Susana Oviedo
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El entusiasmo con que habla el ministro Luis Ramírez del proyecto “Hambre Cero en la escuela” es el de alguien que está convencido de que es cuanto debe hacerse y que confía en que las dudas, cuestionamientos, desconfianza y críticas irán cediendo en la medida que le dejen explicar las razones que sustentan los cambios que el Gobierno pretende imprimir a la alimentación escolar y al manejo de los recursos. El titular del MEC cree que esta semana, en un diálogo que sostendrán con los intendentes que cuestionan la nueva iniciativa, ganará aliados y se disiparán las dudas para que el proyecto transite sin sobresaltos el proceso legislativo para su aprobación.
–¿Por qué para el Gobierno Hambre Cero en las escuelas es el modelo apropiado para el país?
–Desde el punto de vista de la educación, el cerebro lleva el 50% de la producción de energía del cuerpo, que se basa en la alimentación. Todo lo que hace a las conexiones y redes neuronales que son las que permiten la posibilidad de aprender y de concentrarse, dependen de la calidad de la alimentación. Eso hace que los alumnos puedan tener mejor calidad de aprendizaje, que puedan estar más tiempo en la escuela y que, los que no están, vuelvan.
Desde el punto de vista académico-escolar es uno de los factores más incisivos en el tema de educación.
Pero también genera otras ventajas, como económicas, porque puede permitir el desarrollo de la agricultura familiar campesina, puede de pequeñas empresas que cocinen en la escuela y, desde el punto de vista social, posibilitar, en conjunto con otros programas, incidir muy fuerte en las situaciones de pobreza y extrema pobreza. Por eso necesitamos darle un giro a cómo se estaba distribuyendo el alimento.
–¿En qué sentido dar ese giro?
–Bueno, los alimentos se estaban distribuyendo con los criterios de royalties. Así, zonas que son las que más necesitan, como Caazapá y Caaguazú por poner dos ejemplos, hoy son las que menos reciben. Por eso necesitamos cambiar el modo en que se está distribuyendo el recurso para la educación escolar. Pero también porque algunos estudios señalan que el almuerzo, la comida, es lo más decisivo. No así, la merienda o media mañana que, muchas veces, tiene una calidad muy mala.
Con un plan de alimentación, no solo se va a mejorar la calidad, sino es una posibilidad de desarrollo social y económico.
–Todo cuando dice no se discute y de hecho se ha venido implementando, de alguna manera, por tanto, ¿cuáles son los cambios fundamentales propuestos?
–Hay varias diferencias. Lo primero es que hoy cuesta mucho evaluar. Cada quien hace lo que quiere, entre comillas. Porque en una gobernación se juega handball; en otra, vóley y en otra, básquet, y cuando se las tiene que evaluar, no hay un criterio. Un ejemplo concreto respecto al criterio. ¿Cómo se establecen los precios? ¿Hay un mínimo y un máximo? ¡No! Cualquiera establece, y cualquier cosa vale cualquier cosa. No puede ser.
El consejo nacional de alimentación escolar va a tener la posibilidad de gestionar los manuales de confección de alimentos, de calidad de los alimentos, de precio, de tipo de licitaciones, de tipo de modalidades. Todo con un manual de reglas claras para todos. Se prevé Contraloría y sanción. Así, las personas que malversan van a pagar con su patrimonio personal.
–¿Se trata de un protocolo que no existía?
–Efectivamente, un protocolo bien completo y amplio que incluye cómo tienen que ser los alimentos, la calidad de los mismos y también pasa a otras cosas. Antes se decía que hay que contribuir con las comunidades, aprovechando lo que produce cada zona, pero en realidad cualquiera hacía cualquier cosa. Ahora habrá se establecerá: En esta zona hay mandioca, en esta otra la fruta no es la banana, es la guayaba, en esta otra es la piña. ¿Por qué? Porque hoy se estandarizó la banana. ¿Y qué es lo que ocurre? La escuela no tiene heladera y en una semana la fruta se echa a perder. Son detalles que hacen la diferencia, y nosotros siempre decimos que con una buena gestión, padronizada, vamos a tener más eficacia.
