27 abr. 2024

Burguesía fraudulenta y lumpemproletariado

La lumpenización de un sector de la población paraguaya es la contracara inherente al proyecto de solidificación de una clase media (ampliada), a que apuesta la hegemonía del neoliberalismo multipartidario en Paraguay. Este proyecto histórico –que aspira a expresar, a su manera, la posmodernidad del capitalismo internacional vigente– lo encarnan el empresario Horacio Cartes y adláteres, pero también otros escasos players de una élite exportadora, importadora, financista y terrateniente que maneja los entresijos de la política en el país. Una exigua élite de mesa de truco que, además, tiene vigorosos tentáculos dentro de la feroz economía proveniente de las profundidades ilícitas, desde los tiempos del dictador Alfredo Stroessner. Eso que alguien definió, para el caso paraguayo, como propio de una “burguesía (parida) fraudulenta(mente)”.

Una que hoy está enfrascada en una guerra económica, política y mediática de proporciones, mientras coincide en términos más que fraternales en que el efecto inmediato de su proyecto extractivista, financiero y de consumo es la necesaria precarización total de las vidas humanas por debajo de las expectativas de la clase media emergente. Una parte significativa de estas vidas sobrevive en el mundo del trabajo en condiciones de la Primera Revolución Industrial de hace dos siglos y medio, mientras otra se marchita cotidianamente bajo el influjo del evangelio neoliberal y algorítmico que prepondera: Ser un “empresario de sí mismo” que maneja automóviles o motocicletas, guiado por aplicaciones de teléfonos inteligentes, tanto como ofrece una infinidad de “servicios personales”, monotributarios o en negro.

Por debajo de esta línea, palpita una población lumpen en los suburbios de todas las ciudades del Departamento Central. Pero también ahora en las progresivamente urbanizadas del resto del país, centrado en un sector esencialmente juvenil, sin más trámite declarado, carne de exterminio por el Gobierno de Santiago Peña y sus “operaciones” de “seguridad” sintomáticamente aprobadas por buena parte de una población hastiada y, sobre todo, llena de miedo en lo profundo de los barrios de Asunción “y su comarca”, parafraseando una denominación colonial de la periferia capitalina.

La cuestión es que este lumpenproletariado, congénito del poder neoliberal, es a menudo cooptado por las organizaciones criminales con prolongaciones políticas. El Gobierno, mediante el mentiroso compulsivo que es el ministro de Justicia, Ángel Barchini, dice combatir literalmente a muerte este contubernio típico de las democracias fallidas, donde “amablemente” conviven e imperan capitales ilegales y los de tipo tradicional. El Gobierno combate lo que su base dirigente crea en su proyecto de clase. El capital necesita de trabajadores para ser tal y reproducirse, y, además, de soldados para defenderse y atacar. Esto son la policía y el ejército, pero también las milicias del clan Rotela y del PCC. La seguridad pública y privada no está, ni mucho menos, solamente para repeler aventuras delictivas aisladas, sino también las de la competencia empresarial. Llámese esta producción y tráfico de mercancías legales o ilegales. Muy a menudo se utiliza al Estado para esta represión corporativa. En un capitalismo “civilizado”, no es usualmente necesario desplegar estas fuerzas violentas en contra de los competidores. En Paraguay, donde los socios comerciales son en realidad secuaces, y sus contrincantes de la misma o peor calaña, enemigos: Sí.

La lógica del enemigo es una lógica del capital. El enemigo interno es siempre el trabajador (o desempleado con conciencia de clase) que se organiza, por definición. Sin embargo, el lumpen es siempre aliado. Como ya se dijo, en esto la élite está muy de acuerdo: Aquel se muere haciendo cualquier cosa para sobrevivir, consumiendo, robando, estando preso… o defiende vivo el capital “correcto”.

Pero el club del truco no está, para nada, de acuerdo respecto a la facción mercantil (y criminosa) que dirigirá este periodo en marcha del capitalismo paraguayo.

Más contenido de esta sección
No se admitirá a homosexuales. Tampoco chicos con aritos ni tatuajes. No se admitirá a jóvenes que solo hablen guaraní o aquellos que visten todo de negro, se pinten el pelo o usen ropa oversize. No se admitirá nenes que usen camiseta rosa o niñas que lleven el pelo corto como varones o usen piercing o cualquier otra “cosa rara” que pueda incidir en el resto del grupo.
Se reactiva un nuevo ciclo escolar, con los mismos arquetipos negativos anuales, toda vez que observamos los datos de aulas en mal estado, infraestructura en general muy deteriorada, falta de inversión edilicia, poca actualización e instrucción del plantel docente, y marco referencial de tire y afloje en torno a la merienda escolar, banalizados en discusiones político-partidarias, especialmente en el Parlamento.