excepción, modificando la Ley de Defensa Interna vigente desde los tiempos del general Andrés Rodríguez. Finalizada la exposición, un político reclamó “esto, lo proponés por tu condición de militar” a lo que respondí “son las variables”, los síntomas alarmantes –desde la óptica de la seguridad interna– “en los departamentos de San Pedro, Concepción, Amambay y Canindeyú, las que diagnostican a mi conclusión” añadiendo el siguiente comentario: “Estamos desentrenados y sin presupuesto, pero si ustedes no introducen a otro actor en el escenario geopolítico, no llegan a fin de año y serán devorados por sus propios aliados y por sus adversarios políticos, la idea es ganar tiempo e investigar mejor al fenómeno”. Para que el amable lector pueda ubicarse en el contexto, pude convencer al auditorio basándome en dos hechos concretos; la aplicación de las políticas públicas bajo enfoque contingente (investigación hecha por Renate Mayntz, “el discurso exitoso, a corto plazo, aprender haciendo: Ensayo y error”) y me daba mucha confianza la internacionalización de las misiones de las Fuerzas Armadas de la Nación bajo los auspicios de las Naciones Unidas. Experiencia, que otorgaron nuevas capacidades operativas a nuestros líderes militares y policiales. Fue mérito del viceministro Carmelo Caballero disponer el inicio de un proceso de investigación que llevó más de dos años. La intervención de las Fuerzas Armadas en operaciones de defensa o de seguridad interna en nuestro país no fue fruto de una antojadiza decisión, sino el resultado de un proceso científico. Si bien es cierto que durante la Presidencia de Fernando Lugo se inició la intervención militar en estas lides bajo la figura del Estado de Excepción, no es menos cierto que fue durante el gobierno de Federico Franco cuando la investigación adquirió un mayor dinamismo, trabajándose silenciosamente con los datos proporcionados por la Policía Nacional, en un laboratorio del Ministerio del Interior. Sobre este punto es de destacar que un proceso coincidente y paralelo era llevado adelante por el general de Ejército Bernardino Soto a quien le entregué las resultas de las investigaciones. El futuro ministro de Defensa, no solo termina por desarrollar el marco teórico, sino elabora el borrador del marco legal para su aplicación, junto con su Decreto Reglamentario, aspectos por demás complejos. Fue también su genuino mérito, sobre este punto es importante destacar, lo que enseñan los profesores Paul Collier y Anke Hoeffler: Quien dirigirá la guerra o el conflicto interno desde la gestión política, es quien debe elaborar la norma por una cuestión simple, administra el presupuesto y adquiere los medios del combate. Todos estos hechos históricos desembocaron en la Ley Nº 5036/2013, sancionada y promulgada por el entonces presidente de la República Horacio Cartes que impone la ley y fue su mérito. Es que el valor de una teoría científica, como dice Augusto Comte, se juzga según el grado de adecuación con los acontecimientos. Así funciona y se conduce una República seria. Este tipo de decisiones maduras es lo que espera la ciudadanía de sus líderes políticos en las diferentes áreas. Para concluir, días son estos cuando recuerdo uno de los dichos de mi bisabuelo catalán cuando tomaba una copa de vino y repetía ¡Salud, no más! Mis queridos amigas y amigos Feliz Año 2026.

* Artículo inspirado en una operación exitosa llevada adelante por la policía alemana en un barrio de Berlín del mismo nombre a inicios del 2000, en contra del crimen organizado con el apoyo de varios organismos multiagenciales del Estado.

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