–Se critica el hecho de afectar fondos que correspondían a salud, a la AFD, a Becal, y otras áreas sensibles, para redireccionarlos a almuerzo escolar. ¿Se los dejará sin presupuesto?
–No le vamos a sacar el presupuesto a nadie. El Estado no funciona así, el Estado tiene que tener previsibilidad. Vamos a cambiar y no vamos a sacar de nada a nadie. Los proyectos van a continuar.
Pero pondré un ejemplo, hoy el Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI) financia Primera Infancia, con 1.600 maestras mochileras.
Es un proyectazo. Pero es injusto porque esas maestras cobran hasta diciembre, después se les descontrata y se las vuelve a contratar en marzo. ¿Por qué el Estado no las incorpora por concurso y que ingresen a la función pública? Si son importantes para la Primera Infancia que sean maestras con rubro oficial.
No podemos decir que la Primera Infancia es importante y estar pagando con un fondo que puede desaparecer en cualquier momento. Al contrario, tenemos que sincerar lo que la educación vale y darle ese presupuesto a la educación. Ese es el gran desafío que también está detrás.
En conclusión, no se va a tocar el recurso de nadie: aranceles, investigadores, Primera Infancia, todo lo que está presupuestado se va a seguir desarrollando.
–¿Cómo piensan superar la crisis política interna con los intendentes que generó el proyecto?
–Todos los cambios traen crispación. Toda la novedad produce esa inseguridad de cómo va a ser. Así funcionan los cambios, así funciona el mundo. O sea, tenemos que tomar en algún momento las decisiones que son trascendentes e importantes. Y a nivel de gestión, no hay que cansarse de conversar, reunirse, compartir. Esta semana que inicia, estaremos conversando con los intendentes.
La semana pasada lo hicimos con gobernadores. Fue una reunión espectacular. Intercambiamos, aprendimos. Hicimos algunos ajustes al proyecto. Por eso también es un momento importante para que haya una conversación social en torno a esto.
Este proyecto no va a perjudicar a alguien. Por el contrario, cada intendente se va a poder lucir.
Hoy, con los recursos que tiene el Fonacide, si un intendente tiene en su jurisdicción 10 escuelas, solo le puede dar de comer a los alumnos de dos. Y como no tiene recursos, entonces le da 10 días a una, 10 días a la otra, 10 días a la otra. En adelante, dará 100% de comida a todos y todos los días. Va a poder lucirse con esta nueva dinámica.
Ahora, si eso se quiere confundir con el manejo del recurso, también hay que decir que lo que busca el Estado es ser más eficiente.
No es lo mismo hacer 286 licitaciones que se multiplican otra vez por 5 pliegos que 17.
–¿Cree que se va a aprobar el proyecto en el Congreso?
–Para mí lo central es que se apruebe y se haga. Representará un antes y un después de la historia de la educación y la gestión social. Es un proyecto muy fuerte, muy grande.
Si tenemos que hacer un proceso gradual, vayamos poniéndonos de acuerdo. Lo que no podemos es no hacer. No se puede hacer de un día para otro, y no se puede hacer solo. Tenemos que estar todos en esto.
–¿Por qué las gobernaciones de Central, Presidente Hayes y la municipalidad de Asunción quedan excluidas del mismo esquema en que estarán las otras gobernaciones y municipalidades?
–El área metropolitana tiene unas condiciones que no existen en todo el país.
Por ejemplo, caminos. Eso hace que el sistema pueda ser un sistema muy eficaz y eficiente, con el catering lo que en otras gobernaciones es imposible, porque hay camino de tierra y hay escuelas a las que no se accede, sino solo en motocicletas. Entonces, hay que poner la cocina en la escuela.
No es lo mismo hacer 286 licitaciones, que se multiplican otra vez por 5 pliegos, que controlar 17 licitaciones.
Los alimentos se estaban distribuyendo con los criterios de royalties. Zonas que más necesitan son las que menos reciben. Necesitamos cambiar la distribución de los recursos.
Se prevé un manual de reglas claras, Contraloría y sanción. Quienes malversen, pagarán con su patrimonio personal.