El pequeño José Miguel Ozuna, de 12 años, recibió el último adiós de sus familiares y amiguitos en la tarde de este viernes, tras cinco meses de investigación fiscal para confirmar al cien por ciento que los restos hallados en una laguna fueron los suyos.
La fiscal Fátima Girala manifestó a NPY que tras cinco meses de trabajos del Ministerio Publico se pudo confirmar que el cuerpo hallado el pasado 2 de setiembre del 2022, en el interior de la laguna Antequera, del barrio Santa Ana de Asunción, pertenecería al pequeño de 12 años identificado cómo José Miguel Ozuna, más conocido como Peño.
Tras la confirmación de las autoridades, el cuerpo fue entregado a sus familiares, quienes procedieron a velar los restos y brindarle una cristiana sepultura en la tarde de este viernes.
La fiscal mencionó que —posterior a la recuperación de los restos del pequeño, en octubre del 2022— se iniciaron las pericias pertinentes para comparar el ADN hallado, con el de sus familiares más cercanos.
Las pericias para dar con el resultado final tardan en total unos cuatro a cinco meses. Por eso, recién en la fecha se pudo confirmar que los huesos y la piel encontrados entre las prendas del cadáver pertenecían a Peño.
La fiscal mencionó que hasta la fecha se desconoce el motivo por el cual ocurrió el deceso del menor, ya que no se encontraron en el lugar los órganos, ni el cráneo para poder realizar una autopsia, por lo que solo fueron encontrados restos de piel y huesos.
Los restos fueron enviados a la morgue de la Fiscalía, donde se realizó una reconstrucción de huesos y posterior a ello se solicitó, mediante una orden judicial al Ministerio Público, la orden de ADN, tanto de la madre de Peño como el de su hermano menor.
José Ozuna, de 12 años, quien era conocido como Peño, salió de su vivienda en horas de la tarde del 24 de junio pasado, vestido con un conjunto de color verde mate con capucha, y desde entonces, no se sabe qué pasó con él.
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La última información que recibió la familia el miércoles 24 de agosto pasado fue que supuestamente fue visto en inmediaciones de una carnicería en el barrio Ricardo Brugada, pero desde la Policía Nacional y la Fiscalía no recibieron datos al respecto.
En su momento, los investigadores realizaron varios rastrillajes en busca del niño, por el río Paraguay, en la zona de Sajonia, en Ita Pytã Punta, en Varadero y en la bahía de Asunción.
El niño sufría de epilepsia y recibía medicación diaria a causa de la enfermedad. El pequeño no entablaba conversación alguna, ya que solo emitía palabras sueltas o entrecortadas y solo respondía a su apodo.
